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Análisis
Iván Duque… la marioneta perfecta
La caída en los sondeos se debe a las falsas promesas y nefastas políticas antipopulares que se comienzan a aplicar en favor del poder del dinero.
Eduardo Andrade Bone / Sábado 24 de noviembre de 2018
 

Iván Duque, presentado de flamante candidato presidencial y ahora primer mandatario de Colombia después de un poco más de cien días de gestión presidencial, comienza rápidamente a caer en las encuestas. Lo que no puede ser de otra manera, pues su populismo y demagogia comienzan a pasarle la cuenta, pues las expectativas que generó en el electorado que lo votó comienzan a difuminarse y producirse un desencantamiento de aquellos que tenían la esperanza en que las cosas pudieran cambiar.

De acuerdo a lo publicado por la encuestadora Cifras y Conceptos, el presidente de Colombia, Iván Duque, cuenta con apenas el 33% de imagen favorable, frente a un 65% que ya no lo aplaude mientras que el 2% dice no conocer al mandatario. La caída en los sondeos se debe a las falsas promesas y nefastas políticas antipopulares que se comienzan a aplicar en favor del poder del dinero.

Lo que resalta en las encuestas es que los consultados tachan a Duque de ser “un gobernante sin identidad, sin significado, que es un títere, mentiroso, farandulero e hipócrita”. Los niveles de insatisfacción regresaron a cifras similares a las registradas en los últimos años del gobierno de Juan Manuel Santos.

Quienes consideran que el país va por mal camino aumentaron de 59% a 73,8%. Esta es una subida significativa, sobre todo para un periodo tan corto, que arrastra la gran mayoría de indicadores sobre las expectativas del ciudadano de a pie y sobre la imagen de las principales figuras públicas colombianas.

Los entendidos en las tendencias que marcan las consultoras creen que este desplome es producto de la incompetencia y de la poca experiencia que tiene el presidente en la vida pública y por los grandes políticos corruptos que cubren sus espaldas y que tienen grandes lazos con las bandas de narcotraficantes y sicarios, que van erosionando la imagen de Duque.

Sin embargo, la realidad nos viene indicando que el presidente Duque se viene inclinando por más neoliberalismo económico y la oscura tecnocracia, que solo tiende a beneficiar a los grandes empresarios criollos y las hienas de las multinacionales, especialmente las estadounidenses.

No puede ser de otra manera, puesto que el grupo político que apoya su gestión presidencial, el Centro Democrático, es una entidad que representa los más oscuros intereses de la oligarquía colombiana, de la derecha tradicional reaccionaria y de una serie de personajes que, detrás de las bambalinas, tienen fuertes lazos con la corrupción y el crimen organizado.

Ahora, también hay que tener en cuenta que de la gobernabilidad del presidente Duque no se puede esperar mucho, pues no cuenta con un parlamento de mayoría que lo respalde, frente a lo cual deberá desplegar ciertos esfuerzos negociadores para poder llevar aguas a su molino que le permitan gobernar sin sobresaltos y que no terminen por hundirlo aun más en las encuestas.

Cabe tener en cuenta, además, que desde el punto de vista de la realidad socioeconómica y política de Colombia, los vientos no soplan a favor de Iván Duque, más aun cuando estamos frente a un mandatario que carece de carisma, que no cuenta con una definición política ideológica clara que no sea otra que la del dinero, tampoco cuenta con una agenda precisa para gobernar, incluso dentro del propio Centro Democrático comienzan a observarlo con desconfianza. Además, producto de su inexperiencia política, debe depender de su mentor o padrino político, el ex narco presidente Álvaro Uribe, que se encuentra imputado e investigado y que lo utiliza como su marioneta virtual, pero que no ayuda en nada a solventar una buena figura de Duque.

Otro factor que influye en la caída en las encuestas de Duque es que cuenta con un equipo ministerial que no tiene buena imagen ante la ciudadanía.

Por ejemplo, los funcionarios que peor talla tienen en el gabinete del presidente Duque son su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla Barrera, un peón de Álvaro Uribe y detestado por la ciudadanía, seguido por la ministra de Educación, María Victoria Angulo, que han contribuido al desplome de la imagen del presidente colombiano.

El primero, por haber propuesto la subida de impuestos a la llamada canasta básica en un 18% y que en un 80% es condenada por los encuestados. En el caso de la ministra de Educación, por no resolver lo relativo al petitorio de los estudiantes universitarios, que exigen un mayor presupuesto para educación.

Duque, al no contar con una mayoría parlamentaria a su favor, debe gobernar en base a resquicios legales y lo que le pueda permitir la Constitución, o sea: debe gobernar por decretos, como suelen hacer los dictadores. Ahora, negociar y buscar alianzas se torna en una nebulosa que le impide a Duque ejercer una buena gobernabilidad, más difícil aun con un mandatario que carece de manejo político efectivo y es un incompetente en diversas materias, además de las que están relacionadas con el manejo del Ejecutivo.

De allí que, frente a un gobierno mediocre, o sea: más de lo mismo, su electorado comienza a manifestar su descontento y a tomar distancia de sus gestión presidencial, más aun cuando se trata de resolver los problemas más acuciantes que vive Colombia en materia económico-social, corrupción, asesinatos de dirigentes sociales y sindicales, inmigración y violación sistemática de los derechos humanos de parte de personajes ligados al aparato del Estado, la Policía y las Fuerzas Armadas, que no son otra cosa que los guardianes del poder del dinero y el crimen organizado.

En consecuencia, las encuestas aparecidas recientemente reflejan una desconfianza gradual hacia el nuevo Ejecutivo, en donde el ciudadano de pie exige una lucha real y efectiva en contra de la corrupción institucionalizada, como una de las cuestiones más sensibles para los colombianos. Ahora, un gobierno que no cuenta con un programa claro para combatir la corrupción, comienza a transitar por las aguas nauseabundas y turbulentas de un gobierno que puede colapsar en el corto plazo.

O Duque, ante el descontento y la efervescencia de una creciente movilización social por mejores condiciones de vida, gobierna para las grandes mayorías del país o, cual perfecta marioneta, permite ser instrumentalizado en función de los intereses de la oligarquía colombiana, la derecha reaccionaria y golpista y los corruptos, sobre la cual se sostiene el poder político y económico colombiano.

Para saber si el “estado profundo” colombiano y el presidente Duque serán capaces de avanzar y resolver las mayores preocupaciones de los colombianos, en materias como la corrupción, pago de impuestos, inseguridad ciudadana, los pésimos servicios de salud, desempleo, educación, costo de la vida, acuerdos de paz y sus consecuencias, conflicto armado, que aún perdura, es el gran desafió de una elite política altamente cuestionada por la ciudadanía y que no es extraño que caigan en las encuestas.

Con una Colombia con 26,9% de pobreza, pobreza extrema del 8% y una pobreza multidimensional del 17% y que cuenta con un bajo logro educativo de un 43,4%, un rezago escolar del 29,3%, todos problemas de larga data, en un país que ha sido gobernado por grupos políticos de centro derecha, que, desde el punto de vista práctico, reflejan no tener ningún interés por resolver los problemas de las grandes de las mayorías del país.

Además, hay que tener en cuenta, que Colombia es un país subdesarrollado que cuenta con un 10% de desempleo, según cifras oficiales, un desempleo informal del 46,8%, un 72,7% de los colombianos no tiene un trabajo formal, además de un desempleo de larga duración del 12%.

Ahora, de acuerdo a informaciones procedente de la prensa colombiana y sin que haya un estudio exhaustivo al respecto, hay alrededor de cinco millones de colombianos que emigraron a Venezuela, por diversas razones, de los cuales, y producto de la crisis venezolana, solo han regresado al país un poco más de 300 mil personas.

Concluyendo, según las empresas encuestadoras, nunca se había registrado en el país un nivel tan bajo de apoyo hacia un presidente en los primeros días de su mandato. Las encuestas, además, destacan la caída de popularidad en las consultas, del ex narco presidente Álvaro Uribe, el que despliega todos los esfuerzos pertinentes para manejar bien a su perfecta marioneta presidencial.

Clarín de Colombia