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¿Grito de independencia?
No es una casualidad que la clase en el poder invisibilice otras fechas, impidiendo que se entienda la lucha por la independencia como parte ineludible de la vida de nuestra sociedad y pretendiendo que se asuma como un episodio casual de la historia, fruto de la voluntad de un individuo o un grupo aislado de la vida de las amplias masas
Comisión Bicentenario FARC, José Rivera / Domingo 4 de agosto de 2019
 

El descontento de la población neogranadina no es un hecho aislado de los sucesos que sacuden la sociedad humana de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Las revoluciones encabezadas por la burguesía europea rompen las compuertas que impone la sociedad feudal al desarrollo de las fuerzas productivas y al paso del modelo mercantilista al de “libre mercado”, teniendo como consecuencia en América el resquebrajamiento del modelo colonial influenciado por las ideas inglesas de libertad de comercio y el republicanismo francés.

Ante la invasión napoleónica a España, se conforman las Juntas de Regencia en territorio peninsular y sus correspondientes apéndices en las divisiones territoriales de las colonias españolas en América; estas juntas americanas, surgidas en 1808, evidencian en su seno la existencia de contradicciones entre defensores de la institucionalidad colonial y una corriente autonomista que, sin desconocer al rey, proclama la igualdad de derechos políticos y comerciales de todos los súbditos de la corona española.

Son estas juntas el antecedente inmediato de las Juntas de gobierno surgidas en el periodo de 1810 al 1813 en varias capitales americanas, como es el caso de la surgida el 20 de julio de 1810 en la capital virreinal de la Nueva Granada, en cuyo seno ya es protagonista el debate entre autonomistas, que asumen su gobierno al cobijo de la autoridad real, e independentistas que plantean su rompimiento definitivo con la autoridad española.

Esto explica por qué la Junta de Gobierno de Santa Fe fue presidida por el virrey Amar y Borbón, y sólo hasta 1813 se declara la independencia definitiva de Santa Fe como parte de la provincia de Cundinamarca con relación a España. Pero este proceso no es particular de Cundinamarca, en el mismo virreinato, la ciudad de Cartagena declara su total independencia de España el 11 de noviembre de 1811, siendo la primera provincia del Nuevo Reino de Granada en declararse país soberano.

Procesos similares se vivieron en Caracas, Quito, Lima, Chuquisaca, La Paz, donde se pasa de reclamar autonomía, reconociendo el poder del rey, a declararse naciones independientes.

Realidad histórica

Es necesario asumir el llamado “Grito de Independencia” como un proceso, que, si bien recibe la influencia de las revoluciones europeas de fines del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, no es ésta su única generadora. La lucha de los esclavos por su libertad y, particularmente, la lucha de los palenques tiene importancia particular en la formación de las ideas de la población americana acerca de una sociedad distinta posible, así también el movimiento comunero, que tiene para nosotros su expresión más importante en el encabezado por el charaleño José Antonio Galán, que fue un movimiento que tuvo presencia en toda América hispana, que fue evolucionando en su concepción de independencia y libertad, por lo cual tiene importancia en la conformación de las ideas independentistas y en la futura integración de los ejércitos de las campañas de independencia.

El 20 de Julio fue un paso en ese proceso y sirvió de ventana a un debate que había estado presente en la conformación de las Juntas desde 1808, que permitió al movimiento independentista robustecerse y cuestionar abiertamente el poder real; fue también la antesala de momentos ignorados en la historiografía colombiana, tales como: el 11 de noviembre de 1811 en Cartagena, el 16 de julio de 1813 en Santa Fe, el 11 de agosto de 1813 en Antioquia o el 10 de diciembre de 1813 en Tunja, fechas en las que cada una de estas provincias declaró su independencia de España.

No es una casualidad que la clase en el poder en nuestro país invisibilice estas fechas, impidiendo que se entienda la lucha por la independencia como parte ineludible de la vida de nuestra sociedad y pretendiendo que se asuma como un episodio casual de la historia, fruto de la voluntad de un individuo o un grupo aislado de la vida de las amplias masas.

Las Juntas de Gobierno en América nacieron en rechazo a la invasión napoleónica al territorio español, pero el gran paso que caracteriza su evolución en 1810 es la identificación de la posibilidad de que los americanos se gobiernen a sí mismos. El despertar de esta conciencia fue desigual y se manifiesta en distintos momentos entre 1810 y 1815, y se conoce como el cambio de la consigna original de rechazo a Napoleón, por la de rechazo a España.

La independencia

Los sucesos históricos son el resultado de procesos, y es imposible desconocer el papel que juega esta evolución en la formación de los líderes de eventos que acarrean cambios profundos en las estructuras sociales. No podemos imaginarnos cuál hubiera sido el ideario de Simón Bolívar sin el conocimiento de los aportes de Rousseau y la Ilustración, y sin los aportes de los utopistas ingleses, cuya influencia recibió por medio de don Simón Rodríguez.

Igualmente no habría sido posible que el Congreso de Angostura, hubiera formalizado la existencia constitucional de la república de Colombia, sin la evolución que se vivió en el pensamiento de los americanos desde 1808 al 1815 y en la cual influyen los cambios en el carácter de las Juntas de Gobierno, pero también lo hicieron sucesos como la Campaña Admirable y el régimen de terror desatado por Morillo, y que transformó la concepción ante las posibilidades de un cambio en el gobierno, llevando a los americanos a pensar en ser repúblicas independientes de las monarquías europeas, sentando el sustento ideológico de la guerra de independencia.

No fue entonces la independencia solamente el fruto de una victoria militar, fue una acción de masas que involucró a todos los sectores de la sociedad. Doloroso, sangriento y teniendo como principal dificultad la desigualdad militar ente un ejército de patriotas escasamente armado, conformado, principalmente, por hombres y mujeres campesinos, y jóvenes oficiales sin gran experiencia militar, pero estrechamente ligados a una población que rechazaba la injusticia de las condiciones coloniales, enfrentaron a un ejército con larguísima tradición militar que venía de combatir y derrotar al ejército napoleónico, y que a pesar de su ferocidad terrorista que lo llevó a derramar sangre de mujeres, niños, ancianos y soldados patriotas, conoció el polvo de la derrota, a manos de “una manada de desarrapados” como calificara el coronel José María Barreiro a los ejércitos patriotas

Sin demeritar la victoria en el puente de Boyacá, no podemos dejar en el olvido los combates en Socha, Corrales, Pienta y todos los enfrentamientos que se presentaron en la región de Santander -particularmente en Charalá- cuya población dejó su huella de sacrificio en la campaña de julio y agosto de 1819; sin olvidar tampoco las acciones de la guerrilla de la Niebla en Cundinamarca y el Valle del Magdalena, que dificultaron las maniobras del ejército realista y aportaron al triunfo del ejército libertador, así como la propia batalla del Pantano de Vargas. El triunfo del puente de Boyacá es la coronación de un proceso de lucha popular.

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