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Para el debate
¡No hay muerto malo!
A propósito de la tragedia del Chapecoense
John Alexander Castro / Lunes 5 de diciembre de 2016
 

El fútbol está de luto y está relacionado con lo ocurrido la noche del 28 de noviembre de 2016 en cercanías al aeropuerto internacional José María Córdoba en Antioquia. En el avión, que llevaba 77 pasajeros, se encontraban periodistas, viajeros y jugadores, cuerpo técnico y directivos del equipo de fútbol brasilero Chapecoense. En este caso, la muerte de la mayoría de miembros del equipo de fútbol ha sido presentada como un hecho lamentable y lo es. También debe ser dolorosa la muerte de los viajeros, los periodistas y el personal de la aerolínea LaMia. Sin embargo, el deceso de los miembros del equipo de fútbol ha tenido mayor importancia mediática. Por su puesto es una tragedia. Pero los medios de información masivos nos muestran que no todas las tragedias son iguales pues existen unas más dolorosas que otras.

En ese sentido, volvemos a tener otro ejemplo que lo deportivo (igual que lo político y lo religioso) tiene mayor peso mediático y emotivo que otros problemas sociales, económicos, culturales, entre otros aspectos; que pueden aquejar a Colombia. Reitero que el deceso de los miembros del equipo de fútbol es una tragedia. No obstante, en lo que va corrido del 2016, en Colombia, han fallecido más de 100 menores de edad por desnutrición, en su mayoría afrocolombianos e indígenas. La desnutrición infantil no ha abarcado un amplio espacio de los titulares de medios masivos de información. Tampoco se han hecho masivas las etiquetas en redes sociales y, menos, ha provocado la movilización de miles de ciudadanos colombianos. Así, recuerdo una afirmación de la novela satírica de George Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Por ejemplo, un día #TodosSomosParis. Pero nunca #TodosSomosSiria.

El equipo brasilero Chapecoense representa el ideal democrático de las sociedades modernas, es decir, todos los ciudadanos –sin importar su nacionalidad– tienen la posibilidad de escalar socio-económicamente, en este caso a través del deporte. Chapecoense logró ascender desde la serie D del Campeonato Brasileño hasta instalarse en la Serie A. Además, pudo llegar a la final de la Copa Sudamericana eliminando en la competición a Cuiabá, a Independiente de Avellaneda, a Atlético Junior, a San Lorenzo de Almagro y esperaba enfrentar a Nacional de Medellín, campeón de la Copa Libertadores de América en 2016. Nacional es una de las propiedades de la Organización Ardila Lülle.

La Organización Ardila Lülle (OAL) es un conglomerado empresarial colombiano que ha incursionado en distintos sectores como las bebidas, las telecomunicaciones, el sector agroindustrial, la construcción, lo automotriz y lo deportivo. Además, según Juan Carlos Vélez, la OAL financió la campaña mentirosa del No, de cara al plebiscito del 2 de octubre. Aunque después los representantes de la OAL lo negaron.

Retomo el tema, un ascendente equipo brasilero iba a enfrentar a un equipo de un conglomerado empresarial colombiano: el pequeño frente al grande ¿David frente a Goliat? Ya no es posible saber si el modesto lograría derrotar al ostentoso. Pero Chapecoense nos mostró los ideales del deporte: la salud y la inteligencia (corporal) y el ideal del liberalismo: el ascenso. Y esto lo demostró a través de un trabajo constante y juicioso.

No obstante, el accidente del avión LMI 2933 de la aerolínea LaMia mostró la mezquindad, la bajeza y el regionalismo en Colombia. Desde el vil mensaje en Twitter de Noticias RCN en el que señalaba que el hecho trágico era menos importante pues era fundamental que esa cadena fue la primera en estar al lugar de los hechos. Pasando por hinchas de Nacional quienes, desde las redes sociales señalaban que era poco importante el accidente y que lo fundamental era entregarle inmediatamente el título de la Copa Sudamericana al equipo verde de Antioquia, y la sospecha que el accidente fue premeditado por manos oscuras, hasta el regionalismo egoísta expresado por el alcalde de Medellín, en el acto conmemorativo del 30 de noviembre en el estadio Atanasio Girardot, ya que desconoció que distintos equipos colombianos y sus hinchas también hicieron sus respectivos homenajes en diferentes ciudades. Asimismo, la bandera de una barra de Nacional que decía: “El fútbol no tiene fronteras”. Pero las entidades gubernamentales de Medellín han restringido muchísimas veces el ingreso de hinchadas visitantes colombianas a la capital antioqueña. Y lo más lamentable, las amenazas que ha recibido la controladora aérea Yaneth Molina.

Además, la constante repetición de la tragedia y, especialmente, de la vida privada de los jugadores del Chapecoense, sus familiares y sus hinchas en los medios de comunicación. En otras palabras, vuelven a matar al muerto, pues un hecho lamentable se ha convertido en espectáculo y al crear audiencia es necesario mantener el entretenimiento de ese público. En ese escenario, se han creado y repetido, incansablemente una serie de rumores, convertidos en verdad. Eso permite distraer a esa audiencia. Los rumores como: Marcelo Barovero, Ronaldinho, Juan Román Riquelme y Kaká jugarían gratis en el equipo brasilero en 2017. También que París Saint Germain, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi donarían millones de euros al equipo brasilero. Esa cantidad de rumores provocaron que la moda trágica del Chapecoense se estableciera pues ya se han agotado las camisetas del equipo brasilero. Ya no importan los muertos, valen las ganancias que se puedan sacar de esos muertos del fútbol.

Publicado en: Palabras al margen

Fuente de la imagen: Newseveryday