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Opinión
20 de julio de las “viejas esas”
Aída y Sandra, las “viejas esas” que esquivaron la muerte y la violencia política, una como militante de la UP y la otra como guerrillera de las FARC, le mandan un mensaje claro al país y al uribismo: acá están y acá seguirán luchando junto al pueblo por los derechos de los oprimidos.
Agencia Prensa Rural, Guillermo Andrés Pérez / Martes 21 de julio de 2020
 
Criselda Lobo (Sandra Ramírez), senadora del partido FARC, y Aída Avella, de la Unión Patriótica.

Este ha sido un 20 de julio bastante atípico. Por causa de la pandemia no se realizaron los tradicionales desfiles militares, la instalación de la legislatura fue virtual y el recinto del Congreso estuvo casi vacío por cuenta de las medidas de bioseguridad que tomaron la presidencia del Senado y de la Cámara de Representantes. Pero este 20 de julio no pasará a la historia por las medidas de distanciamiento social o el impacto del coronavirus en la vida pública, sino por el protagonismo de dos mujeres aguerridas y valerosas: Aída Avella y Sandra Ramírez.

Luego del discurso del presidente Duque, lleno de eufemismos y tautologías, rico en frases rimbombantes que no dicen nada, le tocó el turno a la oposición de hacer uso de derecho a la réplica. La encargada de hacerlo fue Aída Avella, presidenta de la Unión Patriótica, sobreviviente del genocidio contra ese partido y víctima de un exilio de casi dos décadas. Su discurso estuvo dirigido a demandar al gobierno el cumplimiento del Acuerdo de Paz y en la disposición de medidas sociales para la atención de los colombianos más humildes y trabajadores del país.

Cuando la senadora Avella iniciaba su discurso, llamó la atención al Gobierno y particularmente al presidente sobre la necesidad de que le prestaran atención. Ante el reclamo, la cuestionada vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, trinó en su twitter personal un video en el que se encontraba el presidente Duque junto a su esposa y otros acompañantes viendo la intervención de la senadora. Pero lo que no tuvo en cuenta la vicepresidenta fue que en dicho video se escuchaba con claridad al presidente refiriéndose a la senadora como “la vieja esa”.

El escándalo no se hizo esperar y no era para menos. Esa expresión pone de manifiesto el desprecio de Iván Duque y de su gobierno a la participación política de una mujer valiente, al ideario político que representa, al conjunto de las víctimas del conflicto armado y particularmente a las víctimas del genocidio contra la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano. “La vieja esa” es nada más y nada menos que una sobreviviente de los paramilitares y narcotraficantes que siempre han estado junto al uribismo y junto a la élite gobernante en las últimas tres décadas; pero para Duque eso no tiene importancia.

Pero hay que decirlo con claridad: el protagonismo de Aída no es por gracia del irrespeto antidemocrático de Duque, sino en virtud de su discurso claro, vehemente, sin ambigüedades y señalando los asuntos críticos y urgentes a tratar en el tercer país más desigual del mundo. Esa mujer fuerte, que no le tiembla la lengua para llamar las cosas por su nombre, puso al presidente en su lugar y éste no fue capaz de tratarla con altura y respeto.

Luego, terminando la noche, fue elegida Sandra Ramírez como segunda vicepresidenta en el Senado de la República. Este nombramiento es una victoria del Acuerdo de Paz y un logro alcanzado por los excombatientes que persisten en la implementación integral de lo acordado. Griselda Lobo, el nombre de pila de la nueva vicepresidenta, fue guerrillera por 35 años. Conoce como pocas personas las realidades de la Colombia profunda, la injusticia, la desigualdad, las violencias que padecen las comunidades rurales y también las expectativas que los sectores populares tienen sobre la construcción de una patria nueva, lejos del ruido de la guerra y de la mano con la apertura democrática.

Sin duda este 20 de julio, más que un día atípico por el Covid-19, fue una jornada en el que las protagonistas fueron dos mujeres entregadas a la lucha por los derechos del pueblo. Aída y Sandra, las “viejas esas” que esquivaron la muerte y la violencia política, una como militante de la UP y la otra como guerrillera de las FARC, le mandan un mensaje claro al país y al uribismo: acá están y acá seguirán luchando junto al pueblo por los derechos de los oprimidos.