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Terrorismo de estado
Brigada XVII aún tiene nexos con el paramilitarismo: FARC
En entrevista con la Agencia de Prensa IPC, alias El Manteco, comandante del Frente 58 de las FARC, dijo que San José de Apartadó está siendo copado por paramilitares y expresó que la restitución es un hueso duro de roer en Urabá.
Yhoban Camilo Hernández Cifuentes / Jueves 22 de septiembre de 2016
 

El paramilitarismo “se salió de madres” en su relación con la Fuerza Pública, eso dice Joverman Sánchez Arroyave, alias Rubén o El Manteco, comandante del Frente 58 de las FARC, que participa como delegado en las discusiones de la X Conferencia Nacional Guerrillera que se realiza en los Llanos del Yarí, entre Meta y Caquetá.

Según el comandante guerrillero, que tiene incidencia en la zona cordobesa del Sinú y el alto San Jorge, así como en la región de Urabá, aunque ahora esa relación entre las autoridades y el paramilitarismo es menos visible que antes, los nexos entre ambas partes continúan.

En Urabá, asegura, la Brigada XVII del Ejército, que otrora fuera comandada por el general Rito Alejo del Río, quien se encuentra preso por nexos con los paramilitares, continúa en la nómina de los paramilitares. Pero, bajo la mirada del Manteco, este es apenas uno de los desafíos que deberá superar la región para construir la paz.

—¿Cuáles son los conflictos que se presentan y que cree se seguirán presentando en territorios como Urabá, el Sinú y el alto San Jorge, donde usted tiene incidencia?

—El problema sería social si el Gobierno no cumple, porque a esas zonas no solo las afecta el paramilitarismo y la guerrilla sino el olvido estatal. Las condiciones de vida de la gente allá son pésimas, las oportunidades de trabajo son nulas. Entonces si no se resuelve eso habrá un problema, porque salen ladrones, delincuentes, de todo un poquito. De modo que hay que mejorar las condiciones de vida de la gente de esta región.

El otro asunto sería el paramilitarismo, si no se le da el tratamiento al que el Gobierno se comprometió.

—Si hay una zona donde es evidente que el proceso de Justicia y Paz para el desmonte del paramilitarismo no fue efectivo es el Urabá antioqueño, chocoano y cordobés. ¿Qué análisis tiene de esto?

—El análisis es que ha sido un engaño lo del paramilitarismo. Se sabe que la complicidad del paramilitarismo y las Fuerzas Militares, a nivel nacional e internacional se salió de madres, y ellos tenían que cambiar de estrategia; de esa estrategia del paramilitar uniformado en grupos grandes al paramilitar de civil en grupos pequeños, pero sigue la misma coordinación con el Ejército.

Los paras siguen en Urabá. Lógico ya no con esa presencia ni esas acciones de masacres como anteriormente. Pero sigue la presencia y está a la vista: si existiera la voluntad real de acabar con el paramilitarismo, pues lo harían porque ellos se mantienen ahí cerquita. Sí cogen a algunos, pero de hecho uno conoce paramilitares que andan cerca de militares, y sabemos de militares que son nómina del paramilitarismo.

De la Brigada XVII uno puede decir con certeza que en su mayoría es nómina del paramilitarismo, más que la Brigada XI de Córdoba, que era donde estaban los campamentos de Castaño y Mancuso. Es que la XI fue comprometida seriamente y sí, todavía hay mandos comprometidos, pero ahora está más [comprometida] la Brigada XVII.

—¿O sea que se sostuvo esa línea del general Rito Alejo del Río en la Brigada XVII?

—Eso se mantiene en otros mandos, con más cuidado. Es que lo de Rito se sale de madre porque es que reuniones con Castaño, con el Mono Veloza, con Memín, con todos estos comandantes en la Brigada; la coordinación de acciones descaradas de los paramilitares con el Ejército, la masacre de Chigorodó, las masacres de San José de Apartadó.

—El tema de los cultivos de uso ilícito, el narcotráfico y las mafias, ligado también al paramilitarismo es un problema álgido. ¿Cree usted que puede solucionarse ese problema en esta región, que por demás es zona de frontera?

—Es que si no hay una oportunidad para que la gente tenga de qué vivir y otros cultivos aparte de la coca, el paramilitarismo seguirá teniendo sus raíces ahí, porque eso es lo que lo mantiene también; donde hay coca hay paras.

—Urabá se viene proyectando en zona de desarrollo, están llegando el sector inmobiliario y varias empresas, pero sigue siendo un territorio inequitativo. ¿Cree usted que se vienen nuevos conflictos para esa zona?

—Esperemos que no. Depende de que el Estado realmente brinde la seguridad que debe brindarles a los ciudadanos. De hecho Urabá toda la vida ha sido una región muy próspera, promisoria, y ha servido mucho no solo a Antioquia sino a Colombia.

Lo otro es que los empresarios deben recordar esa experiencia que pasó con los bananeros, que resultaron comprometidos con el paramilitarismo, para que no vayan a cometer esa locura de tener sus grupos privados que no son más que paramilitares.

Pero también hay que recordar que quien insistió, quien influyó, quien organizó los paramilitares, que los llamaban Convivir, fue el expresidente Uribe cuando era Gobernador de Antioquia.

Entonces, sí no hay esas políticas, no hay quien oxigene a estos grupos, creo que podemos vivir en paz en Urabá.

—El problema de la restitución de tierras en Urabá es complejo porque hay una oposición muy fuerte. ¿Cómo ve esa política?

—Eso de la restitución de tierras, como se dice, sí es un hueso duro de roer en Urabá. Yo creo que la región que ha puesto más muertos por la restitución de tierras es Urabá y allá la gente cree poco en esta política, porque son muchas las tierras que siguen en manos de quienes no son sus dueños.

Ahí está metido el paramilitarismo que está protegido por agentes del Gobierno. Hay muchos casos de tierras en Urabá que a la gente le da miedo hasta reclamarlos porque a muchos los han matado. Ese sí es el problema. Y esperamos que le cumplan a la gente, porque en Urabá ha cambiado la cultura totalmente y le cambiaron los dueños a la tierra.

—Desde hace más de un año en el corregimiento San José de Apartadó se viene denunciando una incursión de grupos paramilitares. ¿Qué ocurre en esa zona?

—Es lo mismo que yo digo, es que sigue la complicidad de la Brigada XVII. Tenemos la información de que el 15 de este mes hostigaron el puesto de policía. San José de Apartadó está cerca de Apartadó, se sabe la militarización que hay, ahí mismo hay bases militares, para la zona de atrás en cerro Carepa, que no es muy lejos de San José, hay militares, en Nuevo Antioquia hay militares, y los paras se mantienen relajados ahí cerquita.

Entonces, la guerrilla nos hemos ido quedando quietos, porque este proceso de paz como tiene de ancho tiene de largo, hemos avanzado en poder lograr la paz de Colombia, en que nos entendamos, en reducir los muertos en combates a cero, y es muy bien todo eso, pero esto ha permitido que el paramilitarismo esté haciendo sus presencias. Por ejemplo, San José es un corregimiento histórico al que el paramilitarismo no había podido entrar, pero ahora que ya nosotros estamos comprometidos con la paz, nos llegan los paras a San José. Y el Ejército está ahí y no hace nada, la comunidad lo denuncia y el Ejército no ve nada. Esa es la realidad de San José de Apartadó.

Agencia de Prensa IPC