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“Vamos a crear una atarraya de la memoria”: María Gaitán
Agencia Prensa Rural / Miércoles 11 de octubre de 2023
 

La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica habla de las transformaciones que se vienen implementando en la entidad, dirigidas a escuchar los territorios y democratizar la memoria. Entrevista exclusiva.

María Gaitán Valencia es la actual directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Ella es, en sí misma, una expresión de la memoria. María, como agradece que le llamen propios y extraños, es arquitecta de la Universidad de los Andes, con estudios de posgrado en Ciencias Sociales en París y en estudios urbanos de la Universidad de Lyon 2, Francia. Estudios que ha complementado con las artes gráficas, la escenografía y las artes visuales en Francia, India y Colombia. Además, lleva en su sangre los genes del referente más representativo y punto de inflexión de la violencia contemporánea colombiana, pues es la nieta de Jorge Eliecer Gaitán.

Hoy está al frente de una institución llamada a ser la responsable de la memoria histórica nacional. Su labor es, de alguna manera, una expresión de reparación y reconocimiento a lo que representó su abuelo y a la lucha de su madre por rescatar su legado y establecer la verdad de su magnicidio. En entrevista exclusiva, nos comparte su visión frente a las perspectivas de su entidad y su llamado a que el pasado sea brújula del futuro.

Agencia Prensa Rural (APR): Estamos en un momento de quiebre con el primer año del gobierno de Gustavo Petro, ¿cómo se enmarca el papel del Centro en ese momento?

María Gaitán (MG): Me voy a ir más allá de este primer año del gobierno del cambio. El hecho de que el presidente haya pensado en mí para este cargo tiene unas implicaciones no sólo de memoria sino de historia. La posibilidad de llegar al cambio se perfiló en los años 40 y fue truncado por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Parte de la apuesta que venimos trabajando en el CNMH es romper las fechas que se han impuesto para hablar del origen y las causas del conflicto. En esta imposición de fechas, nos hicieron visualizar unos victimarios que posiblemente eran víctimas, y unas víctimas que posiblemente eran victimarios. Esa es una de las razones por las cuales el presidente decide nombrar a María Gaitán para ir hasta donde haya que llegar.

Las FARC no surgieron en 1964, cambió el rótulo de su comportamiento y de su decisión política, pero el origen de las FARC nace con una lucha de Manuel Marulanda después del asesinato de Gaitán. Y eso lo tenemos muy identificado dentro de la historia que nosotros tenemos de la insurgencia. Estamos cabalgando hacia el fin del conflicto político, que es el enfrentamiento entre el Estado y la insurgencia, y eso es a raíz del asesinato de Gaitán en 1948, cuando un pueblo, ya sublevado contra el país político, como llamaba Gaitán a todo ese país que sigue dominando el rumbo, sabía que estaba siendo derrotado, sobre todo cuando llegara Gaitán a la presidencia en 1950, pues era indudable el triunfo de Gaitán y del país nacional, que era el pueblo liberal, el pueblo conservador, las mujeres (que no tenían el derecho al voto), el pueblo socialista. Llamativamente, el Partido Comunista nunca fue cercano a Gaitán. Es muy interesante pensar que a partir de 1964, cuando esta guerrilla gaitanista pasa a una concepción comunista, se separa de sus fuentes originarias.

Es muy interesante mirar cuál era el Partido Liberal en ese momento, era un partido que había cambiado sus estatutos, y su primer artículo decía que era el partido del pueblo, el pueblo liberal, conservador, socialista, el país nacional, que Gaitán diferenciaba del país político. El 7 de febrero de 1948, en la Marcha del Silencio, Gaitán le advirtió al presidente Mariano Ospina Pérez, en la Oración por la Paz, que si no cesaba la violencia que estaba cometiendo contra ese Partido Liberal del pueblo, el pueblo podía reaccionar bajo la doctrina de la legítima defensa. Y eso sucedió. Un pueblo que se fue adentrando en el monte, con ollas, con animales, con familias, para defender su vida y el honor de ese Partido Liberal del pueblo, que desde ese momento empieza a ser exterminado, lo que la historia oficial sigue desconociendo. Esa es una de las razones por las que el presidente me dice: “María, debes llegar hasta el origen del conflicto”.

APR: ¿Cómo lograr que esos temas tengan hoy cabida en el país, para que Colombia tenga memoria de todo el fenómeno de la violencia?

MG: Hay un tema fundamental, que es distinguir la memoria de la historia. La memoria son las vivencias individuales, muchas veces manipuladas por la historia, porque los que la construyen son académicos, que según su universo social y político determinan una historia. Es una historia oficial que hay que revisar. Pero hay una cosa distinta, es la memoria histórica y el esclarecimiento de la verdad, que es la razón de ser del CNMH. Lo que nosotros vivimos, lo vamos a contar de una manera distinta. Lo importante es que los registros son documentos que permiten adicionarle a esa memoria un “histórico”. La memoria es individual, pero la memoria histórica es colectiva, es lo que nos pasó a todos juntos.

El CNMH lo que hace es que gracias a la Ley 1448, con todas sus imprecisiones, es, por fin, establecer una obligación y un deber del Estado con la memoria histórica, con el componente del esclarecimiento de la verdad, que es lo más importante del CNMH. Porque la memoria histórica se viene construyendo sin la existencia del Estado. Inclusive con la indolencia del Estado.

Uno sabe que la memoria se transmite por generaciones, como dice esa bella canción de La Piragua: “me contaron los abuelos que hace tiempo…”, y yo soy una tercera generación del origen del conflicto porque me contaron mi abuela, y los abuelos de los años 40 que he tenido el privilegio de escuchar. Como la memoria histórica ha sido tan poco escuchada por el Estado, estos abuelos vuelcan su memoria y donan sus documentos para tener esa memoria histórica. Y dicen que el asesinato de Gaitán sigue en la completa impunidad. Entonces ese esclarecimiento de la verdad es a lo que le estamos dando seriamente.

Muchas víctimas me dicen “yo quiero saber qué pasó, quién dio la orden”. Es un compromiso del CNMH muy importante, y por eso estamos vinculándonos con la Jurisdicción Especial para la Paz, estamos revisando el informe de la Comisión de la Verdad, con el que tengo mis observaciones, porque comenzaron en 1958, y uno no puede empezar con una fecha sino que tiene que llegar a donde tenga que llegar.

Es fundamental hacer esclarecimiento de la verdad, sabiendo que una cosa es el conflicto armado interno y otra las violencias estructurales, permanentes, que arrastramos desde el siglo XVI, y que han permeado el conflicto. Por eso, cuando lleguemos al desmonte de todas las insurgencias, no vamos a llegar al desmonte de toda la violencia estructural.

El pasado tiene que ser brújula del futuro. Esta construcción de memoria histórica con esclarecimiento de la verdad es uno de los ejes fundamentales de la transformación cultural. Si no transformamos la mentalidad conservadora, nunca vamos a tener un país en paz. Nuestra gran riqueza como país es la diversidad, y el mundo conservador lo ha mostrado como una fragilidad. Nunca más podemos insultar a alguien diciéndole indio o negro. Debemos entender esa diversidad étnica y geográfica como una potencia mundial de la vida, como nos lo dice este gobierno.

APR: El CNMH ya venía trabajando con ese mandato desde hace algunos años, y en la pasada administración se debatió mucho sobre su manejo. ¿Qué estado encontró cuando llegó a su dirección?

MG: La memoria histórica siempre ha estado en disputa. Desde esta nueva administración tenemos claro que el territorio es el que tiene que hablar y el centro tiene que escuchar. Hacer visible la memoria histórica desde el territorio es una labor fundamental del CNMH, por eso estamos construyendo equipos regionales que sean de la región, y no Bogotá visitando las regiones y dejando el vacío cuando se devuelve.

Lo otro es que sean todas las memorias, todas. Tenemos que escuchar a todos los actores, lo que no ocurrió en la administración pasada. Se excluyeron muchas memorias, se beneficiaron algunas que no necesariamente eran las que permitían hacer un esclarecimiento de la verdad, del origen y causas del conflicto. Esa fue una de las características que vimos en la administración pasada.

Lo otro es que la primera administración del CNMH, que duró ocho años y que si bien realizó importantes investigaciones académicas, académicas, la academia no es la que ha soportado la memoria histórica desde siempre. El territorio fue consultado, más no fue protagonista. Esas investigaciones son muy importantes, pero se pensaron en productos. Tenemos bibliotecas de todos esos informes e investigaciones, pero son muy poco consultadas.

Necesitamos crear una atarraya de la memoria histórica, que lo que está pasando en Putumayo se sepa en La Guajira, lo que pasa en Arauca se sepa en el Cauca. Esa atarraya no puede ser con esos productos, sino que tenemos que trabajar las investigaciones, los informes, las iniciativas como procesos. Que sean herramientas para las víctimas, para la Justicia. Que sean procesos pedagógicos y de apropiación social para que cabalguemos hacia la transformación, y que no queden como productos anaquelados.

Es un cambio que tenemos que sembrar. Como dice el poeta Jota Mario Arbeláez: “para cambiar, hay que cambiar las formas de cambiar”. Y uno de los cambios es referenciar al pasado no como un fantasma sino como una brújula del futuro. Reparar el incumplimiento de la administración pasada con muchas comunidades y víctimas, y estamos avanzando en eso. Ha sido difícil, porque son muchos rezagos que nos han impedido avanzar con nuevas iniciativas e investigaciones que queríamos trabajar desde el principio. Es un timonazo frente a la memoria histórica.

APR: ¿Cómo lograr que ese timonazo se articule con las regiones?

MG: Eso existe desde antes que se creara el CNMH, que volvió académica la memoria. El territorio habla, canta, teje, actúa, resiste. Y toda la resistencia tiene mil colores de manifestación. Lo que nosotros hacemos es hacer visible todas esas formas de resistencia a la memoria histórica académica, que también es importante.

Queremos fortalecer el CNMH para que sea permanente, no se puede estar cada diez años debatiéndose en el Congreso. Porque seguimos en conflicto, en un país con memoria en disputa. Es lo que pasa en Alemania. El Holocausto ya pasó hace años, pero la memoria sigue avanzando. No podemos cometer el error de acabar con el CNMH, como lo recomienda la Comisión de la Verdad, y dejar simplemente un museo, como un museo de hechos que no permita la transformación. Es una enorme irresponsabilidad querer acabar el CNMH y dejar solamente un lugar para mostrar lo terrible pero que no transforme.

Queremos cambiar el consejo directivo, que tiene siete voces, que son seis del gobierno de turno y una de la Mesa de Víctimas. Es una memoria histórica controlada por el Estado. Hay un monopolio de la memoria histórica, del que hacen parte también algunas organizaciones, de las que admiro su lucha, pero que ya monopolizaron su lucha y es la única que se está escuchando. Hay que democratizar la memoria histórica, por eso es “todas las memorias, todas”. Hay unas memorias instaladas que no quieren perder su monopolio.

La estrategia de despliegue territorial ya la tenemos avalada, pero la seguimos caminando, para que los territorios nos digan si así es como es. Tenemos nueve regiones mapeadas que estamos ajustando. Tenemos el apoyo del presidente, y la posibilidad de alianzas y articulaciones. Crearemos nueve equipos, que estarán articulados con entidades y comunidades, y que a su vez tendrán enlaces territoriales.

APR: ¿Cuál es la realidad del Museo de Memoria, que tiene parada su construcción?

MG: A la constructora española se le venció el contrato y la Agencia Nacional Inmobiliaria decidió no prorrogarlo por bastantes incumplimientos. Yo les dije “ustedes vienen incumpliendo, pero yo no voy a incumplir, esto no puede ser una cadena de incumplimientos”. Yo le prometí al presidente inaugurarlo el 9 de abril del 2025 y a mí no me gusta incumplir. Este lugar es muy importante para nosotros, y lo que está sucediendo con el museo es un reflejo de lo que está pasando con la memoria histórica: está en construcción. El CNMH no tiene la misionalidad y las funciones para construirlo, pero decimos “los elefantes blancos también tiene memoria”. La obra se ve parada, pero no quiere decir que no se avance.

Ha sido una construcción muy torpedeada, pero estoy muy comprometida con sacar adelante ese lugar, que hace parte del Eje de Paz y Memoria, decretado por Gustavo Petro cuando era alcalde de Bogotá en la calle 26. Si bien tenemos las dificultades con los encargados de su construcción, nosotros sí estamos construyendo museo.