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Nueva Asociación de Víctimas en el Oriente Antioqueño
“Somos del Oriente y desde el Oriente somos vida”
Voces y rostros / Lunes 26 de febrero de 2007
 
Foto Rodolfo Hernández - Voces y rostros / Especial para Agencia Prensa Rural

En sus rostros y en sus manos están las marcas de la historia. Con sus palabras construyen un relato regional, el del Oriente Antioqueño, y con sus recuerdos mantienen viva la memoria colectiva de un pueblo que se resiste a callar. Las ‘víctimas’ del Oriente se niegan a ser “empaquetadas” en esa definición tan fría y vacía, pero no se rehúsan a compartir sus experiencias y a aunar esfuerzos para que sus voces, todas ellas, sean escuchadas.

Son víctimas sin tierra; con familiares ausentes, desvanecidos, desaparecidos; con miedo. Aunque han sido atacadas desde todos los frentes, grupos armados legales e ilegales, al unirse comparten dolores y no permiten que la indiferencia se convierta en un nuevo cáncer que amenace con acabar con ellas.

Sus historias, labradas al mismo tiempo que los campos, acompañadas por las lluvias y las sequías, rezan: “Que otras voces se escuchen y que el dolor sea propuesta”.

El encuentro

Entre el 9 y el 10 de febrero de 2007, la organización Conciudadanía, en conjunto con el Programa por la Paz del Cinep, realizaron en el municipio de Marinilla (Antioquia) el “Tercer encuentro regional de víctimas del Oriente Antioqueño”. Su objetivo fue hacer el lanzamiento público de la Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanas (Aproviaci), junto con la agenda pública que guiará las acciones de dicha organización.

Foto Rodolfo Hernández - Voces y rostros / Especial para Agencia Prensa Rural

En la actividad participaron aproximadamente 80 víctimas, representantes de los 23 municipios que conforman esta región. Una de las organizadoras, Beatriz Montoya, de Conciudadanía, explica que este proceso es el resultado de años de trabajo psicosocial con mujeres víctimas de la guerra, denominado “formación de promotoras de vida y salud mental”. “Empezaron unas 70 mujeres, quienes simultáneamente ingresaron a un programa llamado “Abrazos”, donde cada una de estas lideresas se responsabilizaba de 15 víctimas, con el apoyo de comités de reconciliación”, cuenta.

De esta manera, varios de estos grupos se constituyeron como asociaciones de víctimas en cada uno de los municipios, donde han sido apoyados por Conciudadana y el Programa por la Paz del Cinep, entre otras organizaciones.

Históricamente, el Oriente Antioqueño ha sido una de las zonas más afectadas por el conflicto armado. Desde la década de los 80, mientras esta subregión vivía procesos de industrialización y la puesta en marcha de megaproyectos hidroeléctricos y viales, una intensa agitación política liderada por la Unión Patriótica fue aniquilada por frentes paramilitares como los de Ramón Isaza. Esto provocó desplazamientos masivos de campesinos que eran acusados de ser colaboradores de la guerrilla. Finalmente, en los 90, se consolida un proyecto de expansión de las FARC y el ELN en la región, así como una respuesta de los grupos paramilitares, quienes intensificaron las masacres, los asesinatos y la brutalidad de su accionar.

María Cecilia*, una de las mujeres que asistió al encuentro y que vive en uno de los municipios afectados por el conflicto armado, declara que desde que empezó la guerra ha tenido que ser líder en su población, y hacer “de todo”: ser secretaría de la junta de acción comunal, hasta enfermera que cosía los heridos en combate. Su trayectoria con asociaciones de mujeres empezó hace diez años con “Los líderes del Oriente” y hace poco con “Abrazos”, donde asistía a las mujeres desplazadas que llegaban a diario y necesitaban apoyo emocional. “Vivíamos con ellas varios momentos, hacíamos momentos de relajación, donde ellas lloraban y recordaban, lo cual fue un apoyo para ellas”.

Según el informe “Píldoras para la memoria” (2006), realizado por el Instituto Popular de Capacitación (IPC), el Oriente Antioqueño ha sido una de las zonas más afectadas por el desplazamiento forzado de campesinos en toda Antioquia. Tan sólo del 2000 a 2004 se han desplazado 53.188 personas, y el número de crímenes de lesa humanidad llega a los 3.067 casos.

Por otro lado, un estudio más reciente del Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño señala que “de los 23 municipios, en 19 se sostiene el conflicto político armado”, pues aún persiste una lucha y operaciones de los frentes 9 y 47 de las FARC, el ELN (Carlos Alirio Buitrago), las AUC (reinsertados y desmovilizados), y las fuerzas militares. Esta situación refleja la constante violencia que se comete a través de delitos de lesa humanidad, violación al derecho internacional humanitario, y la utilización de minas antipersonales.

Precisamente, una de las respuestas de la sociedad civil en esta región ha sido dinamizar el trabajo del movimiento de víctimas, motivo por el cual presentaron las múltiples agendas que tendrán con la comunidad, con los desmovilizados, con el estado y con el propio movimiento de víctimas.

El Oriente Antioqueño

Es una de las nueve subregiones que divide el departamento de Antioquia, y a su vez una de las más ricas en recursos naturales, hídricos, variedad de climas, así como una posición geográfica privilegiada y una red de comunicaciones moderna. Está conformado por 23 municipios, que se subdividen en cuatro zonas: Embalses, donde se encuentra la producción hidroeléctrica del departamento y la tercera parte del país; Altiplano, el cual se articula a la expansión del Valle del Aburrá, así como a su crecimiento industrial; Páramo, comunica al Magdalena con el Cauca Medio, por lo que es un corredor estratégico para los grupos armados; Bosques, atada a las dinámicas sociales y económicas de la carretera Medellín-Bogotá.

Las agendas

Durante los dos días de encuentro se definieron cuatro agendas paralelas, así:

- Víctimas y organizaciones de víctimas: se planteó, entre otros, continuar con la legalización de las organizaciones de víctimas, la proposición de políticas públicas de atención integral a esta población, así como las acciones encaminadas a crear una memoria histórica (testimonios, historias de vida, libros, etc.).

- El estado: esta asociación de víctimas le demanda al estado respetar el principio de la objeción de conciencia, identificar los campos minados así como su desmantelamiento, ayuda humanitaria a las víctimas, exoneración de impuestos catastrales de fincas abandonadas por personas en situación de desplazamiento, ampliación de plazo para denuncias, identificación de las víctimas, y una claridad en los procesos de verdad sobre la violencia en el país.

- Comunidad: realización de campañas de no-violencia y resistencia civil frente a la guerra, campaña de sensibilización para que las víctimas no sean estigmatizadas, eventos públicos para hacer visible la situación de las víctimas.

- Desmovilizados: trabajar en proyectos productivos para alejarlos de la guerra, reinserción a la vida civil, que reconozcan la verdad, pedir perdón como un acto de contrición y no sólo para obtener beneficios jurídicos.