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Repunte de la violencia en el departamento del Cauca
Desde el cambio de gobierno nacional a mediados del 2018, los pueblos indígenas estamos denunciando un escenario de escalación de la violencia selectiva – de por sí ya severa – contra líderes y lideresas, la Guardia Indígena y otros procesos comunitarios.
Comité Regional Indígena del Cauca / Sábado 9 de noviembre de 2019
 

Con 11 muertos en tres masacres presentadas en tres días entre finales de agosto e inicios de septiembre, incluyendo el asesinato e incineración de una candidata a alcaldía con todos/as sus acompañantes; el regreso de la violencia al Cauca ha llamado la atención a nivel nacional e internacional. No obstante, en los territorios indígenas esta crisis ya se estaba anunciando desde hace rato. Desde el cambio de gobierno nacional a mediados del 2018, los pueblos indígenas estamos denunciando un escenario de escalación de la violencia selectiva – de por sí ya severa – contra líderes y lideresas, la Guardia Indígena y otros procesos comunitarios mediante amenazas de muerte, panfletos amenazantes por parte de grupos armados (que además de un aumento cuantitativo también presentan un recrudecimiento en el lenguaje utilizado, pasando por ejemplo a la declaración de personas como “objetivos militares” a anuncios de “masacrarlos”), seguimiento por personas desconocidas, atentados y homicidios sicariales, sin que se diera una respuesta estatal adecuada. El año presente, esta situación se ha agudizado aún más, así que los últimos hechos violentos representan la continuación lógica de una dinámica ya bien documentada desde hace más de un año.

Los responsables materiales de esos hechos son una multitud de grupos armados, entre ellos disidencias de las FARC, ELN, EPL, grupos paramilitares y narcotraficantes. Pese a esa diversidad de autores materiales los motivos detrás de estos ataques y acosos, en general de una u otra manera se fundamentan en la incomodidad que representan los procesos de autonomía, economías propias, gobierno propio y control territorial que están adelantando las comunidades para una amplia gama de actores locales, regionales y transnacionales con pretensiones de explotar los territorios para sus propios intereses económicos, sean de agroindustria, minería tanto ilegal como con concesión por parte del estado, narcotráfico o extracción de maderas y otros recursos naturales. Mientras que se enfrentan entre ellos con la misma frecuencia con que crean alianzas, la autonomía de las comunidades para todos esos actores presenta un estorbo que desafía sus aspiraciones de poder.