Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
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La paz sí es posible
Con agroecología y vida en comunidad, campesinos lo demuestran.
Agencia Prensa Rural, Juan David Vargas P. / Miércoles 7 de febrero de 2018
 
Desde la ACVC se comparten propuestas para el cuidado del medio ambiente. Foto: Juan David Vargas y Cindy Lopera. Agencia Prensa Rural.

Mediante la agroecología y la vida en comunidad la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra – Red Agroecológica Nacional (ACVC-RAN) y los habitantes de esta Zona de Reserva Campesina en el Magdalena Medio construyen paz desde el territorio. Así proponen no sólo alternativas respecto a la producción campesina desde y para la región, sino también otras maneras de relacionamiento, de entendimiento y de ciencia propia, además del cuidado del ambiente, la preservación de especies y el respeto por la naturaleza. Todo esto, entendiendo su papel protagónico como comunidad en la construcción de paz con justicia social.

Agroecología

La ACVC-RAN desarrolla actualmente diferentes proyectos cuyo objetivo es no sólo garantizar la alimentación de los habitantes de la región, sino también la comercialización de sus productos para generar ingresos de sostenimiento. Con trapiches, cultivos y especialmente con el proyecto de Ecobúfalo Campesino generan nuevas condiciones para el campesinado de la Zona de Reserva Campesina del Valle de Río Cimitarra y proponen alternativas para el desarrollo. Esto como respuesta de una comunidad organizada en contra de la guerra y como apuesta hacia la consecución de derechos y el mejoramiento de las condiciones de vida.

Entre los diferentes proyectos que desarrollan, el principal se encuentra en la vereda Puerto Matilde en Yondó (Antioquia), con huertas comunitarias y producción de lácteos, carnes y panelas. Desde 2011 cuentan con el trapiche en el cual trabaja la comunidad desde la preparación y molienda de caña hasta la fabricación de la panela. Su primera producción alcanzó más de 900 panelas, que finalmente fueron repartidas entre quienes trabajaron en ello.

También se encuentra el proceso de Ecobúfalo Campesino, que se ha llevado a cabo desde el año 2000. En él los habitantes de la región pueden hacerse socios y producir lácteos y carnes cumpliendo las normas establecidas por la comunidad, en las cuales no se permite tumbar un solo árbol, contaminar fuentes hídricas ni cazar animales salvajes. Actualmente, en la finca donde la ACVC-RAN lidera este proyecto cuentan con una planta procesadora de lácteos, que recién terminó su construcción y adecuación, en la cual trabajan miembros de la comunidad y esperan lograr todos los estándares exigidos por el Invima.

Ordeño de búfalas en ecofinca de la ACVC. Foto: Juan David Vargas y Cindy Lopera. Agencia Prensa Rural.

Además, los cultivos de alimentos que se consumen allí son regados con fertilizantes naturales, hechos a partir de los residuos de los animales de la finca. Un biodigestor procesa los demás residuos y los convierte en biogás.

El cuidado de la naturaleza también se concreta en la denominada Línea Amarilla, que es un territorio delimitado por las comunidades en la serranía de San Lucas y que todos están comprometidos y obligados a respetar. Este lugar es una de las últimas zona de selva virgen en Colombia y los pobladores la han preservado durante décadas. En la actualidad, se encuentran en la lucha para que sea declarado bosque de paz y así protegerlo de los intereses de las grandes mineras.

Los campesinos de esta Zona de Reserva Campesina demuestran que se puede vivir en armonía con la naturaleza, que no hay métodos predeterminados y universales para producir y que todo el entorno y los elementos del territorio son necesarios para la elaboración de productos y su reconocimiento como sujetos políticos y sociales.

La fabricación de estos productos y la propuesta de alternativas agroecológicas de producción se remonta a las épocas más duras de la guerra, en las cuales la Fuerza Pública impedía el ingreso de alimentos a la región, con el fin de generar desplazamiento y temor en los habitantes, acusándolos de ser “colaboradores de la guerrilla”, argumento con el cual diferentes miembros de la comunidad fueron víctimas de montajes judiciales o, en el peor caso, asesinados y presentados como guerrilleros muertos en combate.

Vida en comunidad

El campesinado de esta región del Magdalena Medio vive su vida en comunidad, ésta es el centro de su quehacer político, económico y social. Reflejo de esto es el proyecto de vivienda digna que logró la ACVC-RAN hace casi una década. Son 30 viviendas en la vereda comunitaria Puerto Matilde, construidas cuando la Asociación propuso conformar un proyecto piloto de sustitución de cultivos ilícitos y una experiencia de desarrollo sostenible. Además cuenta con un aula, museo de la memoria y próximamente con una emisora comunitaria.

Sede de la ACVC en la vereda Puerto Matilde, Yondó (Antioquia). Foto: Juan David Vargas y Cindy Lopera. Agencia Prensa Rural.

En la vida en comunidad se es individuo, pero no individualista. Se entiende que el bienestar individual y personal depende del bienestar común y la prosperidad de su comunidad. Así se vive en la vereda a orillas del río Cimitarra. Todas sus viviendas fueron construidas iguales y entre todos cuidan sus calles y el ecosistema en el que se encuentran. Puerto Matilde es considerada la capital de la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra y por eso allí se llevan a cabo diferentes proyectos sociales, que proponen alternativas de desarrollo y respetan y reafirman al campesino como sujeto.

El aula acaba de terminar su construcción y pronto abrirá sus puertas. Se espera hacer un acto de inauguración con una jornada de salud. Al lado se encuentra el museo de la memoria, un lugar donde han plantado árboles que sostienen placas en honor a cada miembro de la comunidad asesinado en medio de la guerra, todos ellos víctimas de las fuerzas del Estado y el paramilitarismo, que tanto ha azotado a la región.

También avanzan en el proyecto de emisora comunitaria, que no sólo informe a los campesinos de la región, sino también transmita los diferentes saberes que prevalecen y la mantienen, construyendo así un sentido común y rompiendo el cerco y la marginalización que se ha impuesto a estas poblaciones.

De esta manera se construye otro tipo de relaciones sociales, demostrando que la paz en Colombia sí es posible con comunidades empoderadas. Es una respuesta contundente y directa a quienes han pretendido desarticular el tejido social y su relación con el territorio, eliminar al campesino, su cosmovisión y sus saberes.

En esta región no prevalece la acumulación de dinero ni la lucha diaria por la supervivencia individual, sino la construcción de una paz completa, entendiéndola como justicia social. Para ello, el primer paso es acabar con la guerra y, a partir de ahí, construir otro tipo de sociedad que respete las diferencias y la naturaleza, garantizando siempre la vida digna de todas y todos.