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Opinión
9 días de Paro Nacional ¿Qué puede venir ahora?
El Paro y sus muchas expresiones seguirá como lo que es, y por ello mismo podrá bajar su intensidad por momentos sin que eso signifique por sí mismo un desgaste o una prueba de el gobierno convenza o avance. Por eso, la responsabilidad de los referentes de orientación es cada vez más alta.
Jose Antequera Guzmán / Sábado 30 de noviembre de 2019
 

Se cumplen más de ocho días de Paro Nacional con las características del #21N: el sancocho de identidades y reivindicaciones hermanadas que señalan el mismo punto. La activación social expansiva. La dinámica de un Paro que no ha parado todo pero que tampoco ha parado. La memoria, que ha servido para que no se pierda la lucha en homenaje a Dylan Cruz a pesar de los mensajes que invitan a convertir su muerte en motivo de desesperanza. ¿Qué puede venir ahora?

Es importante entender que esta movilización significa, en sí, un quiebre en la táctica que constituye al uribismo consistente en imponer o hacer pasar silenciosamente reformas neoliberales a punta de miedo. Es la constatación y la denuncia de que el dominio uribista nunca ha significado una hegemonía y consenso nacional suficiente. Que su vigencia en Colombia siempre ha dependido del “enemigo terrorista” y de la capacidad declarar el estado de excepción de la democracia en nombre de la batalla por la salvación de la patria. Que después del proceso de terminación del conflicto con las FARC, el gobierno de Iván Duque no pudo convertir al “castrochavismo” en la justificación para hacer pasar ahora las medidas del llamado “paquetazo”. Que al usar la misma táctica en 2019 se metieron con la generación que no se la aguanta más.

No lo podemos olvidar. El gobierno dijo que el #21N era obra del Foro de Sao Paulo y silenció una medida del paquetazo que es el tal holding financiero. ESMAD, arbitrariedad y fabricación de pánico fueron la contracara del presidente hablando de unidad nacional y que luego cambió la figura del enemigo, del Foro a Gustavo Petro. Dylan no murió, a Dylan lo mataron. La “conversación nacional” no ha sido otra cosa que un esfuerzo por aprovechar el sancocho y diluirlo con agua hasta que no sepa a nada.

Afortunadamente el movimiento social reaccionó presentando referentes de orientación, que no son únicos, ni son cerrados, ni pueden asumir que tienen la representación delegada de una movilización desbordada, pero que sí tienen la responsabilidad de hacer propuestas con la autoridad que les corresponde ante una sociedad que tiene toda la capacidad de expresar, ahora inmediatamente, si cree que las propuestas son correctas o equivocadas. Y parte fundamental de esa tarea es ir destacando logros como el hecho de que el gobierno haya tenido que retirar la intensión de reducir el salario debido a la condición más joven de una persona, o haya tenido escuchar, aunque todavía no se decida por el método correcto.

Es eso lo que han hecho el Comité Nacional de Paro, el Movimiento Defendamos la Paz y la bancada de congresistas alternativos del Congreso, con el movimiento estudiantil que ha liderado las movilizaciones más importantes de 2019, la Minga Indígena del Cauca y otros sectores movilizados del entorno que ha enfrentado el modelo uribista. Su agenda, nuestra agenda, no sólo es clara sino que apunta a ese quiebre por el que esta no es una manifestación más sino un momento de ruptura: que se cancele definitivamente el paquetazo, el miedo con que se ha querido hacer pasar y que el gobierno se comprometa con la otra ruta que conoce el país y que ha costado todos los muertos que ya no admitimos, que es la de la paz con los derechos cercenados de la Constitución del 91 (educación, salud y justicia).

Es previsible que el gobierno pretenda mandar señales aún con la ilusión de desmotivar, haciendo algunas concesiones por fuera de una mesa legítima como si fueran iniciativa propia, como ha pasado ya con la objeción del presidente al artículo 44 de la Ley de presupuesto para que las demandas contra el Estado se pagaran con recursos de la universidad pública. A hoy, este gobierno todavía tiene prohibidas las salidas, por lo que muchas cosas dependen, básicamente, de los nervios del chivo expiatorio en que el Centro Democrático quiere convertir a Iván Duque.

Por el otro lado, el Paro y sus muchas expresiones seguirá como lo que es, y por ello mismo podrá bajar su intensidad por momentos sin que eso signifique por sí mismo un desgaste o una prueba de el gobierno convenza o avance. Por eso, la responsabilidad de los referentes de orientación es cada vez más alta. Si algunos lideres no salen de discusiones autoreferentes o se quedan quietos esperando a que un libro les cuente lo que es un sancocho, que más bien hay que oler, probar y batir todos los días, estarán dilapidando, no la oportunidad de cambio que no dejará de existir el 31 de diciembre, sino la oportunidad de demostrar que efectivamente son la referencia respetable que esperamos con la certeza de que luchar sí sirve.

Edición 663 – Semana del 30 de noviembre al 6 de diciembre de 2019