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Opinión
La democracia subalterna, presente y porvenir del paro nacional
Miguel Ángel Herrera Zgaib / Lunes 3 de febrero de 2020
 

“Fue una marcha majestuosa, una manifestación cívico-popular que las mismas centrales obreras nunca llegamos a imaginar…”
Julio Roberto Gómez, CGT.

“A partir de la próxima semana daré inicio a una conversación nacional que fortalezca la agenda vigente de política social”.
Iván Duque, presidente.

Están lejanos los hechos del 21 de noviembre, cuando el gobierno de Iván Duque, –el presidente, cabeza de una coalición política dominante que junta a la reacción y a la derecha– tuvo que enfrentarse aquel jueves a un paro nacional en el día, y a un cacerolazo en la noche, que se escuchó en Bogotá y en la nación urbanizada.

Dos meses después, el 21 de enero de este año, el gobierno del Centro Democrático y sus aliados, volvió a recibir la notificación en calles y plazas que el paro no había terminado, mientras que el cacerolazo citado para las plazas principales de Bogotá y otras ciudades alertó sobre la necesaria exigencia, no de conversar simplemente, sino de negociar con los paristas y protestantes, diurnos y nocturnos.

Para la opinión pública, y para la alebrestada y movilizada clase media, así como los jóvenes y las mujeres, quienes hacen parte del “precariado”, resultado de aplicar la receta neoliberal desde los tiempos de César Gaviria, está claro que hay un pliego petitorio que reunido por el Comité Nacional de Paro suma 104 puntos.

De otra parte, este bloque de oposición subalterna en formación está enfrentado a los seis temas impuestos por el gobierno para la Conversación nacional, un remedo de lo que fuera el diálogo nacional de los años 80, que lideró la guerrilla urbana del M-19 para avanzar en una primera negociación de paz.

El diálogo de ahora tiene la coordinación de un hábil negociador Diego Molano, el secretario de Duque, dispuesto a lidiar con y disuadir a los protestantes, evitando que haya el más mínimo contacto con el elusivo, encerrado y consternado presidente. En su reemplazo, la ministra del interior, Nancy Patricia Gutiérrez, escudera del presidente, primero trinó #NoPudieron. Luego, en breve entrevista precisó: “Los violentos y los vándalos no pudieron amedrentar a la ciudadanía. Los sectores políticos que buscaron derrocar al Gobierno no pudieron hacerlo”GUTIÉRREZ, Nancy Patricia, No hay falta de voluntad, en: El Tiempo, 3/12/2019, p. 1.12. .

En Colombia avanza la crisis de hegemonía, porque los gobernados en su mayoría no aceptan más las directrices de sus gobernantes, que apenas llevan 18 meses, y la sociedad civil movilizada les exige rendir cuentas en las calles y plazas.

Al final de año de esta crisis episódica tuvo un cierre dirigido por más de 40 artistas en desobediencia civil creativa. Con la vocería de la cantante Adriana Lucía, entre otros, invitaron con gran poder de convocatoria, al Concierto por Colombia, a partir de las 8.30 am., del domingo 8 de diciembre.

El 30 y 31 de enero estuvieron reunidos los activistas organizados, por delegaciones y cupos. Todos con la responsabilidad de coordinar la agenda del año 2020, para “frentiar” el proyecto de Paro Nacional abierto desde el 21 de noviembre pasado, que ahora muestra a su interior dos tendencias principales, una mayoritaria en el Comité nacional, que reúne al grueso de las fuerzas sindicales, menguadas por la represión y las transformaciones de la economía capitalista junto con el PDA, el MOIR, y la Alianza Verde.

¿Un Déjà vu?

La otra tendencia, minoritaria, tiene al partido Comunista, y “los desobedientes” del pasado 30 de enero. La punta de lanza fueron los jóvenes universitarios que reclamaron mayor representación a los mayores. Tenían 120 cupos gremiales, repartidos por igual entre ACRES y ENEES. Forzaron las puertas del teatro Jorge Eliécer Gaitán, donde sesionaba el Comité. La mayoría del Comité se salió del recinto, los nuevos ocupantes, y delegados de espacios regionales, con la presencia transversal de colectivos femeninos, LGTBI, artistas organizaciones barriales e independientes.

Ante la división manifiesta del primer día, hubo acercamiento para retomar la deliberación en común. La mayoría propuso ir por el almuerzo y regresar a las 2 pm., para recomponer la dinámica de la asamblea. Los jóvenes se quedaron con otros afuera esperando el regreso de los jerarcas sindicales, quienes tardaron más de 3 horas en volver. Anunciaron que no era posible reunirse más allí, porque la alcaldía, ante el uso inapropiado del espacio, había ordenado su cierre.

Así, en la reunión inaugural, después del connato de escisión entre los delegados, agravado por el retiro de sindicatos y MOIR, Ennes y otras organizaciones; y, el PC, organizaciones regionales, indígenas del Cauca y Enees, por el otro, fallido el proceso de interlocución después de incumplida la palabra por el Comité Nacional de Paro, convocaron a sesionar en forma dividida en dos nuevos espacios el viernes 31. Unos se fueron a deliberar al auditorio Cafam-Floresta, y los demás lo hicieron en la Concha Acústica de la U. Nacional. No fueron capaces de evitar el fraccionamiento manifiesto de la dirección subalterna en su diversa composición y pluralismo necesario.

Ese mismo viernes, desde el auditorio Cafam, mientras otros seguían deliberando en la concha acústica de la U. Nacional a partir de las 8 am., la mayoría de la dirección del Comité de Paro, aunque cuestionada, anunció por los medios a su alcance, con la vocería de Fecode que habrá movilización en febrero, y la convocatoria de paro general para marzo. En suma, las fuerzas subalternas están una vez más fracturadas, cuando, de otra parte, el gobierno reaccionario de Duque recompone su fuerza dirigente, se prepara para enfrentar la protesta cívica y popular.

Estos nubarrones, las torpezas de la dirigencia dividida, resta claridad al avance proceso de revolución democrática, cívica y popular que había ganado moméntum desde noviembre pasado. Es fundamental que esas divergencias se resuelvan de modo consciente, y haya un mensaje de unidad, y claras palabras de orden para el conjunto de la población que respalda esta lucha vital.

Avancemos, por lo pronto, en caracterizar las fuerzas movilizadas en pos de autonomía, y la trayectoria del más importante proceso que desde abajo encara la disputa hegemónica contra el bloque dominante en Colombia. Es el escenario que abrió el acuerdo de paz del gobierno Santos con las Farc – EP.

Es un trance que ahonda lo alcanzado con ocasión del otro proceso que devino en la promulgación de la Constitución de 1991, porque su aplicación es objeto de notable retroceso desde el momento mismo de la entrada en vigor, cuando puntos que tocaban con los pilares económicos y sociales del antiguo orden, se vieron amenazados por la puesta en ejecución de las nuevas reglas, y en particular las acciones dirigidas contra la desigualdad social…

¿Los “vándalos” qué se hicieron?

“Disolución del Esmad y depuración de la Policía Nacional, responsables de la muerte de Dilan Cruz”.
Punto 4 de la Agenda del Comité de Paro.

“…cuarto, si un grupo de manifestantes toma la mala decisión de afectar la movilidad u otros derechos ciudadanos (ataque a inmuebles, saqueos) habrá una mediación institucional para que cambien de actitud…y, por último, …habría como última opción intervención del Esmad”.
Protocolo de la alcaldesa Claudia López.

En paralelo con las protestas multitudinarias que atraviesan al Occidente neoliberalizado, hace carrera la leyenda negra de “los vándalos y el vandalismo”. Estos vocablos, de modo general, condenan aquellas acciones que indignados “energúmenos” de todas las edades, y no pocos, protegiendo sus identidades, los “capuchos”, lanzan para destruir el patrimonio público y privado a su paso.

Contra ellos, los gobiernos locales y nacionales envían cuerpos de gladiadores oficiales que le salen al paso, los que conforman el Esmad en Colombia, los Carabineros en Chile, y los CRS (Compañías Republicanas de Seguridad en Francia) que combaten a los “chalecos amarillos” desde el 17 de noviembre de 2018. Unos y otros constituyen los tristemente célebres escuadrones antidisturbios.

De manera paradójica, el Occidente cristiano registra que los “afamados” Vándalos eran de Dinamarca, y los desalojaron los “Godos”. Buscaron refugio en el Mar Negro, atravesando el Danubio, se asentaron por un tiempo en Panonia, oeste de Hungría, y este de Austria, eran los Silingos. La otra parte de este éxodo “bárbaro”, los Asdingos marcharon a Dacia, hoy Rumania y Moldavia.

Ellos fueron de nuevo derrotados por los Godos, y después, en el año 406, con Suevos y Alanos se establecieron en Hispania. Fuertes en lo militar derrotaron la contra avanzada de Flavio Castino; se expandieron al norte de África, apoderándose de Hipona, donde Agustín era el obispo. Los mentó, parece, en La Ciudad de Dios. Luego, los Vándalos establecidos en Cartago le dieron existencia a una cultura notable, a partir del año 435, y después invadieron y saquearon a Roma.

Así, la metáfora guerrera camina por la historia colombiana de la Violencia, que enfrentó al pueblo subalterno liberal, probablemente, vándalos para los prohombres del conservatismo de los años 40 – 50 del siglo XX, contra los “godos” chulavitas que inmortalizaron al Cóndor Lozano, paramilitar, resucitado en la novela y el cine nacional.

Después, al fin de la pacificación cum manu militarii, del dictador Gustavo Rojas Pinilla, aparece el antecedente represivo del Esmad. 50 soldados del Batallón Colombia, “héroes” de Corea, contra la horda china de Mao, que selló una nueva frontera, el paralelo 38, mantenida por la amenaza nuclear norcoreana.

Aquellos jóvenes dispararon sus carabinas punto 30, en la carrera 7ª con calle 13, y mataron 12 estudiantes e hirieron a 50 más. Era el 9 de junio de 1954, y un día antes, la víctima fue Uriel Gutiérrez, un estudiante de medicina de la Universidad Nacional, quien manifestaba como tantos otros con la sociedad civil del medio siglo movilizada contra la dictadura de Rojas Pinilla, y encontró la muerte como Dilan Cruz el pasado noviembre.

Esta excrecencia represiva parasitó a la policía nacional, haciendo caso omiso de la fuerza disponible, y en preparación para la negociación de paz con las Farc – EP, en San Vicente del Caguán. El Esmad nació de una directiva transitoria, # 0205 de 1999, que formalizó el gobierno Pastrana en la resolución # 01363 de 14 de abril. Dicho virus represivo, anticiudadano mutó y creció desde Bogotá hasta 18 ciudades más. Su pie de fuerza suma 23 escuadrones, “cada uno compuesto por 5 oficiales, 8 suboficiales, 158 patrulleros, para conformar un cuerpo de 3876 miembros, de los cuales 106 son mujeres” [1].

El saldo letal del Esmad, cuyo antecedente cercano es el Batallón Colombia, suma 34 muertos; y de la unidad policial dedicada a la acción urbana letal, tres han muerto, al menos, Mauricio Soto, en la Nacional, año 2000; José Libardo Martínez, en U. del Valle (2012); Albeiro Garibello, frente a la plaza de toros de la Macarena, por atentado del ELN. Según informó el general Oscar Atehortúa, director nacional de la policía, hay 69 fallos condenatorios y 86 miembros del Esmad sancionados.

Con todo y Esmad presentes, el 21 de noviembre, la movilización fue plural, versátil en los medios de protesta empleados, y multitudinaria, sin discusión. Para Bogotá se calcularon cuando menos 500.000 personas manifestándose, y la acción en las calles cubrió 80 municipios, entre los que se contaron las principales capitales, y un número representativo de ciudades intermedias. Durante la última jornada de paros, tuvo el debut de los nuevos alcaldes frente al uso de la fuerza para detener a los protestantes.

En Barranquilla, el alcalde Pumarejo, no la usó en ningún caso, y no hubo desmanes que requirieran de la fuerza pública, mientras que, en Bogotá, la alcaldesa y el secretario Gómez, quienes alaban la participación ciudadana perdieron el examen al tratar un bloqueo de buses y un connato de pedrea.

Entre noviembre 21 y el 21 de enero, hubo en acto también una repotenciación en varios actos de la experiencia histórica luctuosa del paro cívico de septiembre de 1977. Este, convocado también por las centrales obreras, UTC, CTC, CSTC, y el sindicalismo independiente, fue objeto de una brutal represión del gobierno del “progresista” Alfonso López Michelsen, con un número indeterminado de muertos.

Lo que no ocurrió aquí y ahora, pero, eso sí, el pánico mediático, que en Cali tuvo la cosecha más amarga, donde el alcalde Armitage no resistió ordenar el toque de queda en toda la ciudad por una buena cantidad de horas. Otro tanto se intentó hacer en las postrimerías de la administración Peñalosa, anunciando vía twitter, alertando a los vecinos en los barrios residenciales que hordas de vándalos y delincuentes podrían en riesgo su vida, honra y bienes en la noche de aquellos días.

Cacerolazo y nuevas movidas

“El acuerdo de paz con las Farc es semifallido”.
Mininterior, Bogotá, 28/01/2020.

“El fallido es el gobierno que usted representa; gobierno al que le quedó grande la paz”.
Carlos Antonio Lozada, senador de la Farc.

“Se trata de una manifestación policlasista y sin una organización única”.
Fabio Zambrano, historiador del IEU, Universidad Nacional de Colombia.

El curso de acción subalterna que singulariza esta coyuntura estratégica se extiende desde la posesión del presidente Juan Manuel Santos, quien anunció que las llaves de la paz no estaban perdidas, durante su discurso de posesión, pasan por el acuerdo de paz, y su tortuosa implementación, cuyos incumplimientos enfrenta la multitudinaria movilización de los subalternos en Colombia, que continua las acciones de los 3 últimos meses del año 2018.

En las primeras tres semanas de enero de 2020, la macabra contabilidad colombiana registraba 23 líderes sociales asesinados, que, de modo retrospectivo, yendo hasta noviembre de 2016, esto es, la firma del acuerdo de paz con las Farc – EP, la hecatombe humanitaria ya asciende a más de 800 asesinados, y entre estos, 182 son los excombatientes de las Farc.

Estos últimos se mantenían en desarrollo del posacuerdo, sin engrosar las filas de las disidencias, o unirse a los contingentes paramilitares. Dedicados todos los emprendimientos legales viejos y nuevos, en particular, los ETCRs. Es indiciaria de esta tragedia anunciada, querida por la reacción, la ejecución sumaria de Dimar Torres, puesto que son responsables un coronel, y tres suboficiales que hasta hoy se declaran inocentes. Aunque hemos escuchado grabaciones públicas, donde la sevicia y la premeditación de este frustrado “falso positivo”, rompen toda consideración moral.

Estos hechos repetidos hasta el absurdo no parecen hacerle mella al gobernante, y a su ministra del interior, quienes a capa y espada buscaron minimizar la protesta, pero sobre todo la paz pactada, sus números y alcances, después de 18 meses de titubeos y criminal indiferencia. Después de 13 días, el 3 de diciembre, el gobierno creó una comisión con Diego Molano, y Angelino Garzón, exlíder sindical de izquierda, ganado para la causa del Centro Democrático, quien viajó desde la embajada de Costa Rica para impulsar una conversación nacional con el Comité Nacional de Paro, que, sin embargo, se rehusó a suspender las movilizaciones acordadas con anterioridad.

Igualmente, la dirigencia sindical, sus vocerías recordaron la agenda de 13 puntos que presidió la primera movilización. Así lo reiteraba el presidente de Fecode, Nelson Alarcón, “mientras no haya una solución real a los 13 puntos no se suspenden las actividades que ya teníamos en el cronograma” [2].

Aquel pliego sindical y ciudadano, en su versión original, le ponía el cascabel al gato neoliberal. Incluyeron en el pliego original, entre otros, el retiro del proyecto de ley de reforma tributaria, llamado eufemísticamente, ley de financiamiento por el ministro de hacienda Carrasquilla, santón de la receta neoliberal a ultranza; derogatoria inmediata del holding financiero, otra de sus travesuras, contenido en el Decreto 2111/2019; derogatoria de la estabilidad reforzada, Circular 049 de 2019; disolución del Esmad y depuración de la Policía; no tramitar la reforma pensional, las reformas laborales, y derogar los artículos 193,198,240 y 242 del Plan nacional de desarrollo; no más procesos de privatización o enajenación de bienes del Estado, sin importar su participación accionaria.

Nancy Patricia hace apenas dos días, el martes 28 de enero, con descarado cinismo, calificó el acuerdo de paz firmado por el gobierno Santos como semi-fallido, durante el Gran Foro Colombia 2020, ¿Para dónde va el país? Era la réplica al autoproclamado candidato a la presidencia, Sergio Fajardo, quien dijo que el gobierno del presidente Duque polarizó y no unió al país.

Ella exhibía como expediente argumental la existencia de las disidencias de la Farc, cuya última manifestación fue el no retorno de Iván Márquez y Jesús Santrich, el Paisa entre otros. Quien gozó de inmunidad congresional, y estuvo un año retenido en la Picota, “puso pies en polvorosa” hasta el día de hoy. Ambos adujeron correr riesgo sus vidas.

La muestra fehaciente es el rosario de exguerrilleros sacrificados. Esos son los números de la crisis humanitaria que tiene visos de catástrofe, que suma a los más de 8 millones de víctimas del conflicto.

El dantesco episodio de los últimos tres años empieza a superar en progresión los registros de otro desastre político y humano, que dio comienzo al genocidio perpetrado contra la UP, a partir de 1985. Con estos antecedentes todas las reservas actuales se ven fundadas, y las precauciones y cierre y solidez del frente subalterna una cuestión de vida o muerte de la más importante movilización del tercer milenio, en sintonía con el resto del mundo de los explotados en rebeldía y desobediencia sostenida.

¿Quiénes defienden la Paz Subalterna?

“Plata sí hay, solo falta la voluntad política”.
Jennifer Pedraza, representante al CSU, PDA.

Dicho lo anterior, se entiende por qué la defensa del acuerdo de paz de 2016 es otra exigencia fundamental plasmada en los 104 puntos de la agenda de la ciudadanía movilizada por el Comité de Paro, y por fuera de esta dirección. Es parte de la agenda a negociar con el renuente gobierno Duque, como se ha probado en los inicios del corriente año.

Pero, en tres años está claro que la paz neoliberal está “boquiando”, y en su lugar emerge otra paz, la subalterna, la de los de abajo, los más de 8 millones de desplazados, y las víctimas del campo y la sociedad, a la que se unen, en forma progresiva desde el año 2011, las voces de los centennials y milennials, para quienes la educación es un bien cada vez más inalcanzables, y las posibilidades de trabajo regular y bien pago, inalcanzables.

Ellos son el precariado con mayúsculas, el talón de Aquiles de la desigualdad entronizada y multiplicada por la receta neoliberal que empezó a probarse como fórmula salvadora por la dictadura pinochetista, que sacó a los bombazos a un presidente socialista, Salvador Allende, elegido por el 37 % del voto ciudadano; torturó, bestializó, y desapareció a miles. Este nuevo orden capitalista de mostrar a partir de 1980 se hundió en el 2019, por una millonaria protesta de los subalternos que lo forzaron a preparar, por fin, el terreno para una constituyente en el año 2020.

Este sector multitudinario de jóvenes y mujeres configura el potencial de las multitudes subalternas que ahora irrumpen en América Latina, quienes son la punta de lanza de las movilizaciones pasadas y presentes, ejercen su poder destituyente. Pasadas en Colombia, con anclaje en la experiencia del movimiento estudiantil de 2011, que condujo al exitoso experimento de la Mane.

Porque derrotó la contrarreforma educativa de la administración del neoliberal Juan Manuel Santos, pero fracasó en el impulso de una reforma educativa progresista; y los desarrollos actuales de la centro izquierda, en los que descuellan voces como la de Jennifer Pedraza, del MOIR/PDA, y la representante por Bogotá, Juanita Goebertus, de la Alianza Verde; una alianza que fue apta para elegir la primera alcaldesa mujer en la ciudad capital, Claudia López.

A todos los une la incertidumbre. Primero, en cuanto al rumbo inmediato de la paz, y a mediano plazo, cuando la seguridad de la pervivencia, las jubilaciones y pensiones adquieren el carácter del espejismo del “vellocino de oro”, para sus propios progenitores, y enseguida para centennials y milennials.

Luego operó la justificada, pero intempestiva respuesta alrededor del globo. El activismo inmediato para desmontar la vulgata neoliberal y sus falsas promesas es el virus liberador, porque ya transformó el sentido común, viene produciendo mutaciones, que impiden la “libre reproducción” la hegemonía capitalista en forma capilar.

Con este tsunami, que no exceptúa a Colombia, un precipitado molecular de gran impacto sorprendió a todos los grupos políticos, quienes a su modo han decretado la cuarentena para permitir, paradójicamente, que el cáncer capitalista avance, hasta que haga metástasis.

Doscientos años después de 1819, se ha desprendido la gesta de la segunda independencia. A los 30 años del fallecimiento de Estanislao Zuleta, un heraldo de la modernidad y la democracia, que “resucita” con tantos otros, brindando lúcidas lecciones, a quienes hoy persisten en los errores de antaño, un lujo que no se puede dar el bloque movilizado en defensa de la paz subalterna.

Semanario Virtual Caja de Herramientas Edición 667 – Semana del 1º al de 7 febrero de 2020

[1PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, ¿Es conveniente disolver el Esmad?, en: El Tiempo, 22/01/2020, p. 1.12.

[2Gobierno da vía libre al diálogo, en El Tiempo, 3/12/2019, p.1.2.