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Opinión
Solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela
Hay todo un complot fraguado tanto al interior de este país como en el exterior con el apoyo incondicional de los medios masivos de comunicación para hacer abortar el proyecto antiimperialista de tal manera que esta república vuelva a ser finca de los Estados Unidos.
Nelson Lombana Silva / Viernes 7 de abril de 2017
 
Fichas del imperialismo: Henrique Capriles, líder de la oposición venezolana, de la mano del secretario general de la OEA Luis Almagro. Foto: OEA via photopin (license)

El imperialismo norteamericano y la apátrida burguesía venezolana arremeten violentamente contra el proceso democrático y revolucionario que se viene dando en la patria de Bolívar, proceso que comenzó el comandante Hugo Rafael Chávez Frías y que ha continuado el presidente Nicolás Maduro Moros con la participación activa del pueblo.

De distintas maneras se ha intentado frustrar el proyecto chavista que recoge en gran parte el pensamiento del libertador Simón Bolívar. Hay todo un complot fraguado tanto al interior de este país como en el exterior con el apoyo incondicional de los medios masivos de comunicación para hacer abortar el proyecto antiimperialista de tal manera que esta república vuelva a ser finca de los Estados Unidos.

La lucha de clases se encuentra en ebullición en este país sudamericano con amplio reconocimiento internacional. Las cifras son elocuentes. Eduardo Gómez hace una síntesis bien interesante que vale la pena repetir:

“La educación es laica y gratuita, incluyendo la universidad. El presupuesto para este año asigna un 73 por ciento para inversiones en cuestiones socioculturales. Hace más de diez años no hay analfabetismo total (y muy poco del analfabetismo funcional, que en Colombia puede ser de un 85 por ciento). Según la Cepal, Venezuela es el país que más eficazmente ha combatido el hambre en el continente. En Venezuela hay 200 orquestas para música clásica y un millón de niños se está formando musicalmente” [1].

Tampoco dicen esos medios de incomunicación, como los calificaba acertadamente Eduardo Galeano, de la existencia en este país de más de cinco millones de colombianos, miles y miles de los cuales se han movilizado masivamente defendiendo el proceso revolucionario. Ante estas manifestaciones guardan cobarde y miserable silencio.

Mucho menos han denunciado la presencia paramilitar en este país. El ejército macabro de Álvaro Uribe Vélez se mueve por estos andurriales cometiendo fechorías sin que las autoridades colombianas hagan esfuerzos reales de poner fin a esta peste propia del capitalismo altamente descompuesto.

El presidente Juan Manuel Santos Calderón paga como cualquier rufián la generosidad del ex presidente Chávez y el presidente Maduro en torno al proceso de paz. Le da la espalda a la patria de Simón Bolívar y no duda en colocarse al lado Luis Almagro Lemes, perro faldero de los Estados Unidos. Santos no maneja relaciones humanas, maneja relaciones económicas.

Nada de estos logros dicen los medios masivos de comunicación adictos al régimen capitalista como Caracol, RCN, El Tiempo, El Espectador y demás yerbas desinformativas.

Su campaña demencial se enfila en presentar a un país en crisis extrema al borde del abismo, bajo una supuesta dictadura con horrores por todos lados. Inventan libretos para desinformar y confundir a la opinión pública.

El pueblo colombiano consciente no puede asumir una simple postura contemplativa, mucho menos los verdaderos partidos y movimientos de izquierda. Tampoco se pueden limitar a una simple declaración o pronunciamiento. Es necesaria la acción. La lucha callejera, la lucha de masas. Hay que programar mítines en todas las capitales y ciudades del país, hacer circular documentos orientadores y rechazar la infamia mediática. Como diría el comandante Fidel Castro en la Organización de las Naciones Unidas en 1979: “Basta ya de palabras: Hechos”.

Donald Trump ha bombardeado a Siria, algo similar podría suceder en esta región del mundo. No en vano hay en Colombia más de 14 bases militares norteamericanas. La utopía de una tercera guerra mundial no se puede descartar, porque la hermana República Bolivariana de Venezuela no estará sola ante una contingencia de esta naturaleza. La solidaridad con este pueblo y su proceso revolucionario es hoy, mañana podría ser demasiado tarde.

[1Semanario VOZ La verdad del pueblo edición número 2879. Página consultada 2. Sección Carta de los Lectores.