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Palabras, palabras, palabras de Enrique Peñalosa
En la actualidad, el usuario que pague el pasaje de $ 2.200 en TransMilenio tendrá la posibilidad que el vehículo “Bus Rapid Transit” se parta en dos, se incendie mientras transita y si se vara un articulado, Peñalosa increpa y responsabiliza al conductor: “Qué pasó ahorita ¿Preciso en este? Mucha casualidad ¿Cómo es el nombre suyo?”
John Alexander Castro / Lunes 17 de abril de 2017
 

Enrique Peñalosa pasará a la historia como el Alcalde Mayor que mantuvo a Bogotá en el atraso y condenó a sus ciudadanos a la contaminación por gases tóxicos pues, él afirma, “tenemos que entender y aceptar que la inmensa mayoría del transporte público en Bogotá, de los próximos 100 años, seguirá basado en buses y que TransMilenio además hace lo mismo que un metro”. En la rendición de cuentas de 2017 destacó que “las mejoras que hemos hecho en TransMilenio debieron realizarse hace años”. Aunque las mejoras a las que se refiere se enfatizan en evitar que los usuarios evadan el pago del pasaje y en limpiar de las estaciones. En ese sentido, la “recuperación de Bogotá” se ha desarrollado limpiando postes y pintando paredes, muros y puentes ya que para Peñalosa la inseguridad en la capital colombiana es un problema estético y, además, “hay un problema de autoestima en Bogotá ¡bien grave!”. No obstante, las cifras de robos a mano armada en rutas alimentadoras, en los buses de TransMilenio y de SITP siguen en aumento.

El tema de movilidad, un tema político según el Alcalde Mayor, lo puede arreglar, si él lo desea, en un mes. Sin embargo, en 15 meses de mandato la congestión vehicular se agrava y la confianza para en salir en bicicleta es mínima, ya sea por el temor al robo de la bicicleta, el mal estado o la insuficiencia de las ciclorutas o la incomodidad al respirar las altas cantidades de humo diésel. Además, la congestión es innegable en todas las troncales del “Metro-Rojo”. Igualmente, la afirmación contundente de Peñalosa según la cual “[el] transporte público en Bogotá, de los próximos 100 años, seguirá basado en buses” suprime en un futuro cercano posibilidad de que Bogotá tenga metro. Según Peñalosa, “las líneas de metro siempre se hacen bien, porque si no se hacen bien, entonces los metros se estrellan y la gente se mata”. Bajo esa lógica, un metro en Bogotá no tiene ningún sentido, pues, en palabras del alcalde, “TransMilenio en la práctica hace lo mismo que un metro”.

En su primera alcaldía Peñalosa aplazó la construcción del metro, pero creó la Empresa Metro, abrió una convocatoria para diseñar las estaciones y dio la prioridad a la construcción de las troncales de TransMilenio. En su segundo mandato ha mostrado que repite las mismas maniobras de su primer gobierno pues en enero de 2016 afirmó que la licitación del metro se abriría a finales de 2016. Pero en marzo de 2017 señaló que la licitación se abrirá en el segundo semestre de 2017. Asimismo, vuelve a constituir la Empresa Metro de Bogotá y desde la alcaldía se anuncia la apertura de una convocatoria para diseñar las estaciones de metro. Desde su cuenta personal de Twitter, el Alcalde expone fotografías de los metros elevados de Dubai, Vancouver, Singapur e Hyderabad, buscando “inspirar” y “convencer” sobre las conveniencias de un metro elevado para Bogotá, metro elevado que no tiene estudios técnicos, pero que él explica de la siguiente manera: “No hay estudio que lo sustente, pero creemos que hay muchas razones” ya que “es mucho más agradable, es casi un sobrevuelo bajo por la ciudad, con luz natural, se puede ver el cielo azul, la sensación de seguridad y además es mucho más económico”. Además, muestra su propósito de pavimentar las vías férreas de la capital y así aumentar las troncales para TransMilenio.

Al mismo tiempo, Peñalosa ha expuesto, en distintas ocasiones, que el metro que al parecer va a construir, realmente es un alimentador: “La ventaja es que en cualquier punto donde vaya llegando, los pasajeros pueden bajarse y continuar en TransMilenio”. De ese modo, Enrique Peñalosa deja a un lado los 37.000 planos elaborados en la administración anterior, resultado de un estudio que contrató a expertos nacionales e internacionales y en el que fueron invertidos más de 130.000 millones de pesos. Pero él sostiene que “el diseño del metro lo hizo un funcionario del IDU lavándose los dientes”, afirmación con la que descartó la construcción de un metro subterráneo en Bogotá. También desechó la proyección de trenes ligeros propuestos, pues, a su juicio, “son unos juguetes muy lindos los tranvías, son carísimos, hacen menos que los buses y cuestan más”. En consecuencia, el Sistema Integrado de Transporte de Bogotá basará su operación en vehículos “Bus Rapid Transit”. Aunque él insiste: “[No tengo] ningún interés, una rueda o un bus, ni absolutamente nada y si yo tuviera algo, ya lo habrían sacado”.

A propósito de la carrera séptima, es interesante escuchar lo que decía Peñalosa durante el mandato de Samuel Moreno, pues cuestionaba la construcción de una troncal de TransMilenio: “De la 72 hacia el norte hasta la 100 ni siquiera tiene carril exclusivo, no tiene estaciones”. En 2016 su opinión cambia radicalmente: “Habrá TransMilenio por la carrera 7.ª, con estación subterránea en la calle 72. Será la democratización de la movilidad. Pues los ciudadanos más ricos de la ciudad, los que viven de la calle 70 a la 120 y en sus alrededores, tendrán que usar TransMilenio, porque este hace en 20 minutos el recorrido que en un carro particular se realiza en hora y media”.

Finalmente, el valor del pasaje en TransMilenio en 2016 pasó de $1.800 a $2.000 y Peñalosa dijo: “Con el aumento de la tarifa en TransMilenio nos acercamos a la tarifa de Metro de París. Pero hay quienes no quieren progresar”. Parece que el alcalde no tuvo en cuenta, por ejemplo, la debilidad del peso colombiano frente al euro o la diferencia entre el salario mínimo de Colombia y de Francia. En el año 2017, la tarifa nuevamente se incrementa, de $ 2.000 a $ 2.200. El secretario de movilidad Juan Pablo Bocarejo lo justificó del siguiente modo: “Con las decisiones que estamos anunciando, estamos buscando devolverle a la ciudad más recursos para la inversión social y garantizar la sostenibilidad financiera del sistema”. No obstante, en 2014 había cuestionado el incremento porque “[son] maromas que llevan a que el sistema sea costoso para los más pobres y no tenga una calidad adecuada”. Y desde la alcaldía se explica “técnicamente” la disminución de los subsidios en los pasajes de TransMilenio a las personas en condición de discapacidad y a los adultos mayores ya que se debe hacer un “esfuerzo fiscal” y así hacer un “uso eficiente de los recursos públicos”.

En la actualidad, el usuario que pague el pasaje de $ 2.200 en TransMilenio tendrá la posibilidad de que el vehículo “Bus Rapid Transit” se parta en dos, se incendie mientras transita y si se vara un articulado, Peñalosa increpa y responsabiliza al conductor: “Qué pasó ahorita ¿Preciso en este? Mucha casualidad ¿Cómo es el nombre suyo?”. También, puede ser atracado en los articulados pues los efectivos de la Policía Metropolitana de Bogotá hacen presencia en los portales y en las estaciones para evitar que los usuarios evadan el pago y no necesariamente impedir los robos.