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La Revolución Bolivariana y la Paz
Fidel Castro Ruz / Viernes 20 de noviembre de 2009
 

Conozco bien a Chávez; nadie como él sería más renuente a
derramar la sangre entre venezolanos y colombianos, dos pueblos tan
hermanos como los cubanos que viven en el este, el centro y el extremo
oeste de nuestra Isla. No tengo otra forma de expresar el grado de
hermandad que existe entre venezolanos y colombianos.

La calumniosa imputación yanki de que Chávez planea una guerra
contra la vecina Colombia llevó a un influyente órgano de prensa
colombiano a publicar el pasado domingo, 15 de noviembre, bajo el
título de “Tambores de guerra”, un despectivo e injurioso
editorial contra el Presidente venezolano, donde se afirma entre otras
cosas que “Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye
la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas pues
esta proviene de un Presidente que, además, es de formación
militar…”

“La razón -prosigue- es que cada vez son mayores las
posibilidades de una provocación que puede ir desde un incidente
fronterizo hasta un ataque contra instalaciones civiles o militares en
Colombia.”

Más adelante el editorial añade como algo probable “…que Hugo
Chávez intensifique sus ataques contra los ‘escuálidos’
- remoquete con el que identifica a sus opositores-, y trate de sacar
del poder municipal o regional a quienes lo contradicen. Ya lo hizo
con el alcalde de Caracas… y ahora quiere intentarlo con los
gobernadores de los estados fronterizos con Colombia, que rehúsan
someterse a su férula… Un choque con fuerzas colombianas o la
acusación de que elementos paramilitares planean acciones en
territorio venezolano puede ser la excusa que necesita el régimen
chavista para suspender las garantías constitucionales.”
Tales palabras sirven solo para justificar los planes agresivos de
Estados Unidos y la burda traición a su Patria de la oligarquía y la
contrarrevolución en Venezuela.

Coincidiendo con la publicación de ese editorial, el líder
bolivariano había escrito su artículo semanal “Las líneas de
Chávez”, en el cual enjuicia la impúdica concesión de siete bases
militares a Estados Unidos en suelo de Colombia, un territorio que
posee 2 050 kilómetros de frontera con Venezuela.
En ese artículo, el Presidente de la República Bolivariana,
explicó con valentía y lucidez su posición.

“…lo dije este viernes en el acto por la paz y contra las bases
militares de Estados Unidos en suelo colombiano: estoy en la
obligación de llamarlos a todos y todas a prepararnos para defender
la Patria de Bolívar, la Patria de nuestros hijos. Si no lo hiciera,
estaría cometiendo un acto de alta traición… Nuestra Patria es hoy
libre y la defenderemos con la vida. Venezuela nunca más volverá a
ser colonia de nadie: nunca más estará de rodillas frente a invasor
o imperio alguno… el gravísimo y trascendente problema que tiene
lugar en Colombia no puede pasar inadvertido por los gobiernos
latinoamericanos…”

Más adelante añade conceptos importantes: “…todo el arsenal
bélico gringo, contemplado en el acuerdo, responde al concepto de
operaciones extraterritoriales… convierte al territorio colombiano
en un gigantesco enclave militar yanki…, la mayor amenaza contra la
paz y la seguridad de la región suramericana y de toda Nuestra
América.”

“El acuerdo… impide que Colombia pueda ofrecerle garantías de
seguridad y respeto a nadie: ni siquiera a los colombianos y
colombianas. No puede ofrecerlas un país que ha dejado de ser
soberano y que es instrumento del ‘nuevo coloniaje’ que avizorara
nuestro Libertador.”

Chávez es un verdadero revolucionario, pensador profundo, sincero,
valiente e incansable trabajador. No llegó al poder mediante un golpe
de Estado. Se sublevó contra la represión y el genocidio de los
gobiernos neoliberales que entregaron los enormes recursos naturales
de su país a Estados Unidos. Sufrió prisión, maduró y desarrolló
sus ideas. No llegó al poder a través de las armas a pesar de su
origen militar.

Tiene el gran mérito de haber iniciado el difícil camino de una
Revolución social profunda partiendo de la llamada democracia
representativa y la más absoluta libertad de expresión, cuando los
más poderosos recursos mediáticos del país estaban y están en
manos de la oligarquía y al servicio de los intereses del imperio.
En solo 11 años, Venezuela logró los más altos avances
educacionales y sociales alcanzados por un país en el mundo, a pesar
del golpe de Estado y los planes de desestabilización y descrédito
impuestos por Estados Unidos.

El imperio no decretó un bloqueo económico contra Venezuela -como
hizo con Cuba- tras el fracaso de sus golpes sofisticados contra el
pueblo venezolano, porque se habría bloqueado a sí mismo dada su
dependencia energética del exterior, pero no ha renunciado a su
propósito de liquidar el proceso bolivariano y su generoso apoyo en
recursos petroleros a los países del Caribe y Centroamérica, sus
amplias relaciones de intercambio con Suramérica, China, Rusia, y
numerosos Estados de Asia, África y Europa. La Revolución
Bolivariana goza de simpatías en amplios sectores de todos los
continentes. Duele especialmente al imperio sus relaciones con Cuba,
después de un bloqueo criminal contra nuestro país que ha durado ya
medio siglo. La Venezuela de Bolívar y la Cuba de Martí, a través
del ALBA, promueven nuevas formas de relaciones e intercambios sobre
bases racionales y justas.

La Revolución Bolivariana ha sido especialmente generosa con los
países del Caribe en momentos sumamente graves de crisis energética.
En la nueva etapa que vivimos, la Revolución en Venezuela se
enfrenta a problemas enteramente nuevos que no existían cuando, hace
casi exactamente 50 años, triunfó en Cuba nuestra Revolución.
El tráfico de drogas, el crimen organizado, la violencia social y
el paramilitarismo, apenas existían. En Estados Unidos no había
surgido todavía el enorme mercado actual de drogas que el capitalismo
y la sociedad de consumo han creado en ese país. Para la Revolución,
en Cuba no significó un gran problema combatir el tránsito de drogas
e impedir su introducción en la producción y consumo de las mismas.
Para México, Centroamérica y Suramérica estos flagelos significan
hoy una creciente tragedia que está lejos de haber superado. Al
intercambio desigual, el proteccionismo y el saqueo de sus recursos
naturales, se sumaron el tráfico de drogas y la violencia del crimen
organizado que el subdesarrollo, la pobreza, el desempleo y el
gigantesco mercado de drogas de Estados Unidos han creado en las
sociedades latinoamericanas. La incapacidad de ese país imperial y
rico para impedir el tráfico y consumo de drogas, dio lugar en muchas
partes de América Latina al cultivo de plantas cuyos valores como
materia prima para las drogas superaban muchas veces el de los demás
productos agrícolas, creando gravísimos problemas sociales y
políticos.

Los paramilitares de Colombia constituyen hoy la primera tropa de
choque del imperialismo para combatir la Revolución Bolivariana.
Por su origen militar, precisamente, Chávez conoce que la lucha
contra el narcotráfico es un vulgar pretexto de Estados Unidos para
justificar un acuerdo militar que responde por entero a la concepción
estratégica de Estados Unidos al finalizar la guerra fría, para
extender su dominio del mundo.

Las bases aéreas, los medios, los derechos operativos y la
impunidad total otorgada por Colombia a militares y civiles yankis en
su territorio, no tienen nada que ver con el combate al cultivo, la
producción y el tráfico de drogas. Este constituye hoy un problema
mundial; se extiende ya no solo por los países de Suramérica, sino
también comienza a extenderse al África y otras áreas. Reina ya en
Afganistán, a pesar de la presencia masiva de las tropas yankis.
La droga no debe ser un pretexto para establecer bases, invadir
países y llevar la violencia, la guerra y el saqueo a los países del
Tercer Mundo. Es el peor ambiente para sembrar virtudes ciudadanas y
llevar la educación, la salud y el desarrollo a otros pueblos.

Se engañan los que creen que dividiendo a colombianos y venezolanos
tendrán éxito en sus planes contrarrevolucionarios. Muchos de los
mejores y más humildes trabajadores en Venezuela son colombianos, y
la Revolución les ha llevado educación, salud, empleo, derecho a la
ciudadanía y otros beneficios para ellos y sus seres más queridos.
Juntos, venezolanos y colombianos defenderán la gran Patria del
Libertador de América; juntos lucharán por la libertad y la paz.
¡Los miles de médicos, educadores y demás colaboradores cubanos
que cumplen sus deberes internacionalistas en Venezuela estarán junto
a ellos!