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Columna de opinión
El país de los muertos invisibles, neoparamilitarismo y ausencia de Estado
Artículo de opinión que nos envían al correo
Edna Novoa / Miércoles 1ro de marzo de 2017
 

En los últimos días se ha presentado en diferentes medios de comunicación, con un acento dramático y emotivo, la muerte del policía Albeiro Garibello Alvarado. Sin embargo, resulta sorprendente que después de los acuerdos de paz sigan habiendo muertos que para la sociedad colombiana no existen, porque los medios de comunicación en Colombia solo le dan portada a criminales de la alta sociedad o políticos corruptos que llevan la corona de la impunidad como el caso de Alejandro Ordoñez; los noticieros solo lloran a los héroes de la patria, que en algunas ocasiones también han asesinado y desaparecido civiles que nunca fueron recordados emotivamente por los medios, como en el caso de los falsos positivos o los desaparecidos por el ESMAD.

Pareciera que los colombianos muertos en condición de civil, ya sean campesinos, indígenas, estudiantes, madres o niños, víctimas, en un principio, de la ausencia del estado, y en otras muchas ocasiones, de su ejército sociópata de limpieza social llamados paramilitares, llenan las listas interminables de muertos invisibles; pareciera que la sociedad civil es descartable para el gobierno de turno, porque sus prácticas son tradicionales, y gracias a la lobotomía a la cual se someten voluntariamente los colombianos cuando encienden el televisor, se nos ha olvidado que somos nosotros quienes estamos poniendo todo para que nuestra condición actual suceda.

Nosotros ponemos el dinero a manera de impuestos para que nos eduquen y ¿qué pasa? No tenemos educación gratuita y de calidad ¿Dónde está el dinero? Hospitales quebrados, trabajadores de la salud sin insumos ni salarios; seguimos pagando impuesto de valorización y peajes y somos el país latinoamericano menos desarrollado en movilidad e infraestructura. No tenemos empresas o industria nacional porque todo se lo quieren entregar a la “inversión extranjera o privada”, nuestros recursos naturales feriados a diestra y siniestra… podría continuar y no acabaría de escribir (contaminación ambiental, explotación minera, altos niveles de concentración de la tierra, nuevos desplazamientos masivos, complicidad de la fuerza pública en actos criminales, asesinato a reclamantes de tierras, persecución, amenazas, violaciones a derechos humanos, extorsión paramilitar). Lo cierto es que tenemos una fuga, una fuga de pensamiento que son los medios de comunicación, una fuga en la economía que se llama corrupción (que como las autodefensas, están actuando fuertemente en estos tiempos), una fuga de paz que se llama gobierno, porque según lo aquí descrito estamos siendo gobernados por incompetentes que nos cobran impuestos para hacernos la guerra, quitándonos la salud, la capacidad de pensar libremente, la oportunidad de disfrutar y cuidar nuestros recursos, de distribuirlos eficazmente, el derecho a una vida digna y también podemos perder la vida a causa de la sevicia de su comitiva de seguridad privada AUC.

Gracias a estos medios de comunicación, periódicos, revistas, noticieros etc., los colombianos en general han perdido su criterio y su memoria, quedándose con una opinión ajena, sesgada y de pensamiento homogéneo, que arrulla la cultura del individualismo, del más vivo, del traqueto, que naturaliza la corrupción, los crímenes de Estado y nos suaviza el carácter a la hora de pensar en la justicia social de la cual carecemos tanto. Gracias a ellos, los colombianos no saben que son ellos mismos los que pueden incidir en la realidad social participando activamente como órgano constituyente de poder. Nuestro mal gobierno no estaría ahí constituido si no fuera por nosotros. Los colombianos olvidamos que como damos el poder también lo podemos quitar, porque esa es nuestra potestad, porque ellos deben servirnos a nosotros y no lo están haciendo.

Uno de los efectos nefastos de la mala comunicación a la que estamos sometidos y la mediocre calidad de información es que los habitantes de los centros urbanos no tienen idea alguna de lo que está sucediendo en las áreas rurales, a base de mentiras y censura, reinan dividiendo a la sociedad. La población más ignorante y manipulada sostiene que este gobierno esta “arrodillado a la guerrilla" y que "está entregando el país a las FARC y el castrochavismo". Lo cierto es que el neoparamilitarismo y la ausencia de Estado tienen azotada a la población civil y que la gente no se ha enterado porque los medios de comunicación parecen la agencia de publicidad de un partido político ultraderechoso. Magnifica pantalla han creado los “periodistas”, una pantalla que nos nubla la visión y la vida de igual manera, ellos dicen Santos o Uribe y en realidad es neoparamilitarismo y la ausencia de Estado actuando en equipo. Uno asesina y el otro se hace el de las gafas.

El colombiano promedio no ha reconocido de dónde viene la guerra y a qué le llaman paz. Guerra es injusticia social, que mueran niños por desnutrición, que haya despojo de tierras a campesinos e indígenas, que no haya financiamiento y creación de entidades públicas de educación, que no haya canales de comunicación populares, independientes públicos y comunitarios, que mueran pacientes enfermos en las puertas de los hospitales, que los adultos mayores no tengan derecho pensión, la tercerización laboral, la reforma tributaria, la corrupción…etc. Todo eso es guerra, es una guerra del Estado contra usted y paz es pacificación, que usted no diga nada, que usted no piense, no reflexione, no critique, que usted no se entere de nada.

El enemigo interno vive en la Casa de Nariño y cambia de representante cada cuatro años. Generalmente el puesto queda entre familia, son dueños de canales de televisión, periódicos, revistas, poseen monopolios económicos, quebraron hasta las tiendas de barrio y son dueños del 80% de la tierra en Colombia ¿Casualidades? Nos explotan laboralmente, nos roban nuestros recursos, nos asesinan con el sistema de salud, nos idiotizan, nos violan, nos mienten, nos matan ¿por qué caemos en su trampa de ver al enemigo en otro lado?

Bien, parece que se está llevando a cabo un genocidio sistemático con aval de nuestro mal gobierno y sus instituciones. Cada semana es asesinado un líder social y los móviles del crimen son muy similares en cada caso -hombres fuertemente armados, con uniformes militares y encapuchados-, todo esto en zonas donde hay fuerte presencia del ejército y la policía. Las denuncias no cesan, pero esto no le interesa a los “periodistas” de este país, ni a los entes de justicia, y para el gobierno son "hechos aislados".

Esta semana se presentó un nuevo caso: Éder Cuetia Conda, coordinador de la seguridad campesina del corregimiento Los Andes, comunero del Resguardo Indígena de López Adentro, integrante de la Junta de Acción Comunal de la Vereda Siberia, fue ultimado con dos balas en su cabeza por dos agentes motorizados y encapuchados.

¿Será que la fuerza pública trabaja más bien para fuerzas privadas? ¿Deberíamos confiar en ellos? ¿Los medios de comunicación también son agentes de guerra? ¿Necesitamos una ley de medios que garantice el derecho a la comunicación y que no sea un negocio privado?
¿Será que las generaciones actuales van a permitir que se repita la historia?
¿Por qué le cree tanto a un medio que no le importa en absoluto su vida, mientras usted si les llena los bolsillos a los dueños?
¿Qué tendremos que hacer si el estado no nos da garantías de vida dignas, y mientras tanto, perdemos la vida también?
¿Este fenómeno de neoparamilitarismo no es igual al terrorismo de estado?
¿Santos o Uribe? O ¿Santos y Uribe?