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Opinión
Destruir al progresismo y a sus líderes
Destruirlos para destruir al pueblo latinoamericano
Ilka Oliva-Corado / Lunes 27 de agosto de 2018
 

Que no quede huella alguna de la Latinoamérica progresista, ninguna huella del Niño Arañero, de Néstor, de Lula, de Dilma, ninguna huella de Evo, de Correa, de Maduro, ninguna huella de Mujica, de Lugo, de Manuel Zelaya. Y por supuesto, ninguna huella de Cristina. Y que no quepa duda alguna que también intentarán destruir a López Obrador. Destruir a los líderes para destruir al pueblo. Destruir la Memoria Histórica porque destruyendo la raíz no hay retoño alguno y los pueblos yermos se vuelven marionetas y masa amorfa manejable para los criminales de la oligarquía latinoamericana y mundial.

Para destruir a los líderes hay que exponerlos como corruptos, ladrones, como traidores, hay que inventarles cuentas bancarias millonarias en el extranjero, falsificar sus firmas, manipular fotografías y videos y hacerlos parecer culpables de estafas millonarias. Hay que pagar fuertes sumas de dinero a los medios de prensa corporativos y sobornar periodistas para que creen un ambiente de desinformación y confundan a la población, para que minen el terreno y bombardearla día y noche, segundo a segundo hasta hacerla creer y repetir lo que las bandas criminales desean: odiar y atacar a los líderes que hicieron posible el cambio de 15 años de progresismo y derechos en la región.

No, ninguno se iba ir en blanco, quienes viven de la explotación y vieron en peligro sus mafias durante estos 15 años, ya se sabía que se irían con todo el poder de la impunidad contra ellos: acosándolos, atacándolos y violentándolos en sus derechos para que esa semilla en la que se convirtieron no floreciera.

Sin líderes, sin Memoria Histórica, sin información y conocimiento, sin herramientas de desarrollo los pueblos son masas amorfas. Ríos de aguas mansas, un pueblo que no sabe en dónde está parado es un pueblo en el limbo, que no sabe hacia dónde va, incapaz de defender sus derechos y exigir justicia. En eso están tratando de convertir a los pueblos que se vieron beneficiados con las políticas de inclusión de estos gobiernos. El poder de la impunidad es monumental pero el poder del pueblo es mayúsculo, es por esa razón que éste debe tener la conciencia y el análisis, debe crear el caos que provoque acción que haga temblar los bastiones del neoliberalismo que intenta aplacar toda dignidad y toda lucha; y debe por consiguiente defender la honra de los líderes que los dignificaron.

No pueden, nunca han podido con la fuerza, la indignación, la identidad y la rebelión de un pueblo que lucha por su soberanía. Es la soberanía la que intentan arrebatar, porque un pueblo dependiente, esclavizado en la ignorancia es tierra fértil para las oligarquías criminales.

Mucho han dado los líderes del progresismo por el pueblo latinoamericano que tal afrenta al poder del capital no se los perdonará. Sean los pueblos, agradecidos y rebeles los que luchen contra toda imposición que intente arrebatarles lo logrado. Para eso nos debemos a la responsabilidad individual y colectiva de informar, cuestionar, investigar, analizar y movilizar: todos desde nuestros espacios y posibilidades. Todos los aportes son necesarios. El poder está en resistir.

Seamos los pueblos los que hagamos florecer la semilla de los líderes del progresismo. Seamos los pueblos los que defendamos sus derechos que también son los nuestros. Seamos los pueblos los que demostremos que en la Latinoamérica progresista jamás volverá la burla, el abuso, la exclusión y la desmemoria. Seamos los pueblos los que en un mismo grito de rebeldía defendamos la dignidad que nos devolvieron los líderes del progresismo. Y seamos los pueblos los que con todo el peso de la ley les hagamos pagar la traición y el abuso a quienes han intentado deshonrarnos.