Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
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Yurany Cuellar: “El feminismo campesino y popular plantea una lucha frente a este modelo patriarcal y capitalista”
Marta Saiz, Melissa Silva Franco / Miércoles 29 de enero de 2020
 
Yurany y Yusneris en Barrancabermeja. Foto: Marta Saiz

Yurany Cuéllar se define a sí misma como una mujer feminista. Hace ocho años que comenzó su labor en la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC), defendiendo los derechos de las mujeres desde el comité de género. La fuerza y la pasión de su trabajo, ha llevado a poner el feminismo campesino y popular en los debates dentro de las comunidades, defendiéndolo como “una lucha frente a este modelo patriarcal y capitalista. Un modelo que utiliza nuestro cuerpo como negocio”.

La lideresa define el feminismo campesino y popular como una propuesta para que las mujeres logren una libertad sin violencia, con derecho a tener una movilidad sin prejuicios, sin ataques y sin miedo a caminar. “Para tener nuestra propia voz en la defensa de la tierra, el territorio y las semillas”. Sin embargo, considera que esta lucha no solo es de las mujeres, sino también de los hombres, ya que es importante generar nuevas masculinidades dentro del entorno y contexto rural. “Sabemos que hay un modelo patriarcal que pone al hombre sobre la mujer. Es en este sentido que estamos buscando que los hombres entiendan que debe haber una equidad e igualdad, y así poder trabajar de la mano”.

Gracias al trabajo de lideresas como Yurany, cada día son más las mujeres que integran los movimientos sociales. Una de ellas es su hermana mayor, Yusneris Cuéllar, que comenzó cuando el paro agrario de 2013 cambió su estilo de vida. Pasó de la administración publica a la defensa de los derechos humanos, donde también apoya el fortalecimiento del trabajo de género. Al igual que su hermana, Yusneris defiende el feminismo campesino y popular, matizando que también es una pelea para que el Estado reconozca a la campesina y al campesino como actores políticos de la sociedad colombiana.

Este reconocimiento del campesinado colombiano, especialmente de las mujeres y las lideresas sociales, comenzó con la firma de los acuerdos de paz, entre el Gobierno y las FARC-EP, y la transversalización de la perspectiva de género en todo el texto. “Es un avance significativo y lo vamos a defender, porque es una herramienta fundamental para seguir luchando por nuestros derechos”, dice Yurany. “Hoy hay todo un proceso de la mujer campesina por defender el acceso a la tierra y la participación política en otros escenarios que no sea el hogar”.

En 2017, estos avances hicieron posible la conformación de una coordinadora de mujeres a nivel regional de la Zona de Reserva Campesina de la ACVC. Y un año más tarde, tras el buen funcionamiento de ésta, se pensó en hacer lo mismo a nivel de todo el nororiente colombiano, a través del proyecto Red de Mujeres Campesinas para la Paz Territorial, apoyado por ONU Mujeres. Con esta iniciativa se fortalecieron las alianzas entre ACVC, Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (CAHUCOPANA), Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de Guamocó (AHERAMIGUA), Asociación Campesina del Catatumbo (ASCAMCAT) y los diferentes Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de las personas desmovilizadas de las FARC-EP. “Con este proyecto no solo hemos conseguido la creación de la Coordinadora de Mujeres del Nororiente Colombiano, sino el posicionamiento de una agenda de incidencia a nivel nacional con la Coordinadora Nacional de Mujeres de las Zonas de Reserva Campesina de ANZORC”, declara Yurany.

Para las hermanas Cuellar Pérez, el reconocimiento y la organización de las mujeres campesinas es un paso muy importante contra el machismo que se sigue perpetuando en las regiones rurales. Un obstáculo para que muchas mujeres no estén en los espacios públicos de toma de decisiones. “Este fortalecimiento ha hecho que se avance hacia una apertura de mente en la ruralidad de nuestro país, desvirtualizando los mitos que hay sobre el feminismo y el enfoque de género”, destaca Yurany.

Por su parte, Yusneris afirma que para ella el liderazgo social y la participación en la Coordinadora de Mujeres ha supuesto un cambio total de su estilo de vida: “pasé de estar donde me dictaba este sistema capitalista a estar en un proceso de aprendizaje y solidaridad, donde acompañamos a las comunidades a humanizar lo que el propio sistema ha deshumanizado. Nos han enseñado a que el dolor ajeno, si no nos afecta, no importa. De ahí la importancia de volver a ser seres humanos, para solidarizarnos entre nosotras y fortalecer el tejido social tan necesario para la defensa de nuestros derechos como mujeres campesinas”.

Yurany en Barrancabermeja. Foto: Marta Saiz

El liderazgo social de las Cuéllar, un legado que pasa de generación en generación

Las hermanas Cuellar Pérez llevan el liderazgo social en la sangre, pues su padre fue un reconocido defensor y alcalde del municipio de Cantagallo, en el Sur de Bolívar. “Él fue el que nos dio la formación en derechos humanos. Cuando murió sentimos la necesidad de seguir con el trabajo. Y ahí nos fuimos enamorando de este proceso organizativo”, relata Yusneris. “Es un legado que va trascendiendo de generación en generación”. Igualmente, calaron en ellas las enseñanzas de su madre, quien también trabaja en la defensa del territorio.

De esta manera, Yurany, Yusneris y toda la familia Cuéllar Pérez continúan con la tarea de construir una sociedad más justa, incluyente, con equidad e igualdad. Continúan con la defensa de los derechos humanos que líderes y lideresas sociales emprendieron, algunas pagando con su vida. Y a pesar de las amenazas y los asesinatos, -que este mes de enero han ascendido a más de 20 defensores y defensoras asesinadas-, ellas y otras tantas siguen optimistas para avanzar, buscar y llegar a esa paz. Una paz con justicia social donde sean reconocidos los derechos de todos y todas por igual.

Yusneris en Barrancabermeja. Foto: Marta Saiz

Este reportaje forma parte del proyecto Vivimos la guerra, construimos la paz, de la Asociación Acción Internacional por la Paz / IAP Catalunya, que ha recibido el apoyo de la Beca DevReporter 2019, impulsada con la financiación del proyecto Frame, Voice, Report!, de la Unión Europea, la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) y el Ayuntamiento de Barcelona. El contenido de este artículo es responsabilidad de sus autoras y no refleja necesariamente la posición de la Unión Europea.