Uribe y Lafaurie en el palacio de Nariño
¿Lobos con piel de oveja?
Se abre entonces, además de la polémica, varias inquietudes. Habrá un procedimiento que garantice que el Estado no caiga en la trampa de la especulación sobre el precio de tierras ociosas, que entre otras cosas la lógica de la acumulación y la no explotación de ellas es precisamente para construir una burbuja especulativa que ha encarecido el acceso a la tierra para muchos campesinos, es una pregunta abierta que solo el gobierno y sus institucionalidad rural podrá contestar.
/ Miércoles 28 de septiembre de 2022
|
El día de ayer, martes 27 de septiembre, se presentó un acontecimiento que los medios convencionales destacaron como la noticia política más importante de la última etapa, la reunión del expresidente Álvaro Uribe y acto seguido el encuentro del presidente del gremio ganadero FEDEGAN, José Félix Lafaurie, con el presidente Gustavo Petro.
Por supuesto es todo un suceso que el máximo jefe del partido opositor de derecha, el centro democrático, y el principal vocero de la defensa del modelo de tenencia de la tierra, basado en el latifundio improductivo y la ganadería extensiva, se reúnan con el primer presidente de origen de izquierda en la historia republicana.
Ni siquiera Uribe tuvo tal deferencia con el expresidente Santos, quien desde sus huestes es considerado un traidor por firmar el acuerdo final de paz entre el Estado colombiano y las extinta guerrilla de las FARC. Uribe acudió a la cita a pesar de catalogar a Petro como el fidedigno representante del “monstruo castro chavista”, etiqueta con la que fue atacado virulentamente por los representantes de esa malgama de expresiones retardatarias que se denomina el Uribismo. Y qué decir del presidente de la estructura nacional que reúne a ganaderos, históricamente asociados en el conflicto con la promoción e impulso de estructuras paramilitares, el mismo que además recientemente promocionó rehacer el modelo de seguridad privada símil de las convivir, origen del neoparamilitarismo que dejó millones de víctimas en el conflicto interno colombiano, reunido con quien en su etapa de senador denunció la parapolítica y los vínculos de grandes propietarios terratenientes con estos grupos. Estos antecedentes implican que este encuentro sea el indicativo de que iniciaría el comienzo de una nueva etapa que puede marcar una relación distinta con estas expresiones orgánicas de la oposición.
Por supuesto la reconstrucción democrática del país y el impulso de la añorada paz total, exige darle forma a lo que difusamente se plantea como la reconciliación. Ni mas faltaba no considerar necesario establecer canales de dialogo que desactive las violencias políticas y las originadas en el casi centenario conflicto por la tierra que ha alimentado el actual conflicto armado que padece el país.
Pero despojándose de miradas idílicas, es importante ubicar una reflexión sobre el alcance de este encuentro y las posibilidades reales de cambios en las dinámicas de conflicto que originan las concepciones políticas y la defensa de privilegios, profundamente excluyentes, que defienden estos dos personajes de la vida política nacional.
El Uribismo es una expresión política que ha potenciado una formación depurada de derecha que tiene una presencia cierta en la vida política, con una base social que se volvió a movilizar este 26 de septiembre, levantando sus banderas abiertamente ultraconservadoras frente a reformas políticas progresistas y transformaciones culturales modernas, que ha sido un eje central de su ascenso, de hecho anclado al discurso que llevó a la presidencia a Uribe y lo reeligió. Su discurso ha sido precisamente el tema de la defensa de la salida militar al conflicto, rechazando el escenario de diálogos y acuerdos, de hecho han sido abanderados de la oposición visceral al acuerdo de paz, que demostraron en su movilización permanente y sus consignas desde el plebiscito por la paz, pasando por su gobierno que minó en todos los sentidos la implementación del acuerdo, y desplegando hoy toda una campaña agresiva contra la propuesta de paz total que encabeza el nuevo gobierno.
Mientras en el parlamento vociferan las más encarnizadas y recalcitrantes representantes del uribismo contra al gobierno actual, con señalamientos, estigmatización y bastantes mentiras, estratagema refinada por esta expresión política, sorprende la disposición de su jefe natural por establecer canales de dialogo con el nuevo presidente. Esto a evidenciado tensiones entre sus aprendices y el histórico patriarca, ya la senadora Cabal, esposa del señor Lafaurie, conocida por su acido y provocador estilo, se pretende reivindicar como una especie de renovación de una derecha mucho más radical distanciada de su líder supremo.
¿Sera este un indicador de un giro del expresidente Uribe en clave de avanzar a un nuevo momento político?, o simplemente un movimiento táctico que lo ponga al centro como un protagonista en el escenario político después de la derrota de su proyecto en las pasadas elecciones.
Uribe es un hábil operador político y sin duda tratara de no desaparecer del escenario del debate público, pero su distanciamiento de tesis centrales de su proyecto, ayer por ejemplo enterró su planteamiento de “Castro chavismo” diciendo que Petro no podía ser estigmatizado como “neocomunista”, señalamientos propios del arsenal del activismo de derechas, pone en entre dicho si la estrategia del expresidente es radicalizar una expresión política, o acercar posiciones en clave de construir una alternativa de derechas moderada, tal como Petro la ha catalogado, una “derecha republicana”.
Es difícil saberlo, Uribe ha sido un ácido opositor, un abierto enemigo de las zonas de reserva campesina, los resguardos indígenas y los consejos comunitarios, del acuerdo final de paz, la justica transicional, la labor de la comisión de la verdad, que son ejes que ha destacado el nuevo gobierno como pilares para construir su ambicioso proyecto de la paz real. Y por supuesto es un representante del modelo que precisamente se busca transformar, propietario de miles de hectáreas ociosas de tierra, frente a las cuales el gobierno de Petro ha planteado una lucha frontal para potenciar la postergada reforma rural integral. Pero para sorpresa de propios y extraños, ha sido Uribe quien ha mostrado disposición de vender tierras al Estado en ese propósito.
Se abre entonces, además de la polémica, varias inquietudes. Habrá un procedimiento que garantice que el Estado no caiga en la trampa de la especulación sobre el precio de tierras ociosas, que entre otras cosas la lógica de la acumulación y la no explotación de ellas es precisamente para construir una burbuja especulativa que ha encarecido el acceso a la tierra y empobrecido a muchos campesinos. Es una pregunta abierta que solo el gobierno y sus institucionalidad rural podrá contestar.
Esta inquietud recobró sentido con la visita del señor Lafaurie, pocos minutos después de la cita de Uribe en el palacio de Nariño, que de nuevo tiene la paloma de la paz y la espada de Bolívar expuestas a los visitantes, un hecho inédito que abre también el espacio a plantearse una serie de suspicacias.
El presidente de FEDEGAN ha impulsado un discurso agresivo contra la restitución de tierras y la justicia transicional, es conocido su ataque inmisericorde contra los pueblos indígenas que adelantan procesos de liberación de la tierra, polariza el país con la tesis de las ocupaciones ilegales, y promueve sin empacho la reactivación del modelo de las convivir, que esta demostrado fue la génesis de la barbarie paramilitar contemporánea. Además desprecia el escenario de la justicia restaurativa, haciendo caso omiso a las convocatorias para que procure verdad frente a los señalamientos del excomandante paramilitar Salvatore Mancuso sobre su relación con estos grupos y las responsabilidades en el conflicto de los grandes ganaderos y terceros financiadores en la guerra. Por eso no es menos que sorpresivo su anuncio de apoyar la reforma agraria.
Lafaurie ya se había reunido con el senador del Pacto histórico Cesar Pachón, allí el dirigente gremial aseguró frente a los flash de los medios que hay que cerrar la brecha entre lo rural y urbano, y potenciar el campo como productor de alimentos. Sin embargo, su esposa es la mas encarnizada enemiga y ataca con furia al nuevo gobierno y sus planteamientos de reforma. Ojalá, esperamos, haya empezado un cambio paradigmático en quienes han ostentado el poder y la propiedad sobre la tierra, y que se enteraron por fin del desarrollo del capitalismo moderno, que implica superar el régimen semifeudal que representa el latifundio, ese que han defendido a sangre y fuego y que es sin duda el origen del conflicto armado en Colombia.
Ojalá, decimos, y de ser así les damos la bienvenida a la modernidad, aunque como dice la fabula milenaria de Esopo, siempre hay lobos con piel de oveja.