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Homenaje a las armas II
Alberto Madariaga / Martes 9 de agosto de 2016
 

Hace unos meses el politólogo Gustavo Duncan en una columna titulada “homenaje a las armas” criticaba la decisión de condecorar al sociólogo Miguel Ángel Beltrán por parte de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Para Duncan, era un mal mensaje a la comunidad académica nacional que un profesor acusado de pertenecer a las Farc recibiera un premio por su trayectoria académica.

El 2 de agosto de 2016 desfilaban por la Pontificia Universidad Javeriana centenares de miembros del Ejército Nacional de Colombia y fueron homenajeados en un acto público por la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Esto pasó desapercibido para la comunidad académica nacional y para los medios de comunicación debido al pensamiento generalizado de que el conflicto armado se ha dado entre héroes y villanos.

Habría que diferenciar entre lo legal y lo legítimo. Como bien sabemos, las fuerzas militares de Colombia son el grupo armado legal del Estado colombiano, pero esto no las hace automáticamente legítimas, pues, al igual que las ilegales Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, han cometido una gran cantidad de crímenes en contra de la población colombiana. Para nadie es un secreto que el paramilitarismo actuó en repetidas ocasiones en connivencia con el Ejército Nacional; para nadie es un secreto que miles de jóvenes pobres fueron engañados, asesinados y posteriormente mostrados como guerrilleros muertos en combate; para nadie es un secreto que han abusado sexualmente a mujeres e incluso niñas; y para nadie es un secreto que han violado el Derecho Internacional Humanitario. Se ganan con creces su ilegitimidad.

El hecho de que sean las fuerzas legales y que gasten altas sumas de dinero promoviéndose como los héroes de la patria, no las hace merecedoras de un homenaje y menos en una prestigiosa universidad como la Javeriana (así tengan contratos de cooperación). Sin duda este un acto desdice mucho de la comunidad académica nacional que mientras homenajea a un actor del conflicto, se rasga las vestiduras cuando a un profesor le dan un reconocimiento por su trayectoria académica (profesor que se encuentra preso bajo pruebas bastante dudosas). Eso es jugarle a favor a un bando del conflicto, eso es hacer parte de la guerra. ¿Duncan escribirá en contra de este homenaje? El tiempo lo dirá.

La comunidad académica debe responder a los retos de la paz. Promoviendo el debate entre las diferentes opiniones, investigando sobre la complejidad de nuestro conflicto armado, ofreciéndole educación a soldados (como lo está haciendo) y ojalá en un futuro cercano a desmovilizados de las guerrillas. Pero no debe homenajear a actores armados y menos bajo la falacia de que el Ejército ha hecho una “permanente labor, apoyo y respaldo a la construcción de un país en paz”. Ni las Farc, ni el Ejército, ni los demás actores del conflicto (políticos, empresarios, medios de comunicación) merecen homenajes, más bien los esperamos en actos públicos para que expresen su perdón sincero por tantos años de sangre y lágrimas que han generado en el país.

Pdta: Esperamos un homenaje a las víctimas… así no haya con ellas contratos de cooperación.