Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Análisis
Nuestra América latina y caribeña. Entre la ofensiva neoliberal y las nuevas resistencias.
Desafíos para los movimientos populares y el pensamiento crítico
Instituto Tricontinental de Investigación Social / Jueves 7 de noviembre de 2019
 

Los pueblos de América Latina y el Caribe afrontan desde hace unos años una nueva avanzada del imperialismo y del capital, de las derechas y los proyectos neoliberales y conservadores. Esta ofensiva, que promueve un renovado proceso de recolonización de nuestros países y una agenda de reformas pro mercado calcadas país por país, ha supuesto asimismo consecuencias y cambios regresivos tanto en el plano social y económico como en el terreno político y democrático. Frente a ella, se han desplegado nuevos procesos de lucha y movilización popular en la región, como lo muestran los recientes ciclos de protestas y levantamientos en Chile, Ecuador y, Haití, para mencionar solo los epicentros actuales de las resistencias populares.

Los efectos de sus políticas han corroído la legitimidad de los gobiernos que las impulsan, como se expresó en Argentina en las recientes elecciones presidenciales, o en Brasil, con la caída de la imagen positiva del gobierno de Bolsonaro. No obstante, todo ello está lejos de significar el fin de la ofensiva neoliberal o el retroceso de los poderes económicos que la impulsan, cuya fuerza se sustenta en el control del capital, la violencia y los medios y redes de comunicación social.

Este complejo escenario de una batalla en curso plantea una serie de desafíos e interrogantes para los movimientos populares y el pensamiento crítico. Entre las principales preguntas que surgen, una primera sería ¿cuáles son las características de este ciclo regresivo y la profundidad y efectos, en términos sociales y subjetivos, de las transformaciones que han sido impuestas o se están llevando adelante? En esta dirección, ¿cuáles son las especificidades del capitalismo contemporáneo y de la agenda de los cambios actuales?

Por otra parte, la dimensión imperial de estos procesos lleva a preguntarnos ¿cuáles son las estrategias y los modos de intervención sobre la región que promueve el gobierno de los EEUU? ¿Qué rol está jugando en ello el contexto global de declive del imperio estadounidense y de disputas geopolíticas globales? Y, en ese sentido, ¿qué posibilidades y desafíos plantea la emergencia de China como nuevo centro hegemónico del capitalismo global?

Finalmente, nos plantea el debate sobre ¿cuáles son las formas políticas, los modos de gobierno y de subjetivación social que adopta esta ofensiva neoliberal? Particularmente, ¿en qué momento de la misma nos encontramos a nivel regional? Frente a esto surgen las preguntas sobre ¿qué resistencias, fuerzas y programáticas populares se despliegan? ¿Cómo repensar hoy las alternativas y la construcción de un proyecto popular de cambio? ¿Qué fortalezas y debilidades nos han legado los proyectos progresistas y populares que han tenido lugar en los años previos?

Estos interrogantes, y seguramente otros, condensan los desafíos que afrontan los movimientos populares y el pensamiento crítico latinoamericano. Comenzando con una reflexión sobre el pasado y presente de este último, a continuación presentamos una síntesis de los aportes que fueron debatidos sobre estas cuestiones en ocasión del I Seminario Latinoamericano organizado por las oficinas Buenos Aires y San Pablo del Instituto Tricontinental de Investigación Social, a fines de mayo de 2019.

Pasado y presente del pensamiento crítico nuestroamericano

A lo largo de todo el siglo XX y hasta la actualidad, el pensamiento crítico elaborado en América Latina y el Caribe, o mejor dicho en Nuestra América —para utilizar la imagen propuesta por el cubano José Martí—, se caracteriza por una extendida elaboración teórica a partir de una reflexión sobre la práctica política y sobre los desafíos que afrontan los pueblos, los sujetos subalternos y los explotados y oprimidos.

Realizado por intelectuales comprometidos con estos movimientos y rebeldías —muchas veces militantes orgánicos de los mismos—, este pensamiento estuvo signado por intensos debates alrededor de ciertos núcleos problemáticos que marcaron en cada momento la centralidad de los proyectos emancipatorios, desde las luchas contra la dominación colonial y por la independencia de los siglos XVIII y XIX, hasta los procesos de liberación nacional y de cambio social bajo las banderas del socialismo del siglo XX.

Desde esta perspectiva, el campo del pensamiento crítico abarca las diferentes tradiciones y corrientes que dentro del marxismo se desplegaron y fructifican hoy en la región, así como también a un amplio abanico de estudiosos, obras y escuelas que, sin inscribirse en esta matriz teórica, proponen una mirada cuestionadora del orden social vigente que se enhebra de distintos modos con los anhelos de transformación social.

Durante el siglo pasado este pensamiento concentró buena parte de sus energías alrededor de los debates sobre las características de la formación económico- social en la región, sus relaciones y subordinaciones con el imperialismo y el capitalismo, las configuraciones de los sujetos subalternos, sus modos de organización, acción colectiva e idearios, y las programáticas de cambio y estrategias políticas que plantean. Una reflexión signada también por la afirmación desafiante de José Carlos Mariátegui de que el socialismo indoamericano no puede ser ni calco ni copia, sino creación heroica de las nuevas generaciones.

En los años 60, el pensamiento crítico nuestroamericano experimentó un profundo impulso y renovación en el contexto de un intenso ciclo de luchas sociopolíticas, marcado por la Revolución Cubana y la ola revolucionaria que su paso abrió. Ello implicó, en particular, una revitalización del marxismo latinoamericano, que planteó un aporte creativo al debate regional y global con un carácter crítico y contrapuesto al difundido por la URSS en ese tiempo.

En este contexto y hasta la actualidad, esta tradición formuló y propuso al debate mundial una serie de corrientes teóricas significativas, entre otras, la perspectiva de las teorías de la dependencia, la filosofía de la liberación, la colonialidad del poder, la ecología política latinoamericana, el feminismo popular, la pedagogía del oprimido, y un nuevo constitucionalismo transformador de la matriz liberal colonial del Estado nación.

En esta dirección, en los años 80 el debate pareció centrarse en los desafíos y estrategias frente a las transiciones democráticas y la revolución; y en los 90, en el carácter, efectos y alternativas a la globalización neoliberal y al Consenso de Washington. Asimismo, en la década de los 2000 se concentró en las perspectivas, alcances y características de las transformaciones posneoliberales y los sujetos subalternos y movimientos sociales que las impulsaron.

Ciertamente, en la actualidad, el pensar y hacer transformador nuestroamericano afronta el debate sobre las características de la ofensiva neoliberal conservadora y los desafíos que esta implica para los movimientos populares y los proyectos emancipatorios. Un debate que interpela sobre el capitalismo contemporáneo, sobre los nuevos monstruos que lo impulsan y sobre los futuros y presentes alternativos y necesarios.

Claves del capitalismo y el imperialismo contemporáneo

En el contexto global, una de las claves de la reflexión y acción crítica se refiere a la comprensión de la tendencia que atraviesa a los Estados Unidos y los interrogantes sobre si expresa, y en qué dimensión, un periodo de crisis de hegemonía. En este sentido, la pérdida de legitimidad de su proyecto imperial pareciera no tener retorno, y un punto destacado de ello resulta el desplazamiento del eje de la acumulación de capital a escala global de Occidente hacia Oriente. En este marco, China destaca como el centro de este nuevo patrón de acumulación global por su crecimiento económico sostenido, aun cuando se ha desacelerado en el último periodo, y también por un nuevo ciclo de innovaciones tecnológicas e inversión en investigación y desarrollo.

El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda está incrementando las interconexiones en Asia y reactivando producciones de otras regiones del mundo. A partir de ello se plantea incluso la pregunta de si en unos años volveremos a presenciar un nuevo boom de precios de commodities que pueda modificar las condiciones económicas de América Latina. Sin embargo, hoy por hoy la disputa hegemónica aparece como inestabilidad económica generalizada, ciclos de endeudamiento y crisis marcadas por las lógicas financieras y monetarias, así como por una intensificación de las rivalidades e intervenciones sobre el Sur del mundo de los viejos y emergentes centros de poder.

Por otra parte, en América Latina —con excepción tal vez de Bolivia que creció en los últimos años a tasas superiores al 4% y va en camino de repetir esta marca para 2019— se despliega una fase de desaceleración económica, incluso de recesión y crisis en algunos países, que se profundiza por la dinámica de financiarización que impulsa Estados Unidos. Se puede observar que la progresiva decadencia de EEUU como potencia hegemónica global se expresa, como ha sido en situaciones similares anteriores, en una aceleración de la financiarización.

Este marco de creciente declinación frente a la competencia del eje oriental (al que se suma Rusia, con su poder de veto para disuadir la acción militar estadounidense) agiganta la importancia que tiene para EEUU la subordinación absoluta de Latinoamérica, a la que considera históricamente como su “patio trasero”. En esta dirección, se despliega una creciente militarización en la región, con operaciones y ejercicios, por ejemplo, en la Amazonia y Centroamérica.

En esta dirección, sobre Venezuela y Cuba se intensificó en los últimos años y meses una “guerra híbrida” o “no convencional” que combinó el bloqueo económico, financiero, político y mediático con estrategias de intervención y desestabilización internas, con el objetivo de asegurar intereses tanto económicos (el acceso a las reservas venezolanas hidrocarburíferas y de minerales) como políticos (enterrar definitivamente el ciclo de gobiernos populares al que llevaron las rebeliones contra la ofensiva neoliberal de los años 90).

La ciberguerra, la intervención paramilitar desde Colombia, la profundidad de la guerra económica en todas sus dimensiones, los sabotajes, las operaciones de inteligencia sobre los mandos militares, los intentos de constitución de un gobierno paralelo, y la amenaza de intervención militar externa, demuestran cómo se aplican todos los preceptos diseñados para las guerras híbridas —incluso algunos nunca vistos antes— ante procesos populares que no se subordinan al imperio. Sobre todo esto puede consultarse el dossier Nº 17, titulado Venezuela y las guerras híbridas en Nuestra América.

En este sentido, las diferentes formas de intervención que promueve el imperialismo y la derecha doméstica en Venezuela demuestran lo estratégica que resulta su defensa para los movimientos populares. En Venezuela se juega, en definitiva, la posibilidad de que el imperio logre imponer una reestructuración económica, social, política y cultural duradera en la región. Ello, por supuesto, dependerá también del resultado de las luchas populares que se libran en diferentes planos y también en distintos territorios.

Los ciclos de luchas sociopolíticas recientes, particularmente intensos en Chile, Ecuador y Haití, señalan las resistencias populares que se levantan frente al programa único de esta ofensiva neoliberal y los organismos internacionales que lo impulsan, como el Fondo Monetario Internacional. Su permanencia en los años pasados así como su intensificación actual hacen preguntarnos en qué medida ello puede significar un cambio en las relaciones de fuerza regionales y los inicios de un ciclo de conflictividad social amplio, tal vez similar al experimentado en la región entre fines de los años 90 y principios de los 2000 y, particularmente, sobre las especificidades de estos movimientos y protestas que los diferencian de lo acontecido en el pasado reciente.

Para una evaluación global del momento en que se encuentra la ofensiva neoliberal, así como de la potencialidad de los conflictos y crisis que su despliegue despierta y de los nuevos escenarios de cambio que frente a ello se plantean, resulta clave considerar los resultados de las elecciones en Bolivia —con la reelección de Evo Morales—, en Argentina —con la derrota del proyecto macrista y el triunfo del Frente de Todos—, en Uruguay —con la victoria del Frente Amplio en la primera vuelta, aunque con un escenario complejo hacia el balotaje del próximo noviembre— y en Colombia —con los resultados de las elecciones regionales y la derrota del gobierno en las principales ciudades del país—.

Estos hechos recientes interrogan también sobre en qué medida en Nuestra América comienza a gestarse un nuevo momento de cambio político a nivel regional. Por otra parte, si bien es probable que las limitaciones geopolíticas y económicas del nuevo gobierno en Argentina sean mayores que en el periodo previo, su asunción el próximo diciembre, sumado a la experiencia mexicana y la continuidad en Bolivia y Venezuela, permitiría comenzar a considerar al menos una situación más abierta hacia la multipolaridad en la región.

Los nuevos monstruos y la ofensiva neoliberal-neoconservadora

En este marco global, la ofensiva neoconservadora y neoliberal asume características específicas que hoy son parte nodal del estudio y debate del pensamiento crítico y los movimientos populares. En este sentido, la necesidad del imperialismo y del capital de recuperar posiciones condujo a una nueva oleada de proyectos neoliberales y de derechas de carácter ultraconservadores o pseudofascistas, que vienen disputando la hegemonía política a escala nacional en diferentes países, avanzando sobre los trabajadores y los pueblos, sus derechos y condiciones de vida. Bajo estas fuerzas se impulsa una serie de políticas comunes que caracterizan las transformaciones en curso.

Invocadas con la denominación de “reformas”, estos cambios regresivos se promueven en el terreno laboral, previsional, tributario y fiscal, económico, energético, en la salud y en la educación. Remedando al llamado Consenso de Washington aplicado en la región en los años 90, el avance, demora o detención de estas “reformas” configuran un mapa móvil de los contornos que adquiere la ofensiva neoliberal y las resistencias en el continente.

Un capítulo particular merecen los procesos de reregulación, privatizaciones y apropiación privada transnacional de los bienes comunes de la naturaleza que se despliegan en toda la región, profundizando el modelo extractivo exportador e intentando desmantelar las conquistas obtenidas en los años pasados, con sus efectos de despojo y destrucción socioambiental. Sobre ello, y en particular sobre sus consecuencias en el Amazonas, puede consultarse el dossier Nº 14, Amazonia brasileña: la pobreza de un pueblo como resultado de la riqueza de la tierra.

Por otra parte, esta ofensiva neoliberal parece caracterizarse por una disociación entre lo que sucede en el plano económico y en el plano político. En el primer caso, en el contexto global referido, los proyectos neoliberales están sujetos a una extremada inestabilidad y resultan incapaces de asegurar un ciclo de crecimiento económico, aunque sea de carácter modesto y sostenido.

Se trata de un “neoliberalismo zombi” que promueve una mayor apertura de las economías latinoamericanas, incluso con el retorno de los tratados de libre comercio, cuando en los viejos centros del capitalismo resurgen políticas proteccionistas y se restringen los flujos de capitales a la periferia; y que impulsa una mayor alineación con los Estados Unidos, particularmente en el terreno geopolítico, mientras necesita mantener los lazos económicos con China.

Un “neoliberalismo zombi” que —impulsando procesos ampliados de mercantilización y despojo de los bienes comunes, particularmente los bienes naturales, y de incremento de la explotación laboral— tiene profundos límites para construir consentimientos mayoritarios respecto de sus políticas en condiciones democráticas y por tanto apela crecientemente a formas políticas y de subjetivación social conservadora, sustentadas en la violentización del lazo social y la restricción de las formas liberales de gobierno.

En ese sentido, es en el plano político donde esta ofensiva neoliberal parece tener un margen de innovación mayor debido a una serie de cuestiones propias de la situación global y regional. Por un lado, es evidente que la democracia liberal se encuentra en una crisis profunda. No solo debido al peso de las estrategias de lawfare sobre líderes populares, sino también en razón de la producción neoliberal de cierta subjetividad popular basada en el individualismo, la meritocracia y un sentido común conservador que en Brasil ha jugado fuertemente incluso durante la campaña electoral de Bolsonaro.

Por supuesto, la lógica de fakenews está completamente ligada a estas intervenciones políticas que intentan presentarse, en ocasiones, como despolitizadas o antipolíticas. Por otro lado, el avance de los sectores más conservadores dentro del evangelismo ha sido uno de los elementos novedosos de esta etapa en muchos de nuestros países.

Es claro que en el caso de Brasil esto adquiere una centralidad, debido tanto al gran porcentaje de fieles que incluyen las variantes neopentecostales como en razón del peso político que han mostrado durante y a posteriori del proceso electoral. Por último, hay una serie de elementos que nos conducen a pensar que efectivamente hay indicios de cierto activismo de tipo neofascista “por abajo”, con capacidad de generar movilizaciones y acciones callejeras como en Brasil, Colombia y, por supuesto, Venezuela.

Estos señalamientos permiten reflexionar sobre los motivos por los que estos proyectos no logran consolidar una hegemonía estable, aunque, en buena medida, consiguen movilizar con éxito los peores elementos subjetivos que produce la sociedad capitalista en su fase actual y —a través del uso organizado y masivo de las redes sociales, las nuevas industrias culturales y las TICs— interpelan con relativo éxito las inquietudes de sectores importantes de las clases populares.

Nos encontramos en una coyuntura compleja de la avanzada neoliberal. En el terreno económico no se ha logrado alcanzar una estabilización, mientras en el plano político se afirman y despliegan modelos ultraconservadores, represivos, punitivos e incluso neofascistas. Un contexto donde la crisis social y las intervenciones autoritarias parecen complementarse, fundamentando la perspectiva crítica que señala que el despliegue del neoliberalismo lejos de conjurar las crisis implica su imposición y gestión. De cara a estas complejidades, se plantea la necesidad de repensar las estrategias de disputa desde los movimientos populares y los proyectos emancipatorios.

El futuro y los desafíos para los movimientos populares y el pensamiento crítico

En este marco, la consideración sobre el futuro y los desafíos y posibilidades de cambio y resistencia que afrontan nuestros pueblos plantea la reflexión sobre los modos y las capacidades para impulsar una subjetividad alternativa, antineoliberal, antirracista, antipatriarcal y anticapitalista, así como sobre los retos que interpelan a los procesos de organización popular. En relación con estas problemáticas, pueden presentarse algunos de los temas que suscitan nuestro examen y debate colectivo:

1. La necesidad de elaborar y promover un proyecto político, cultural e ideológico desde nuestros pueblos abre la pregunta sobre ¿cuál es la utopía de nuestro tiempo que puede universalizarse en América Latina? Resulta un tema central en relación con la construcción tanto de un proyecto de futuro como de las narrativas y mitos asociados a estos proyectos de sociedad. Ello se vincula, además, a la importancia de repensar una estrategia común en todo el continente que plantee el horizonte de la construcción de Nuestra América en un sentido político de transformación.

2. La situación de guerra que se vive en diferentes países, el recurso a la guerra social, la violencia y la militarización como modo de gobierno de esta ofensiva neoliberal, así como la creciente legitimación de la eliminación del otro a través del aparato estatal o de actores de la sociedad civil en un proceso de violentización del lazo social, plantean la importancia de afirmar y reflexionar sobre la paz y la potenciación y politización de los lazos sociales solidarios y comunitarios.

3. Los avances neoliberales y los retrocesos de las fuerzas populares plantean la urgencia de reflexionar sobre el modo en el que tienen lugar los procesos de organización popular. Por un lado, ello refiere a la visibilización y el análisis de las experiencias de luchas y acción colectiva que se despliegan hoy en nuestros países. Por el otro, interroga sobre las formas que adopta y requiere el trabajo de base, en tanto enraizamiento y construcción de fuerza social capaz de corporeizar las propuestas y proyectos emancipatorios, así como sobre la importancia, los contenidos y las prácticas que requieren los procesos de formación política y disputa ideológica.

4. Otro punto relevante refiere a cómo pensar la oxigenación de las organizaciones políticas y los movimientos populares con el fin de radicalizar la democracia y la participación. Si es necesario contribuir a un nuevo ciclo de luchas que ponga en cuestión el (des)orden que promueve esta ofensiva neoliberal, se plantea el interrogante sobre cuáles serían las cuestiones que permitirían salir de cierto letargo, naturalización y desmoralización que ocurre en momentos de reflujo.

5. Otra de las cuestiones planteadas refiere a la necesidad de que las plataformas políticas incorporen de forma transversal las pautas LGBT, feministas, afro, indígenas, etc. para aportar a una mirada integral de las opresiones de nuestros pueblos y poner las políticas de identidad en una perspectiva revolucionaria.

6. Ante la avanzada de los movimientos evangélicos aliados a las derechas, se plantea la cuestión del valor de la construcción de una espiritualidad alternativa, que dispute los sentidos de vida y sociabilidad y construya valores y ética socialista por encima del consumismo, el individualismo y los malestares del proyecto neoliberal. La aproximación a los modos y matrices de la producción colectiva y a la difusión de una narrativa popular que configure las líneas centrales de la sociedad alternativa que buscamos, resulta una cuestión central.

En esta dirección, se plantea no solo indagar en las prácticas y subjetivaciones promovidas por las iglesias neopentecostales, sino también volver a rastrear y examinar las experiencias de la teología de la liberación, de otras formas de religiosidad popular y de cosmovisiones laicas, y su vinculación con la construcción de salidas colectivas populares y alternativas.

7. Dados los límites que tuvieron los proyectos progresistas en el pasado, es evidente que pensar y construir los futuros emancipatorios hoy en Nuestra América exige tanto discutir los mismos como reformular la inserción internacional de nuestras economías; postular y elaborar propuestas de un nuevo modelo productivo, distributivo, de consumo y de vida fundado en las soberanías populares y en las justicias social y ambiental; y avanzar en los caminos de transición necesarios para marchar en esa dirección.

Se trata en particular de reflexionar y construir las salidas efectivas respecto del endeudamiento externo, la financiarización y el extractivismo que se yerguen hoy como una nueva espada de Damocles a nivel regional. Esto va de la mano con la necesidad de repensar los modelos de desarrollo alternativos y los proyectos de integración regional (terreno que en el pasado inmediato dio vida al ALBA, la Unasur y la Celac, entre otras experiencias), así como de construir, en el plano de las ideas y las prácticas, la referencia de Nuestra América, la Patria Grande y AbyaYala.

8. Otra cuestión importante respecto a la construcción de posibles escenarios futuros refiere a los avances científico-tecnológicos actuales. Sus efectos en el terreno de la comunicación social, la subjetividad y el cambio cultural, así como en las formas estatales y los modos de gobierno de las poblaciones (con la ciberseguridad y la llamada “transparencia” o “gobierno abierto”), requieren ser estudiados y debatidos. Asimismo, es necesario repensar las alternativas y los proyectos de cambios que permitan postular nuevas formas de intervención en estos planos.

Este listado de cuestiones no agota ciertamente las dimensiones que plantea la reflexión sobre esos futuros necesarios y posibles que alimentan y orientan la labor emancipatoria. Así también, no se trata solo de imaginar teóricamente esos futuros en base a nuestros pasados, sino además de reflexionar y difundir las experiencias populares que en este presente actualizan y anticipan esos futuros que perseguimos. En ambos casos, señalan las preguntas y horizontes que orientan el caminar de nuestra labor desde el Instituto Tricontinental.

Tricontinental