Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Columna de opinión
Las FARC-EP son el país invitado a la Feria del Libro
Shameel Thahir Silva / Miércoles 3 de mayo de 2017
 

“Marchar con pies propios, pensar con cabeza propia”

Ho Chi Min

Estuve presente en un conversatorio organizado por Independencia Records el primer día que fui a la FILBO de este año en donde participaron Carlos Antonio Lozada, Sergio Cabrera y Vladdo como panelistas y que fue rematado por artistas farianos como Blacksteban, Martín Batalla y el inolvidable Julián Conrado. El más nervioso era Lozada. Fue curioso para mi ver que un comandante de las FARC-EP del talante de Carlos Antonio fuera un mar de nervios ante un público que lo aclamaba con alegría.

La FILBO es como el Hay Festival de Cartagena, espacios en donde la cultura es también industria que dentro de las lógicas mercantiles y del capital se hace visible, en un país tan complejo como el nuestro, con los tristes niveles de lectura que tenemos y uno de los premios Nobel de literatura más famosos de todos los tiempos a pesar de eso. La FILBO es también un espacio importante para quienes quieran hacerse ver como individuos o colectividades activas e interesadas en la cultura colombiana. Es claro que dentro de las apuestas a largo plazo de las FARC-EP en esta nueva etapa está cambiarle el chip al país para de verdad superar el conflicto armado.

Aunque sé que oficialmente es Francia, claramente las FARC-EP son las que están llamando la atención en la FILBO este año. Muchos medios corporativos de comunicación le han hecho publicidad gratuita a esta organización política que dará mucho de que hablar en los próximos años si sigue teniendo la sagacidad de seguir haciendo política ya no solo con los pies bien enraizados en la sociedad sino también ocupando cargos de poder en las instituciones del Estado.

Estoy seguro de que por ejemplo las FARC-EP estarían de acuerdo con que las instituciones del Estado intervengan activamente para que la cultura sea un derecho de libre acceso a toda la ciudadanía, lo que implica entre otras cosas impedir los desorbitantes (y frustrantes) precios de los libros hoy en día en nuestro país como ocurre con la FILBO. Mientras eso pasa, las FARC-EP tienen la flexibilidad suficiente para asistir y hacerse ver en este mercado anual de libros caros y dar de que hablar en miras de las peleas que se vienen sin armas de por medio (pero con la amenaza todavía latente del terrorismo de Estado).

En la FILBO estuve también en la presentación del libro de Yezid Arteta “La mala reputación”, hecha por David Flórez como líder de la Marcha Patriótica y joven consciente de la necesidad de cambiar la manera de pensar y hacer las cosas desde la izquierda para dejar la trinchera de la resistencia y empezar a ganar un nuevo país para todas y todos.

En una columna de opinión reciente, Arteta comentaba las “Tesis de abril” de las FARC-EP y señalaba la precisión y realismo de su diagnóstico pero el anacronismo y desconexión de su propuesta de partido. Yo también leí las tesis como Arteta y estoy seguro que muchas y muchos lo harán también, ya sea por que son frikis de la política como yo, por que les interesa verle todos los vacíos, incongruencias y fallas posibles para su critica destructiva; o de pronto por simple curiosidad.

La propuesta del “socialismo-comunismo” en las tesis no tiene mayor sentido y corre el riesgo de ser la excusa de los enemigos de las FARC-EP para atacar la forma legal que adquiera esta organización como partido político ya sin armas. En una discusión que tuve con una parcera sobre esto ella me reclamaba que no podían negar su origen marxista-leninista y que su propuesta es el socialismo en transición al comunismo.

Yo estoy de acuerdo con ella. De hecho creo que el horizonte político debe ser ese, pero el problema de hacerlo explícito y público (como lo es todo en la política legal y excesivamente mediatizada-corporativizada a la que entran las FARC-EP ya con años de desventaja y millones de propaganda en su contra) es que el coco del castrochavismo hoy ocupa el lugar que hace unos años (y hoy) ocupaba (ocupa) el terrorismo y que históricamente a ocupado el socialismo o el comunismo en nuestra Colombia real. Una Colombia donde durante mucho tiempo sacerdotes de la iglesia católica por ejemplo regaron el cuento de que los comunistas comían niños.

Un partido político es necesario como maquina electoral al servicio de la sociedad colombiana y la construcción de un nuevo país. Un partido político en la Colombia del siglo XXI con realidades económicas, sociales, políticas y culturales del siglo XIX y XX, debe tener la capacidad de recoger lo mejor de nuestras tierras y hablarle a sus gentes, no reivindicarse desde su presentación en sociedad como heredero de mitos fundacionales que nada le dicen a quienes votan (o podrían votar) en Colombia.

Un partido como las FARC-EP debe entender también que como partido de masas tiene que preocuparse por ser una maquina de articulación de saberes, sentires y proyectos de vida. Debe usar los tiempos que no serán de campaña electoral para ampliar su influencia en la sociedad colombiana y enraizarse mucho más. Construir (o recoger dependiendo el caso) mientras las elecciones las propuestas de país que deben juntarse en un solo camino realista. Camellar por entender qué es el socialismo a la colombiana, sin que la propuesta asuste a la Colombia real y no la que se quiere; y no solo pensar en clave marxista o leninista o ambas, sino también y sobretodo, indígena, negra, afrodescendiente, gaitanista, bolivariana, popular, feminista y todas las formas de las resistencias y mundos actuales dentro de nuestro mundo.

Un partido político en el siglo XXI debe generar confianzas, debe apoyarse en sus militantes de toda la vida ¡obviamente! Pero también debe tener presente que si planea ganar la mayoría de la votación, no llegará de esa militancia fiel y abnegada dispuesta a sacrificarlo todo por la organización sino precisamente de demostrarle a ese posible voto que desde antes de ocupar el poder ya es capaz de resolverle sus problemas cotidianos, un partido político como las FARC-EP en la Colombia del siglo XXI debe mostrarse útil a la ciudadanía que busca convencer.

¡Repito! No estoy en contra de que el horizonte sea el socialismo-comunismo (aunque me parece un concepto extraño), creo que la tarea es construir cómo traducir desde la maquina del partido y en diálogo con la sociedad colombiana una propuesta de país en donde la libertad, la igualdad y la fraternidad no sean saludos a la bandera sino realidades palpables. El socialismo a la colombiana no tiene que llamarse socialismo para que sea más posible-real. De pronto hasta lo terminamos bautizando con un nombre de alguna lengua de uno de los tantos pueblos indígenas en nuestro territorio, quien sabe, lo dirá la historia.

El socialismo teóricamente hablando es un modelo de transición hacia una sociedad comunista que, teóricamente hablando, es una sociedad que eliminó la explotación del hombre por el hombre. En teoría, en el socialismo cada quien trabajará según su capacidad y recibirá según su trabajo y en el comunismo recibirá según su necesidad ¿quien no podría estar de acuerdo con eso?

Pero como la política no es solo buenas razones sino también y sobre todo pasiones, la forma es tan importante como el fondo y es necesario darse cuenta que se puede tener como horizonte de sentido una propuesta socialista que camine hacia una sociedad comunista sin hacerla explícita, entre otras cosas por que con los tiempos de la política legal y mediatizada no hay tiempo de verdad para explicar que esa propuesta nada tiene que ver con la versión terrorífica que exitosamente han instalado en la mente de millones de colombianos quienes les han jodido la vida por generaciones.

Lenin a la cabeza de los bolcheviques no se hizo al poder en Rusia prometiéndole al pueblo ruso el socialismo sino “tierra, pan y paz” por ejemplo; Fidel no se tomó el poder en Cuba declarándola socialista sino enarbolando las banderas de la soberanía y haciendo suyo a José Martí; Chávez habló de socialismo del siglo XXI solo hasta años después de que lo eligieran como presidente y después de dos intentos de golpe de estado.

No hay que ser tan inocentes (¿o estúpidos?) de creer que se tendrá alguna posibilidad de ganar en este país si se agita la bandera del “¿socialismo-comunismo?” cuando quienes la vean y no hacen parte de la esfera friki de la política (osea la mayoría) solo verán demonios y destrucción.

Un partido como las FARC-EP que nunca ha marcado sus ritmos en la política con las elecciones y en la idea de enraizar más y extender su proyecto político en la sociedad colombiana debe preocuparse por ser una máquina de transformación de la cultura en clave de todas las ideas que priorizan la vida sobre cualquier otra cosa. Debe tener la capacidad de cambiar la manera de pensar de la gente como proyecto cultural a largo plazo y debe cambiar las formas de pensar y hacer la política en Colombia liberándose de los moldes de la guerra fría sin olvidarla-desecharla. El cambio cultural al interior y en las formas de hacer política se dará si y solo si construyen un partido que sea capaz de no construirse desde las roscas, que elimine la corrupción y la distancia entre sus bases y “dirigencia”, entre otras muchas formas de la política que la izquierda colombiana tiene muy interiorizada desde generaciones. Un partido que como máquina política sea una expresión real de la solidaridad, el humanismo y la generosidad propia del nuevo país que tanto se predica pero muchas veces no se aplica.

Las FARC-EP en la FILBO demuestran que estamos en el momento gramsciano en donde lo viejo se niega morir y lo nuevo no ha terminado de nacer. Lo único que puedo señalar, para cerrar, es que estoy de acuerdo con Yezid (después de leer su breve pero cuestionador manuscrito aunque para muchas y muchos no diga nada nuevo – o proponga soluciones - así el viejo no tuviera esa intención) en que poseemos las bases organizativas y territoriales para transformar este país, las cuales se han cocinado con sangre y lágrimas (pero también con alegría, resistencia, amor y creatividad) durante generaciones, y están esparcidas de manera solida por todo el territorio nacional. Lo que nos falta claramente es audacia, generosidad, creatividad y originalidad para dar el gran salto adelante y marchar hacia esa sociedad en donde cada quien trabaje según su capacidad y reciba según su necesidad.