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Génova según Manuel Marulanda
A la tierra donde nació Pedro Antonio Marín, fundador de las FARC, arriba Rodrigo Londoño, su sucesor, hoy convertido en candidato presidencial.
Camilo Rueda Navarro / Sábado 3 de febrero de 2018
 

Pedro Antonio Marín nació en Génova, Quindío, según se registra en uno de los libros del escritor Arturo Alape sobre el fundador de la guerrilla de las FARC, también conocido como Manuel Marulanda Vélez o “Tirofijo”.

Su sucesor y paisano, Rodrigo Londoño, arriba al citado departamento, el más pequeño de Colombia, como candidato presidencial de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el partido surgido gracias al Acuerdo de Paz de La Habana, y en el que se transformó la ahora exguerrilla.

Quindío fue escogido como la primera parada de la campaña proselitista de Londoño, o “Timo”, como se le conoció en la insurgencia y como ahora se presenta en su publicidad política -la primera en la legalidad-.

“He decidido iniciar nuestra gira presidencial por Colombia desde el lugar donde comenzó nuestra gesta junto a Manuel Marulanda. Nos vemos en Génova, Quindío, el departamento donde nací, mi querida patria chica”, publicó Londoño en su cuenta personal de Twitter.

Londoño es originario de La Tebaida, otro de los 12 municipios del Quindío, que apenas nació como departamento en 1966, por lo que en realidad él y Marulanda nacieron en el llamado Viejo Caldas, territorio hoy conocido como el Eje Cafetero, luego de su disgregación en tres departamentos: Caldas, Risaralda y el propio Quindío.

Allí se ubica Génova, el pueblo donde nació Pedro Antonio Marín, y que describió como “la cola larga de un gurre”, según testimonio recogido por Alape en el libro “Las vidas de Pedro Antonio Marín” (Planeta). Allí, 70 años después de su alzamiento en armas, arriba Londoño, o Timo, su sucesor al frente de la organización que hoy se la juega por la vida política legal, sin más armas que la palabra.

A continuación el extracto referido a esa localidad:

“Génova fue una región de progreso rápido, por la actitud de sus pobladores hacia el trabajo, impulsados por la aspiración de cada quien a conseguir y acumular un patrimonio considerable. La ambición de colonos. Ese cerrado y pequeño mundo recién descubierto en sus montañas a comienzo de siglo, se movía febril y aceleradamente. Producía café, fríjol; al final tomó fuerza y vuelo económico el cultivo de café y todo culminó siendo una zona cafetera por excelencia.

A Génova lo fundaron en la playa del río San Juan, sobre una vega, que según la ubicación geográfica que nunca falla en Manuel Marulanda Vélez, “parecía la cola larga de un gurre, un armadillo en camino plano, en la mitad del río, porque no tenía para donde extenderse. Loma a lado y lado, que crecieron en cafetales… El abuelo fue colono fundador y llegó a poseer grandes propiedades...”. En los tiempos de cosecha se utilizaba mucha mano de obra, lo que influyó en el caserío hasta hacerse un pueblo, con rostro definido y planeadas calles, su iglesia y parque y la organización de un municipio con ciertos elementos de cultura: colegios, teatros, hospital, caja agraria: “Había un poquito de todo en ese lugar, no era un pueblo bonito, pero sí digamos, cómodo. Además con recuerdos hondos, pues, ahí vino uno al mundo”.

En Génova se andaba de día y de noche y toda persona que se encontraba de camino era amiga y se iniciaba con ella, sin complicaciones ni preámbulos, la palabra continuada. A la casa que se llegara, a la vecindad que se llegara era bien atendido, aunque la persona fuera extraña de “cara”; se le preguntaba simplemente de dónde venía, se le indagaba sin apresuramientos mientras comía -antes se le había ofrecido cama para su sueño-, sobre sus intenciones por esas tierras y todo con el fin de ayudarla en los problemas que trajera “dentro de su temperamento. Nunca se poblaba el aire con la desconfianza; no se conocían cosas raras ni se presagiaba en la mente de uno, que un día esas cosas llegarían de sopetón y entrarían sin llamar ni tocar puertas en el pueblo. Así era Génova, llano en el pensamiento. Nada oscuro habitaba a sus gentes por dentro, tampoco por fuera...”.