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La guerra no puede ser el destino del pueblo colombiano
Primero de septiembre en Bogotá: movilización de bienvenida al nuevo partido de las Farc
Leonardo León / Martes 22 de agosto de 2017
 

Después de más de medio siglo de guerra y de varios años de diálogo, los acuerdos de paz entre el Gobierno nacional y las Farc-EP son hoy una realidad, pero un suceso amenazado constantemente por quienes han hecho de Colombia una gran fosa común para acaparar tierras y enriquecerse a costa del sufrimiento de millones de campesinos que han tenido que dejar todo lo que tenían.

La insurgencia más grande del continente ha mostrado tal voluntad de paz que hasta la fecha ha cumplido con todo lo que se ha comprometido desde la firma de los acuerdos mientras que el gobierno apenas ha cumplido a medias y con enormes retrasos, principalmente porque ésa ha sido la constante del Estado colombiano en toda la historia republicana.

Asesinatos de excombatientes, líderes sociales e incluso de manifestantes como el ocurrido en la última semana en Segovia donde la policía mató de un disparo en el pecho al joven minero Brandon Ochoa son los hechos que más preocupan para lograr algún día realmente una paz estable y duradera.

El genocidio político de la Unión Patriótica condenó al país a por lo menos un cuarto de siglo más de guerra y no podemos permitir que esto se vuelva el destino de la nación. Para evitar más derramamiento de sangre por razones políticas en Colombia es necesaria una gran movilización de masas que obligue a los que han tenido el poder por dos siglos a permitir una apertura democrática a las clases subalternas que han sufrido la guerra y se les ha negado la oportunidad de incidir realmente en las decisiones importantes que les competen.

Hoy las Farc están a un paso de convertirse en un nuevo partido político que nutrirá el debate sobre el modelo económico, político y social que necesita el país y que más allá de que compartamos o no sus planteamientos o su quehacer histórico como movimiento en armas contra el Estado, es necesario darle una gran bienvenida a la legalidad con un respaldo decidido de buena parte de la población, de tal forma que vaya blindando este paso a la vida civil y que garantice la implementación de los acuerdos de La Habana.

Darle la espalda a este momento histórico facilitará una nueva tragedia nacional y que la espiral de violencia no se cierre de una vez por todas. Así como las calles se llenaron luego de la “plebitusa”, es hora de salir de nuevo a darle la bienvenida a este nuevo partido que nos llene de esperanza y que no se transforme en pesadilla.

La invitación es, pues, a salir este primero de septiembre a las calles del centro de Bogotá en una gran movilización en respaldo a los acuerdos de La Habana y para evitar un nuevo genocidio pues la paz la construimos entre todos, acogiendo en el seno de la sociedad a quienes buscarán convertirse en una alternativa a la política tradicional y que desde otras actividades como el arte, la agroecología, el coperativismo y demás tratarán de construir un nuevo país.

La marcha será en esta fecha pues es el día siguiente al fin de las deliberaciones del congreso constitutivo del nuevo partido cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia no tendrán más ese nombre ni su lucha será jamás con las armas sino con la palabra.