Agencia Prensa Rural

Opinión
El presidente Petro y la casta cafetera
El presidente ha denunciado varias veces la casta cafetera que está a espaldas de los campesinos y en reciente asamblea en Pitalito planteó la necesidad de reestructurar ese gremio cuyo gerente liquida ingresos mensuales cercanos a los 200 millones de pesos.
Horacio Duque Giraldo / Viernes 18 de agosto de 2023
 

Por décadas la caficultura fue el eje de la economía colombiana. Como bien lo señala Marcos Palacio en sus investigaciones, desde finales del siglo XIX el café se extendió como cultivo principal de la agricultura nacional, propiciando la constitución y preponderancia de los comerciantes exportadores (Ver El café en Colombia).

Fue el líder liberal Rafael Uribe Uribe uno de los principales promotores de los cultivos de café (1906), los cuales posteriormente cayeron en manos de núcleos conservadores, base de una prospera burguesía de comerciantes hábilmente ubicados en negocios internacionales. Dicha franja de comerciantes tenía su asiento en el antiguo Caldas, en Antioquia, Tolima y Cundinamarca, siendo la base de connotados dirigentes políticos reaccionarios, asociados con el ejercicio de la violencia y el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán.

Esa facción oligárquica impulsó la creación de la Federación Nacional de Cafeteros (1927), un potente gremio privado que retuvo para sí el manejo de los tributos a las exportaciones liquidado sobre una suma por cada libra vendida en el mercado internacional; dineros que se concentraron en un Fondo Nacional del Café, que por convenios con el Estado es administrado por la Federación Nacional de Cafeteros.

La Federación de Cafeteros ha dispuesto de sumas millonarias de dinero, especialmente en épocas de la bonanza cafetera. Su organización y estructura burocrática ha dado pie a un Estado paralelo con su propia diplomacia en otros países.

La pirámide de esta entidad es la expresión de grupos minoritarios que se aprovechan de los privilegios otorgados por el Gobierno, desconociendo a miles de pequeños y medianos caficultores que han aportado a la riqueza nacional con su trabajo y sacrificio.

Esos campesinos han sido víctimas de varias de las crisis cafeteras en los últimos vainte años y seguramente lo serán en una crisis que ya está estallando, debido a que el precio internacional cayó de 2,03 dólar por libra el 19 de abril de 2023, a 1,55 el 19 de julio; el precio del dólar, la otra variable clave, se revalúa hoy alrededor de $4000, y la producción, rezagada por falta de apoyo para renovar los cafetales, cayó en cuatro años de catorce a once millones de sacos de sesenta kilos. El actual precio es cercano a $130 000 por arroba, debajo de $150 000, el menor costo de producción posible, aunque en cultivos agroindustriales puede subir a $170 000. Se coge sin ganar.

Por supuesto que tales crisis no tocan ni poquito a la casta que controla la Federación de Cafeteros que mantiene todos sus privilegios en cabeza de su actual gerente Germán Bahamón, quien llegó a ese cargo como resultado de un engaño perpetrado por el entonces ministro de Hacienda José Antonio Ocampo.

El presidente Petro ha denunciado varias veces la casta cafetera que está a espaldas de los campesinos, y en reciente asamblea en el municipio de Pitalito (Huila) planteó la necesidad de reestructurar ese gremio cuyo gerente liquida ingresos mensuales cercanos a los 200 millones de pesos, mientras más de 330 mil campesinos apenas si reciben doce millones de pesos al año.

Petro ha señalado la necesidad de democratizar esa institución y los comités departamentales de cafeteros para permitir la expresión de las bases campesinas. El presidente ha dicho que es necesario crear una confederación de cooperativas cafeteras y ha hecho un llamado a los productores ubicados en el nuevo eje cafetero localizado en los departamentos de Nariño, Cauca y Huila, al igual que a los del Quindío, Risaralda, Caldas y Antioquia para que se movilicen y exijan la eliminación de los privilegios de la corrupta casta cafetera.

De no ser así, Petro ha dicho que el Gobierno cancelará el convenio del Fondo Nacional del Café para regresar estos recursos al presupuesto general de la nación. Se trata de una medida lógica y correcta que hará justicia con más de 330 mil pequeños y medianos cafeteros que son los encargados de generar la mayor producción mensual de arábigo suave lavado, que es la variante de nuestras fincas para competir en el mercado mundial.

El Unicornio