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Petro: para tu camino incierto buen viento y buena mar
Juan Carlos Villamizar Alarcón / Jueves 2 de abril de 2009
 

Sólo nos queda desearle suerte en aquella gran empresa, la de aglutinar a la derecha “centrista” del país en torno a un proyecto político.

Ésta desafortunada salida empezó a fraguarse justo cuando emprendió con tanta lucidez el debate contra el paramilitarismo que le valió un reconocimiento nacional e internacional. En aquel momento la izquierda en su conjunto alabó su gallardía y cerro filas en torno a su figura, era él un dirigente a cuidar porque enarbolaba la fuerza y la firmeza suficiente para representar a todas las sensibilidades presentes en el PDA. Sin embargo también la oligarquía colombiana se fijo en este locuaz político, lo hizo a través de los grandes medios de comunicación que lo auparon sin cesar, lo hizo en las frecuentes veladas a las que asistió en la casa del embajador de los Estados Unidos, lo hizo a través de “emisarios” que le dibujaron un panorama donde la gran maquinaria del establecimiento podía en un momento dado ponerse en función a su candidatura presidencial.

Sus intereses le hicieron decantarse con mucha evidencia. A mediados de 2007 enfila sus baterías contra la insurgencia y pone en la mira al presidente del partido, Carlos Gaviria, paralelo a ello desarrolla toda una teoría denominada “socialismo el siglo XXI” que reducía las demandas históricas de la izquierda a una administración “progre” del modelo neoliberal recetado e implantado en Colombia desde las administraciones de Virgilio Barco y Cesar Gaviria (jefe de Petro en su paso por el consulado de Bélgica), que recogía peligrosamente en su tesis de la “asfixia democrática” gran parte del espíritu de la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe. El voto de Petro al actual procurador ha demostrado qué tan cercano esta el senador de la línea oficialista, y los resultados saltan a la vista, Sabas Pretelt y Diego Palacios por el caso de la “Yidispolítica”, por no decir el uribismo le estarán eternamente agradecidos.

Con este proyecto político sacrificaba transformaciones de fondo en temas sensibles como el modelo económico, la política de paz o las relaciones internacionales, un proyecto de izquierda muy cómodo para los intereses de las clases dominantes y de los Estados Unidos quienes veían y ven en Gustavo Petro un buen socio para generar un cambio de fachada que en el fondo garantice que todo siga igual, al mejor estilo “lampedusiano”.

En los espacios de decisión del Polo se impusieron mayorías irrefutables, perdió en el congreso del Polo Rosa, perdió en el de jóvenes y finalmente su declive interno se afianzo en el II congreso nacional. Pese a que en las conclusiones quedaron gran parte de sus demandas no pudo superar el evidente desgaste de su imagen interna. Su respuesta ha sido rabiosa, de animal herido cargando contra sus antiguos socios, cargando contra el Dr. Gaviria, cargando contra los sectores provenientes de Alternativa Democrática.

Este camino ha llevado a Petro a una encrucijada, la de una alianza con sectores que nunca lo admitirán como uno de los suyos, al fin y al cabo representan a la oligarquía colombiana y por otro lado la de unas bases polistas que entenderán a largo plazo el paso dado como una traición. En el medio está la militancia que no es petrista pero que le apuesta a un socialismo del siglo XXI supeditado a un imperativo ético, el de no empeñar los principios de izquierda por cuotas de poder. Quienes han defendido y apoyado la apuesta de Petro del poder a cualquier precio deberán ir con él a jugar el papel que les corresponde en el ajedrez electoral, quienes ven más allá, se quedarán a construir un proyecto trascendental y a jugar el papel que les corresponde en la historia.