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Opinión
El desprecio al pobre, nuevo elemento del discurso conservacionista
José Maykol Quintero Arias / Domingo 20 de octubre de 2019
 

Es necesario hacer una pausa a nuestras vidas agitadas en las ciudades para evaluar qué estamos construyendo, qué responsabilidad estamos dispuestos a asumir sobre nuestros actos y discursos. Nuestros anhelos de conservación de la naturaleza están siendo utilizados para acabar con los campesinos pobres que se han incrustado en las selvas a donde los hemos desplazado históricamente.

Causa enorme indignación el resultado del operativo militar que realizó el Gobierno en el Parque Nacional Natural la Paya en el Putumayo el 17 de octubre en la que capturaron a nueve campesinos que habitan al interior de esta área protegida. Informan de la destrucción de 16 "construcciones rústicas" para minimizar el hecho ante la opinión pública, ante nuestra responsabilidad, de que el Gobierno va hasta las áreas más apartadas, a donde no ha llevado escuelas, salud e infraestructura a destruir los hogares y desplazar de manera criminal a quienes habitan las áreas protegidas.

Esta operación militar de “acciones para la conservación” demuestra en primera medida que el desprecio hacia el pobre está escalando de manera repulsiva en el Gobierno nacional con nuestra complicidad.

Y, en segundo lugar, pone en el debate ese paradigma de conservación sin la gente que hoy se enfrenta a miles de familias campesinas que habitan estas regiones no por voluntad, sino como resultado los procesos históricos de violencia, desplazamiento y acaparamiento de tierras que han configurado la estructura agraria del país.

No puede haber otro resultado en un país donde el Gini rural es cercano a la inequidad absoluta, en donde el Gobierno nacional se niega a avanzar en la implementación de los acuerdos de paz logrados con las FARC en la Habana, en donde los políticos aún sustentan su poder en la acumulación de tierras, en donde se le niegan oportunidades de acceso a mercados justos a las comunidades étnicas y campesinas y, donde la producción de alimentos no se ve como un sector estratégico de nuestro proyecto de sociedad. Todo esto es causa central para que nuestros campesinos no encuentren otros lugares de subsistencia que las regiones declaradas como de gran importancia ambiental.

Sobre este segundo punto es necesario plantear algunos elementos de análisis.

Primero, la naturaleza es una construcción social, por eso han querido posicionar la idea romántica de la naturaleza intangible que nos muestran famosos fotógrafos de las instituciones de conservación como PNN y otras ONG conservacionistas, sin embargo, desde otra interpretación, la naturaleza también es la gente que ha vivido en constante interacción con los ecosistemas, que se transforman en una relación dialéctica e histórica en la que no es posible concebir nuestras construcciones culturales sin los ecosistemas.

Sin embargo, esta última visión riñe con los objetivos trazados por la política de la conservación impulsada por los gobiernos que mientras concesionan los bienes comunes y privatizan sectores estratégicos para el sostenimiento de los ecosistemas, conservan regiones delimitadas estratégicamente. Es la doble moral de la conservación que se hace a costa de la gente del común.

Otro elemento de análisis que hace parte de esta función de los operativos militares es la necesidad que tiene el capital de ampliar su tasa de acumulación vinculando los bienes de uso común y las contribuciones (servicios ecosistémicos) de estos a nuestra sociedad. Esto se ha denominado como Negocios Verdes y representan un mercado potencial para la especulación financiera en este modelo económico.

Por estos motivos considero de suma importancia que la discusión y el debate ambiental sea transversal a la discusión política y por supuesto económica. No podemos seguir haciendo el juego de manera inocente a los acaparadores de tierras y ecosistemas (verdaderos responsables de la deforestación) con el desprecio hacia nuestro campesinado sumido en condiciones de pobreza.

Es nuestro deber defender la coexistencia de las comunidades rurales que se resisten a desaparecer ante el avance violento del desarrollo.

PD: Exijamos al Gobierno Nacional que reactive la mesa nacional de concertación con los campesinos que habitan al interior de las áreas protegidas para resolver este conflicto social y evitar su escalamiento.