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Perfil del líder campesino asesinado en México
Margarito Montes, un repartidor de tierras al estilo Zapata
Guillermo Correo / Sábado 31 de octubre de 2009
 

En junio de 1990 (Proceso 711), durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el reportero Guillermo Correo publicó un reportaje que retrata de cuerpo entero a Margarito Montes, el dirigente campesino asesinado hoy en Cajeme, Sonora, junto con 14 personas más. A continuación se reproduce el texto

Por toda la Cuenca del Papaloapan, zona de cacicazgos, violencia y asesinatos, el nombre de Margarito Montes Parra resulta leyenda:

Los terratenientes de Oaxaca y Veracruz dicen que es "un agitador, un guerrillero, un delincuente que debía estar en prisión".

Los campesinos, en cambio, lo consideran "el Zapata de la región. Es el único líder, afirman, que nos apoya y cumple lo que dice. Por él tenemos las tierras que antes nos quitaron los latifundistas. Es cierto que trae resguardo y anda armado, porque lucha contra ellos. Y tiene que prevenirse".

A sus 37 años de edad, Montes Parra, oriundo del Valle del Yaqui, Sonora, se ha convertido, de cuatro años a la fecha, en el "verdugo" de familias que por largo tiempo han "esclavizado" a los campesinos oaxaqueños y veracruzanos de este lugar, donde las entidades hacen frontera.

El mismo líder menciona a los Bravo Ahúja, a los Garci Crespo y a los Moreno Sada; a los Rosas, Hernández, Domínguez; a Rubén Rivera, Cirilo Vázquez y Toribio Gallardo, entre otros. "Familias siniestras, dice, que se han dedicado a matar campesinos".

Miembro de la dirección colectiva de la Unión General Obrera, Campesina y Popular (UGOCP), el dirigente siempre anda con protección por temor a ser emboscado. "Es como un fantasma. Cada rato dicen que ya lo mataron, pero vuelve a aparecer", afirma uno de sus seguidores.

Montes Parra se ha ganado el odio de los ricos de la región porque desde 1986 ha "repartido" más de 30 mil hectáreas que, siendo de los campesinos, las tenían ellos en su poder. También porque contribuyó a resolver el problema agrario de la presa Cerro de Oro, en beneficio de 48 ejidos. Y porque realiza acciones para que los indios se puedan defender.

Por esto, quienes se dicen invadidos y afectados, lo acusan de casi todo lo malo que sucede en la región. A través de los diarios locales, lo involucran en fraudes multimillonarios. Dicen que arrasa con pueblos enteros y lo llaman "el Zar del Papaloapan". Aseguran que "en su negocio de invasiones de tierras" cuenta con "la bendición presidencial y de los gobernadores de cada entidad".

Pero Margarito Montes Parra sale al frente de las denuncias. Cuenta que de nueve grupos con que comenzó a trabajar en la zona a fines de 1986, hoy la organización tiene más de 350.

"Hemos recuperado y entregado la tierra en alrededor de 60 ejidos. Resolvimos 48 conflictos de la presa Cerro de Oro. Y comenzamos a crear toda una infraestructura económica muy grande, que se refleja actualmente en una Unión de Crédito, nueve uniones de ejidos, proyectos productivos con maquinaria y hasta de ingeniería civil, engorda de ganado, construcción de casas habitación, un centro de capacitación campesina, servicios médicos, organización de la mujer. Todo esto en un marco de movilización continua en la región".

Agrega: "Este es el espectro de la llamada violencia que se nos achaca. Nosotros, lo hemos dicho, no hemos invadido, sacamos a los invasores de tierras y, en segundo lugar, hemos dado una sopa de su propio chocolate a señores de horca y cuchillo, contra los intereses campesinos".

"No podíamos, por ejemplo, ir pacíficamente a quitarle las tierra a Toribio Gallardo, en Laguna Gallo, el 30 de enero del 88, si sabíamos que él había matado a 39 campesinos. Entonces movilizamos a cuatro mil gentes, que iban armadas con escopetas, machetes, azadones y todo. Y eso lo tuvo que reconocer el propio gobierno: que era imposible meterse a la zona de Tezonapa en las condiciones de caciquismo y brutalidad que existían. Cuando eso amainó, también se redujo en forma total la violencia de la organización".

Bajito de estatura, moreno, con bigote tipo zapatista y de hablar recio, Margarito dice que siempre actúa conforme a la ley. Se estudian, explica, los expedientes agrarios que cuentan con resolución presidencial a su favor; se dialoga con las autoridades estatales y la Secretaría de Reforma Agraria (SRA). Y si no hay acuerdo, se recuperan las tierras. Así lo ha hecho, invariablemente, con los caciques, al grado de que por lo menos cien mil campesinos lo siguen en busca de redención.

"Yo tengo el récord de haber ganado las alegatas y pleitos a más de 60 abogados de la pequeña propiedad, demostrando que resoluciones presidenciales, como la de Soledad Macín, por ejemplo, eran totalmente favorables a los campesinos. En todos los casos ya había ejecución y hasta planos, aunque físicamente no las tenían los campesinos. Las que contaban con amparo, se los ganamos".

"Muchas tierras se ganaron por la vía de cambios. Esto es, si el Gobierno se negaba a entregarlas pese a estar afectadas, entonces compraba en otros lugares de la región. Cuando así sucede, nosotros siempre ponemos la condición de que sean predios cercanos".

Por todo el país

De 1978 a 1986, Montes Parra dirigió la CCRI (Coordinadora Campesina Revolucionaria Independiente). Antes, durante siete años, fue uno de los asesores de la CNPA (Coordinadora Nacional Plan de Ayala). Dice haber participado en movimientos campesinos de todo el país. Más en Sonora durante el gobierno de Samuel Ocaña García, hoy subsecretario de la SRA. Califica esa época como la de grandes triunfos campesinos, al lograrse los repartos de tierras en los Valles del Yaqui y el Mayo. "Aunque aquí el mérito no fue mío; había gente más experimentada".

"He sido dirigente político en el PRT desde 1976. Soy miembro de la dirección de la Cuarta Internacional. He sido profesor-investigador por ocho años en Chapingo. Soy ingeniero agrónomo con especialidad en Sociología Rural. Fui líder estudiantil en la UACH, hasta que entré al Grupo Comunista Internacionalista, antecedente perretista". Candidato a diputado, abierto militante de izquierda, que se "congratula" por el trato que le ha dado el presidente Carlos Salinas de Gortari durante sus visitas a la región.

Margarito Montes Parra en la actualidad coordina también el Consejo Agrario Permanente (CAP), la máxima central campesina a nivel nacional.

Recuerda que en la Cuenca del Papaloapan se ha registrado una de las peores explotaciones campesinas. "La esclavitud imperó durante la época del porfiriato en el Valle Nacional, también conocido como el ’de la muerte’ en el México Bárbaro de John Kenneth Turner. La situación mejoró un poco con el reparto agrario de Cárdenas, en los 40. Llegó el desarrollo regional, se consolidó la ganadería, creció la economía y, al mismo tiempo, surgió otra casta de terratenientes, que se apropió de tierras destinadas a los campesinos".

"El nuevo grupo caciquil se alió a los gobiernos en turno. Aparecieron los Arroni, Chunti y Bilaboa, que todavía hoy siguen ocupando cargos públicos importantes. Del lado oaxaqueño, los Moreno Sada, uno de ellos, Juan Manuel, diputado federal y ex presidente de la Canacintra; los Bravo Ahúja, que pasan por cargos importantes como la gobernatura y una secretaría de Estado con Luis Echeverría".

"Son caciques, capitalistas y funcionarios públicos. Enfrentan a ejidos viejos. Roban predios. Presionan para que se haga la presa Cerro de Oro. Pero frente a ellos surgió también un movimiento campesino importante, a principios de los 70. De 1970 a 1977 hay toma de tierras, por el lado de Oaxaca, que en su inmensa mayoría fueron reprimidas".

"Los campesinos van a la cárcel. Del lado de Veracruz, fue ahogado el movimiento con la presencia del Ejército. Echeverría entregó la tierra, pero sólo en el papel. Son los años de la gran violencia, la época de la Sonora Matancera en Veracruz, de los grandes caciques que desde entonces se reparten las entidades, de los rosarios de asesinatos, de la desaparición de poblados enteros. Hasta que se dio la experiencia de ’El Desengaño’ y el repunte campesino a partir de 1986".

Una fecha que en la Cuenca del Papaloapan no se olvida es la del 10 de octubre de 1986. Ese día se tomaron 350 hectáreas del predio Camelia Roja, en poder de la familia Bravo Ahúja. Ahí, indica Montes Parra, se inició el ciclo de la movilización que hasta ahora sigue. Fueron ocho meses de campamento y riesgo de lucha con la Policía. "En julio de 1987 ganamos las tierras que pertenecían a los campesinos desde 50 años antes, por resolución presidencial del 21 de abril de 1937. Triunfamos sobre los Bravo Ahúja que eran la crema y nata del caciquismo. A partir de ahí, nada nos puede detener".

Campaña de los caciques

Siguió la toma del predio Zacate Colorado, que tenían los Garci Crespo, a pesar de que desde cinco años antes había ejecuciones a favor de los campesinos. Las movilizaciones crecieron. Hubo plantones de 72 días con casi cuatro mil ugocepistas. Vino lo del ejido Gloria de Copa. Después ’El Desengaño’, "arrebatado" por los Moreno Sada. "Y desde entonces entregamos tierras prácticamente cada mes, lo que representó más de cien predios entre noviembre de 1987 y noviembre de 1989. Hoy, dice Montes Parra, estamos por reiniciar la gran movilización".

No obstante, sostiene que la campaña en su contra es la parte negativa de la movilización campesina. "Habiéndonos enfrentado a cacicazgos de tal magnitud, ellos han tenido a su disposición medios de información en forma extraordinaria. Han podido pagar campañas hasta de tres meses, sistemáticas, acusándome de haber robado 400 cabezas de ganado. Todavía hace 15 días –mayo 23– a ocho columnas dijeron que había matado a 18 campesinos de la Bolsa, un poblado de Oaxaca, lo cual es falso".

El líder de la UGOCP afirma que el clima tenso se ha recrudecido en las últimas semanas.

"El domingo último de mayo desbaratamos la posibilidad de una emboscada. Los pequeños propietarios me estaban preparando un ataque. No pudieron hacerlo y a la mañana siguiente nos secuestraron a dos campesinos, del ejido de Amapa. Yo he sentido que en la medida en que hemos bajado el nivel de movilización, los parvifundistas nos han preparado varios cuatros. Sus campañas de prensa están bien organizadas y creo que eso lo maneja Olga Moreno, de El Heraldo de México. Ella es vocera de prensa de toda la familia Moreno Sada, que son de los principales caciques. Es hermana de ellos".

Al continuar con el balance negativo en su lucha, el dirigente menciona el asesinato de compañeros suyos. "Como el de Santa Sofía, que lo bajaron de un camión y lo masacraron. O los hermanos Parroquín, que mataron creyendo que era yo. También hirieron a mi hermano. Fue en octubre del 88, un federal de caminos los acribilló. Otros hechos han ocurrido en Playa de Vaca, en San Vicente, en Tierra Blanca".

Luego dice que, pese a todo, los caciques, "como los Bravo Ahúja, siguen con mucha fuerza económica. Incluso, muchos de los gritos que dan son de hipócrita, porque en realidad parte de la solución de los conflictos agrarios ha significado el traslado de indemnizaciones multimillonarias. En Camelia Roja se les pagaron 28 millones desde 1987. En el caso de Arroyo Choapa, 200 millones. Lo de la Cerro de Oro se compró a precio comercial". Y calcula que en el traslado, las familias caciquiles de la zona se han beneficiado por lo menos con seis mil millones de pesos.

Sostiene que los apoyos de los gobiernos locales y federal a la UGOCP son resultado de la movilización. Por ejemplo, el año pasado, cuando Salinas de Gortari visitó la presa Cerro de Oro, los de la UGOCP –más de diez mil– formaron las siglas de la organización con sus propios cuerpos, pese a la oposición del Estado Mayor Presidencial.

Montes Parra confiesa:

"A la UGOCP la considero un proyecto de masas a nivel nacional. Lo de la Cuenca sólo es un trabajo más de los que hacemos en el país. Estamos vinculando el movimiento campesino con el urbano y sindical. En el Papaloapan hemos resuelto alrededor de 17 conflictos obreros importantes. Le hemos entrado muchísimo a la defensa de los derechos humanos. Hemos sacado a más de 150 campesinos de la cárcel. Realizamos todo un proyecto económico y organizativo, que rebasa a cualquier otra organización campesina regional o de nivel nacional".

"Queremos trascender de la lucha por la tierra a una lucha más compleja. En este sentido, la UGOCP es un movimiento social que comprende a toda la población pobre y oprimida".

No teme ser cooptado por el Gobierno. "Creo en la amistad de los funcionarios, pero más en mi organización", asegura.

Y remata: "Conozco la historia agraria del país y parto de una premisa: ningún pedazo de tierra se entrega a los campesinos si previamente no hay movilización de masas. Nunca, ni con el cardenismo, ni con Jaramillo, ni en el Valle del Yaqui. Nada se entrega graciosamente, por la buena. Los campesinos, deben entenderlo".