Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Opinión
El paro nacional: los tiempos están cambiando
No se equivocan quienes califican de histórico el paro nacional que comenzó el 21 de noviembre y se ha prolongado por más de una semana.
Medófilo Medina / Lunes 9 de diciembre de 2019
 

En 1977 se llamó “paro cívico nacional” a una movilización de masas, que alcanzó vastas proporciones y que duró dos días. Por esa época en Argentina, Perú o Ecuador se les llamaba “paro obrero nacional” a los eventos de este tipo. La denominación de “paro cívico” en Colombia nació de una cierta inseguridad sobre si la clase obrera podía asumir o no su papel de vanguardia, pero además recogió a nivel nacional la experiencia de numerosos paros cívicos locales que habían tenido lugar entre 1957 y 1977.

El de hoy se llama sin titubeos paro nacional. La pluralidad de los convocantes avala la denominación: sindicatos, federaciones de maestros, asociaciones estudiantiles, consejos indígenas, organizaciones de derechos humanos, confederaciones de acción comunal, colectivos juveniles, asociaciones de víctimas y de mujeres, barras deportivas, organizaciones campesinas y afrodescendientes, ONG, partidos políticos: aproximadamente setenta asociaciones sociales y políticas. También hay sectores de la sociedad civil no organizada, barriadas y han participado más de quinientos municipios.

El paro de 1997 y sus consecuencias

El paro nacional fue convocado por organizaciones concretas. Eso marca una diferencia con las movilizaciones actuales en América Latina donde el estallido se ha producido de manera súbita ante un hecho que desencadena un largo proceso de fermentación. También el paro de 1977 fue convocado por las cuatro centrales obreras que entonces existían.

En el paro cívico del 77 fueron los cohetes lanzados desde las azoteas de edificios y casas particulares a las 11:45 de la noche del 13 de septiembre los que anunciaron a los bogotanos que comenzaba una jornada de lucha.

En el paro cívico las organizaciones convocantes llamaron al cese de las actividades laborales, la parálisis del transporte y el boicot al transporte intermunicipal. En 1977 no fueron convocadas marchas, ni concentraciones, pero por propia iniciativa en los barrios la gente, especialmente los jóvenes, salió multitudinariamente a la calle y se enfrentó a las tanquetas del Ejército. El paro cívico de 1977 resultó ser la confluencia no necesariamente armoniosa de lo sindical y político organizado y de lo cívico espontáneo.

En el corto plazo el paro cívico nacional de 1977 obtuvo significativos resultados, que por razones de espacio no consigno.

A largo plazo las interpretaciones del paro cívico nacional de 1977 precipitarían al país en la pendiente de profundizar el conflicto interno. El gobierno de Turbay Ayala llegó a la conclusión de que el paro cívico había sido un intento de levantamiento popular de inspiración marxista y por ello adoptó el Estatuto de Seguridad.

Este paro ha hecho confluir a múltiples sectores alrededor del malestar que ha producido el gobierno de Iván Duque.

La izquierda, particularmente las organizaciones armadas, coincidieron con el balance del gobierno: el paro había sido una revolución frustrada y asumieron que un nuevo paro cívico nacional debía ser la confluencia del movimiento popular y de las guerrillas.

En ese momento, lo que se impuso fue la conversión del conflicto interno en un dispositivo central de la reproducción del sistema político. El paro cívico fue un evento histórico grandioso, pero las interpretaciones políticas que de él se hicieron resultaron para el país, catastróficas.

¿Cuáles son las exigencias?

En el paro del 21N las exigencias y los objetivos de la protesta fueron formuladas por las organizaciones convocantes.

La pluralidad de los sectores participantes, así como el amplio espectro económico social y político alcanzado por el paro nacional deben reflejarse en las instancias de diálogo con el gobierno. La representación del paro debe ofrecer toda la autoridad política, la representatividad y la competencia para mantener la exigencia de una negociación que siente las bases de una salida democrática a la crisis. Y esto no puede venir de la “conversación nacional” sobre la que lanza globos el presidente Duque.

En las manifestaciones nacionales se han hecho presentes los temas que han removido la vida social de otros países de América Latina y el mundo:

La situación de desigualdad y pobreza crecientes a la que son sometidas las capas bajas y medias por las políticas neoliberales impuestas por el FMI, El Banco Mundial, la OCDE.

Los regímenes de pensiones, los salarios que no alcanzan, la salud, la educación, las tarifas de los servicios públicos, la democracia.

En la movilización actual, además de estas exigencias internacionales, englobadas en el denominado “paquetazo de Duque”, figuran puntos centrales del sentir nacional:
Cumplimiento de los acuerdos de paz.

Repudio a los asesinatos de los niños en los bombardeos en Caquetá,

Asesinatos de comuneros y autoridades indígenas, de líderes sociales, y de excombatientes de las FARC, Demandas del movimiento ambientalista.

Respeto por la diversidad sexual.

También la brutalidad del Esmad dejó de ser el asunto de los estudiantes y pasó a constituirse en un tema central para amplios sectores de la ciudadanía. El Esmad se ha convertido en una unidad policial de provocación antes que de prevención. Es una realidad que hay una pelea cazada entre estudiantes y Esmad. La claridad documentada de las circunstancias en las que se produjo el asesinato del joven estudiante Dilan Cruz no es un hecho menor y no va a permitir que el gobierno descarte tan fácilmente este punto en la negociación.

Cómo se llegó a este paro

La mentalidad de la mayoría de la población está cambiando, y a pasos que sorprenden. Por ejemplo, el 25 de abril del presente año las centrales obreras, Fecode y organizaciones sociales convocaron un paro nacional contra el Plan de Desarrollo.

La convocatoria tuvo cierta aceptación. A la marcha concurrieron unas diez mil personas, cifra que se multiplicó muchas veces el 21N. Es decir, hace siete meses el malestar colectivo no había alcanzado el punto en el que la descarga eléctrica resultaba inevitable.

Pero las nubes se cargaron con los eventos que se han acumulado en esa corta duración. Estos han sido algunos de los momentos que llevaron hasta este momento:
16 de mayo. El Centro Democrático propuso un referendo o constituyente para reformar la JEP.

30 de mayo. La Corte Constitucional rechazó las reformas del gobierno a la Ley de paz.

5 de abril. Durante el congreso de Asofondos el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, confirmó que en el último trimestre de este año se llevará al Congreso el proyecto de reforma pensional.

23 de mayo. Iván Duque dijo que: “La reforma pensional es fundamental para el país y nosotros hemos dicho que la presentaremos o a final del año o a comienzos del año entrante”.

24 de octubre. La OCDE recomendó a Colombia la reforma pensional.

27 de octubre. La revista Semana reveló conversaciones de WhatsApp en las que se planeó la muerte del excombatiente de las FARC Dimar Torres por instancias y personas del Ejército Nacional.

20 de junio.: Fue hundida la mayoría de proyectos de Ley anticorrupción.

29 de agosto. Anuncio de rearme de Iván Márquez, Jesús Santrich, el Paisa y Romaña.

8 de julio. La ministra de Trabajo, Alicia Arango, anunció “la posibilidad de que sea regulado el trabajo por horas como una forma de dinamizar el empleo en Colombia”.

1 de octubre. Álvaro Uribe radicó en el Senado el proyecto de ley “Por medio del cual se reduce la jornada ordinaria de trabajo, se reglamenta el trabajo a tiempo parcial y se dictan otras disposiciones”.

Elecciones regionales y locales del 27 de octubre con resultados claramente adversos al interés de los guerreristas y reveladores del avance de las fuerzas alternativas.
9 de octubre. Sergio Clavijo, presidente de ANIF, recomendó permitir un pago del 75 por ciento de un salario mínimo para los jóvenes porque están en etapa de formación.

16 de octubre. La Corte Constitucional hundió la ley de financiamiento presentada por el Gobierno a finales de 2018.

5 de noviembre. Debate de Roy Barreras sobre niños bombardeados en operación militar del 2 de septiembre de 2019.

La opinión pública había recibido todos esos mensajes y la invitación al paro nacional no cayó en el semivacío en la que había caído la de abril.

Con imaginación y con alegría

El paro nacional ha roto todos los récords de la imaginación. La marcha fue un aspecto central del 21 y de los días siguientes, así como las concentraciones en distintos sitios tanto en Bogotá como en otras ciudades. El cacerolazo en los barrios fue un ensayo exitoso y demostró su eficacia como respuesta al rumor orquestado” (Peñalosa) o “inducido” (Roy Barreras) sobre la entrada de los vándalos a los conjuntos residenciales. El cacerolazo procedente de Chile se nacionalizó en Colombia, sin pago de aranceles, el 21N.

El paro es de quiénes han hecho de este una fiesta, una congregación en las calles.
El 21N ha sido una zaga de lucha envuelta en una espiral de alegría y optimismo no exenta de dolor e indignación. La música y la danza se han hecho presentes en las marchas y concentraciones, desde la percusión de la batucada hasta la música sinfónica.

Un registro muy alto lo alcanzaron las voces que entonaron el “Himno de la Alegría” y “Colombia tierra querida” el miércoles 27 en el Parque de los Hippies en Bogotá, bajo la dirección del maestro Gerassim Voronkov. Tres días antes centenares de voces habían cantado alrededor de la casa de Duque la canción de los revolucionarios italianos antifascistas “Bella ciao”.

Al repasar las jornadas del Paro Nacional se pueden advertir las novedades de cada una de ellas y la figuración privilegiada de uno y otro sector participante. Así, por ejemplo, el 25N fue de las mujeres, quienes supieron integrar la denuncia de la violencia contra la mujer con los motivos generales del paro nacional. El 29 y el 30 los protagonistas fueron los indígenas apoyados por los estudiantes.

Lo que los vientos traen

Al ver y sentir todo esto muchos intuyen que algo fundamental ha empezado a cambiar. El país no será el mismo a partir del 21N. Pero esta no es una verdad decretada, es un curso de acción que depende de la mayoría de los colombianos. Ahora bien, el paro nacional, la magnitud social y política que ha alcanzado resultan inseparables del clima creado por el Acuerdo de Paz. No obstante las asechanzas contra la paz, la idea de superación del Conflicto Interno ha ganado crecientemente a grandes sectores de la opinión nacional y ha incidido en la superación del miedo o de la duda paralizante sobre la utilización de la movilización social por las guerrillas. Los sectores partidarios de prolongar la guerra pierden de manera visible espacio de maniobra. El Paro Nacional se ha convertido en indicador de que la época de la paz en Colombia va.

El paro nacional de 2019 ha sido un enorme ejercicio de soberanía de las grandes mayorías nacionales. La muchedumbre política que actuó no parece que pueda encausarse en el canal de las aguas negras del fascismo o en las corrientes turbias del delirio mesiánico insurgente. ¡El Paro Nacional pertenece a quienes lo hacen!