Opinión
Cinco años del acuerdo de paz: cinco años de incógnita
Hoy tenemos que tener claro que los aspirantes presidenciales colombianos que debemos apoyar tienen que hablar sobre la paz y el cumplimiento del acuerdo de La Habana, donde existen soluciones a múltiples problemas de la vida nacional
/ Domingo 28 de noviembre de 2021
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Cimarrón, activista, palenquero. Miembro del Conafro, del Ceuna, Kombilesa, Cenpaz.
El miércoles 24 de noviembre se cumplieron cinco años de la firma del acuerdo de paz en el teatro Colón de Bogotá, después del anuncio del acuerdo final en La Habana y de la firma publicitaria en Cartagena. A partir de esos tres hechos, inició un periplo que todavía no termina, el cual son las ilusiones de cerrar un conflicto en donde hemos estados embarcados de por vida muchas personas: líderes, excombatientes, combatientes, políticos, religiosos y un sinnúmero de personas más que se la han jugado por la paz de Colombia.
Cuando empezó el proceso de negociación se sabía que iba a ser difícil de implementar un acuerdo tan bien diseñado.
Este era un acuerdo que en sus seis puntos configuraba una nueva forma de hacer política; contenía unos planes de desarrollo en los PDET que lograban sacar al campesinado y la clase rural de ese atraso histórico con un distribución de tierra; planteaba realmente una solución el problema de las drogas desde el campesino que la siembra hasta sus comerciantes; para las víctimas traía verdad, justicia y reparación; contribuía a una real integración del ex combatiente a la sociedad; tenía un enfoque de género y en especial un capítulo étnico; y sobre todo no erar un acuerdo con sed de venganza ni configurado para afectar a sus detractores.
Las personas que se opusieron al acuerdo lo hicieron con puras mentiras hasta ganar el plebiscito y así continuar con la guerra que le da crédito a unos pocos.
Hoy cinco año después de la firma hay que decir que el Gobierno de Santos en lo que le faltaba de administración no cumplió realmente lo pactado y el de Duque continuó desfigurando el acuerdo, con ello violando un acuerdo de Estado que está respaldado por acuerdos internacionales y países: la reforma política no se ha implementado; los PDET no han entrado en funcionamiento real y la tierra no se ha distribuido; la propuesta para acabar el problema de droga sigue sin implementar; el sistema de verdad, justicia y reparación continúa desfigurado; y sobre todo continúa el asesinato de líderes sociales y de excombatientes, nada de las 16 curules de paz.
Toda esta realidad ha llevado a que un buen número de firmantes de paz se regresen a las armas con el agravante del entrampamiento que le hicieron a Santrich.
Desde mi perspectiva afrodescendiente y como participante de la audiencia y de la elaboración del capítulo étnico y hoy miembro del equipo técnico de la Instancia Especial de Alto Nivel de Pueblos Étnicos, me atrevo a decir que la implementación del capítulo étnico dentro del acuerdo final es donde mayor atraso existe en la implementación del acuerdo de paz, como se podrá observa en el informe de implementación que en los dos próximos meses publicaremos. En ese informe se puede dar cuenta de la forma como el Gobierno ha desfigurado la implementación y ha colocado todos los obstáculos posibles para el cumplimiento de lo pactado. El ejemplo más claro es el saboteo a las curules de paz donde los pueblos étnicos van a jugar por estar en los PDET.
En término de proyección política creo que la apuesta por la paz debe continuar y una forma es presionar por la implementación real del acuerdos tal cual como se firmó, seguir exigiendo la libertad para los presos de las antiguas FARC que continúan detenidos, exigir parar los asesinatos, instar a que le cumplan a los excombatientes, no solo a los cercanos a una tendencia dentro del partido Comunes sino a todos, exigir la presencia de gente negra en la decisiones del partido Comunes, así como de mujeres y gente de la región Caribe que se nota que estas tres variable han sido afectadas en daciones de la línea que más se visibiliza dentro de ese partido.
Para ir cerrando con la actualidad electoral: Hoy tenemos que tener claro que los aspirantes presidenciales colombianos que debemos apoyar tienen que hablar sobre la paz y el cumplimiento del acuerdo de La Habana, donde existen soluciones a múltiples problemas de la vida nacional, igualmente deben hablar sobre las víctimas. Estos dos temas deben ser parte del debate electoral. Ayer me realizó una llamada un primo y me realizó la pregunta en termino de preocupación: ¿por qué nuestro candidato que es del pueblo, Gustavo Petro, no habla de las víctimas? Esa pregunta me colocó a reflexionar un poco, ya que son alrededor de ocho millones de víctimas que tiene nuestro país, los cuales no podemos ser invisibilizar en un debate público de elección presidencial.
Los dos candidatos con más sentido y cara de pueblo, Gustavo Petro y Francia Márquez, deben incluir esos dos temas más de frente en su discurso: la paz y las víctimas del conflicto. Son cúmulo de gente que no ha estado representada en la elite que dirige el país; hoy esas personas necesitamos ser escuchadas y para ello deben ser incluidas en sus discurso y planes de gobierno. Esa sería una razón para votar por ellos.
Desde el palenque un cimarrón todavía.