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El capital: problemas mundiales
Colectivo La Trocha / Martes 5 de julio de 2016
 

Las ventajas comparativas están provocando una crisis en la producción a nivel mundial. Los países del mundo, a consecuencia del llamado libre mercado, se especializan en la exportación de determinados productos, mientras otros productos son importados. A Latinoamérica y África en particular les toco el papel de ser exportadores de alimentos, materias primas: petróleo, gas, minerales, aceites. Mientras que a Europa, Sudeste Asiático y Norteamérica les correspondió el papel de procesar materias primas y convertirlas en maquinaria pesada, electrodomésticos, autos, aviones y muchas cosas que se producen como consecuencia del conocimiento y la investigación científica.

Esta crisis de la producción ha generado un incremento de los precios de los productos y una carencia de empleo para las personas. La especialización de la producción se contrapone al empleo, porque son pocos los que se contratan para las tareas productivas y en lugares específicos del país, por eso la gente ha tenido que salir a rebuscar el dinero diario. La economía del rebusque ha convertido a los países en mendigos. Muchos no saben si mañana se levantaran y conseguirán para la comida del día. La economía de mercado es una carrera por la supervivencia.

A consecuencia de la crisis de la producción, los países imperialistas quieren llevar al mundo a la guerra y detrás de ellos las corporaciones económicas para recomponer la economía capitalista y mantener la hegemonía que los Estados Unidos han tenido desde la desintegración y la traición a la Unión Soviética. El capitalismo utiliza el Estado para su propio beneficio, pero los propagandistas del neoliberalismo -Milton Friedman, Christine Lagarde, Thomas Sowell- han generado la ilusión entre los débiles –como dice Theotonio Dos Santos- que la solución a los problemas es la completa ausencia de Estado en términos económicos; que la economía libre puede regular la vida social. Mientras esta propaganda es regada en los pueblos, las corporaciones ocupan lugares estratégicos en los Estados, para seguir aumentando el caudal de riqueza de que disponen. El libre mercado solo sirve para darle poder a las corporaciones y que estas ocupen el lugar del Estado. Las corporaciones han inaugurado fundaciones que se encargan de gestionar educación, bibliotecas, centros culturales, asesorías comerciales y jurídicas, gestión de proyectos y otras cosas que le corresponde al Estado. El ejemplo claro es la biblioteca que inauguró la familia Santodomingo en Bogotá. El Estado ha acelerado el enriquecimiento de los burgueses nacionales e internacionales, mientras desbarata con la fuerza a los trabajadores y campesinos, así como a las familias de estos.

El principal propósito de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, China es asegurarse los mercados de los países, pero también asegurar la obtención de materias primas al más bajo costo, incluso gratuitamente, como estaba sucediendo en Siria con el Estado Islámico y que ha sido lentamente desmontando por la intervención Rusa. Estados Unidos principalmente se esfuerza por contener a China para hacerse con el mercado interno de los países y los recursos vitales, “el despliegue de Washington hacia los países productores de petróleo del Mar Caspio, [la] invasión de Irak, son parte del plan para extraer riqueza que pueda ser transferida de vuelta a los EE.UU. para financiar sus déficits” [1]. Igual sucede en África, países como Francia y Bélgica han ocupado militarmente varias regiones con el objetivo de garantizar la producción de minerales que son enviados a las fábricas de estos países. Mientras que China ha asegurado espacios de comercio a nivel internacional, haciendo convenios con los países y aprovechando las ventajas que ha generado la superproducción de mercancías en su país. Sin embargo, la disputa entre China y Estados Unidos no es política, sino económica, ya que los burgueses de China, aquellos millonarios, han desplazado a los burgueses de Estados Unidos y Europa, y han provocado la ruina de algunas empresas importantes.

La clase obrera de los distintos países se ha lanzado a las calles para denunciar al Estado porque sirve a los intereses de los burgueses (los dueños y propietarios de las corporaciones económicas y financieras). Como consecuencia de la crisis, en España se ha desalojado a cientos de familias que no han podido pagar los costos de los créditos bancarios. Esto lo hacen con el objetivo de salvar a la Banca privada de los desajustes financieros. Las casas vacías se subastan entre los que puedan comprarla, así se soluciona el problema financiero del Banco, mientras las familias desalojadas se van a pagar arriendo, vivir por decenas en pequeñas casas o sufrir los vejámenes de la vida callejera. Así mismo, los programas de austeridad van destinados a recortar los gastos sociales para destinar el dinero a salvar la industria y la banca. Es evidente que el Estado no sirve a todos sino a pocos [2]. Por otro lado, las movilizaciones populares en Francia rechazan la reforma laboral que continua con el ciclo de poner sobre la espalda de los trabajadores los costos de la crisis capitalista.

La burguesía de la Unión Europea y Estados Unidos han recurrido a su vieja táctica para dividir el movimiento obrero y campesino: la utilización del fascismo, el racismo y la xenofobia. Así, muchos sectores confundidos por la situación social derivada de la crisis han comenzado a mirar con ilusión vaga al fascismo como la solución de los problemas, achacando la crisis a los inmigrantes ilegales y legales que pululan por esos países. Incluso hablando de la perdida de la identidad europea y la invasión “musulmana” del continente. El discurso del fascismo siempre ha servido como herramienta para detener el descontento popular, ya lo utilizaron en los años 30 del siglo pasado, durante los años de la Gran Depresión económica. Sin embargo, el discurso fascista da aliento a la burguesía para realizar una serie de ajuste que permitan la revitalización de la economía, entre ellos la subcontratación y explotación de los inmigrantes, pagando bajos salarios y colocándolos a trabajar más horas de las reglamentadas. Según Thierry Meyssan, la emigración del Norte de África y Medio Oriente fue promovido por las empresas europeas, especialmente alemanas, para atraer mano de obra barata y permitir la revitalización de la producción.

Igualmente, aquel discurso fascista ha calado en una gran cantidad de personas de Europa central y Norteamérica, así como de América Latina. La idea de ellos es que existe un complot internacional judío masónico para acabar con el mundo, de esta manera le hacen el juego al sistema que quiere desviar las miradas de la causa real del problema: la economía capitalista. Los fascistas son una espina en el zapato del movimiento revolucionario, juegan a dos bandos, muchos de ellos han salido a las calles para apoyar la represión de las fuerzas de seguridad, así ha sucedido en las movilizaciones en París contra la reforma laboral y en la marcha del primero de mayo en Berlín. El discurso fascista ha logrado ganar adeptos en los países del Este, donde la crisis económica produce cientos de suicidios diarios. Muchas personas recuerdan con nostalgia el socialismo; muchas comunidades obreras, estudiantiles, campesinas han comenzado a organizarse nuevamente con la perspectiva de la lucha contra el capitalismo. El fascismo ganó terreno en Ucrania con el movimiento de Maidan pero viene en picada porque no ha solucionado las necesidades de las personas. Todos los días pierde la fuerza impetuosa que tuvo inicialmente. En Estados Unidos el racismo ha provocado el despertar de los afrodescendientes que ven como sus derechos son pisoteados cada vez que el Estado lo desea. Así muchas han integrado comunidades de resistencia contra al racismo.

Mientras en Medio Oriente y África la lucha de los países por el control económico es militar, en América Latina, los Estados Unidos, Colombia, México, Chile, Perú y la clase burguesa de todos los países han recurrido a la táctica de guerra económica y psicológica para luchar contra la clase trabajadora y el movimiento revolucionario. Sin embargo, la correlación de fuerzas en Latinoamérica es desequilibrada. Mientras los partidos de la burguesía tienen empresas, medios de comunicación, poder electoral y militar, la clase trabajadora y campesina no tienen los medios necesarios. En Brasil se ha demostrado que el 95% de los medios de comunicación pertenecen a empresas privadas y todos estos medios, diariamente, criminalizaban la gestión de Dilma Rousseff. Igualmente sucede en Colombia y Perú, los medios de comunicación están en manos privadas y estos engañan al pueblo, o solo trasmiten lo que les conviene.

Todos los medios de comunicación corporativos se han unido para mentir, disociar, engañar y manipular a la población con relación a Venezuela, haciendo creer que el socialismo no puede ser puesto en marcha en ningún país y que solo el capitalismo es viable. De esta manera, mucha gente cree que el socialismo es un sistema corrupto e inviable, y prefieren vivir en la miseria diaria, ‘rebuscándose la papa’. Incluso en la clase obrera hay sectores profundamente engañados que defienden a los oligarcas de Venezuela y a aquellos que han sido encarcelados por generar violencia, como el señor Leopoldo López.

En Venezuela los burgueses emprendieron una guerra económica en la que escoden los alimentos y productos para que la gente crea que hay escasez, luego los sacan para venderlo a altos costos. Igualmente la campaña de contrabando desde Colombia provoca millones en pérdidas. Los contrabandistas, con la ayuda de sectores de la Policía Nacional permiten el contrabando y esconden a los contrabandistas en barrios populares de las ciudades fronterizas. La gente del barrio no denuncia para evitar problemas. La crisis de la producción sigue acrecentando la brecha de miseria material entre burgueses y trabajadores [3]. Son los trabajadores los principales afectados por la crisis económica capitalista.

[1Petras, James. ¿Quién gobierna el mundo?

[2- Un informe de la Universidad de Princeton demuestra que Estados Unidos es un Estado plutocrático que sirve a los intereses de las corporaciones y no al pueblo, como dijera alguna vez Lincoln.

[3Dejar claro que todos lo que trabajen en una rama de la economía comercial, industrial o financiera son trabajadores, incluyendo a los que viven del rebusque diario y los artesanos.