Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Crónica
La extraña muerte de Nixon Ramírez
Cómo fue asesinado el viernes 7 de mayo un líder campesino de El Castillo (Meta)
Liria Esperanza Manrique López / Martes 11 de mayo de 2010
 

A la memoria de Nixon Ramírez, compañero incasable y colaborador, quien estará presente en cada uno de nuestros logros.

La vereda La Esmeralda, en El Castillo (Meta), se ha caracterizado por su organización y trabajo. Es así como la junta de acción comunal reúne a todos sus habitantes cada lunes para que inicien sus labores en la jornada cívica dedicada a mejorar las condiciones de vida de quienes habitan este tesoro verde en medio del Ariari. El lunes 3 de mayo de 2010, en una de las muchas jornadas cívicas programadas por la junta en consenso con la comunidad, estuvo por última vez Nixon Ramírez, quien era responsable con su labor de colaborar, aun cuando el viaje desde su finca, en la altura de las montañas que bordean la vereda, le hiciera levantar más temprano para llegar cumplido a su impostergable compromiso con la comunidad.

El martes, Nixon estaba trabajando su tierra cuando uno de sus vecinos llegó a comentarle que le preocupaba la actitud de los perros, quienes llevaban dos días saliendo temprano de la finca y cuando regresaban, entrada la tarde, no recibían comida, pues venían llenos, lo que le hacía pensar que alguien más arriba los estaba alimentando. Teniendo en cuenta que por esa zona no hay personas conocidas, le preocupaba que pudiera estar sucediendo algo extraño, más aún cuando por encima de su finca pasa el nacimiento de agua. De haber gente extraña, éstas se debería abastecer allí. La respuesta de Nixon fue pedirle que se trasladaran de inmediato con su mujer para su finca y así se podían hacer compañía en caso de que algo extraño estuviese sucediendo.

Pasaron la noche en la finca de Nixon y al otro día trabajaron allí. Todo parecía normal. Los perros no se fueron, y la noche abrigó un ambiente de tranquilidad: nada entorpeció el sueño, no hubo ruidos raros y tampoco ladraron los perros.

El amanecer del sábado 7 de mayo fue más ingrato. El sueño fue interrumpido por el sonido ensordecedor de las balas y por el grito agónico de Nixon, quien suplicaba que no lo dejaran morir. Su hijo de 15 años, al oír a su madre decir que habían matado a su padre, se aferró a una escopeta vieja que se encontraba en casa e intento salir corriendo, pero fue interrumpido por sus vecinos, quienes habían pasado la noche con ellos. Ante esto, el joven soltó el arma y corrió hacia la montaña por el sitio donde el asesino huyó. Su madre y los huéspedes levantaron al herido, quien gritaba que por favor no lo dejaran morir. Llamaron a los vecinos más cercanos y se comunicó en la vereda lo sucedido para que algunos hombres subieran con rapidez a ayudar a bajar a Nixon al hospital más cercano, para prestarle los servicios médicos.

Su hijo regresó con la cara llena de lágrimas y de impotencia al no poder alcanzar al agresor de su padre. Curiosamente, el asesino se tomó el tiempo para ubicar una tabla larga sobre un tronco, donde instaló el arma homicida. Los perros, que normalmente con cualquier alteración de la noche inician sus ladridos, esta madrugada no ladraron, no gruñeron. Al parecer fueron drogados, y por tanto su capacidad de protección quedó reducida totalmente.

Nixon no lo consiguió, no resistió el dolor de su cuerpo, no encontró un aliento en la espesa naturaleza que lo rodeaba mientras bajaba la montaña envuelto en una hamaca, cargado por sus amigos que desesperadamente intentaban salvarle la vida.

Bajó agónico la montaña que muchas veces subió lleno de vida para trabajarla y dar de comer a su familia, la misma que transitaba con tranquilidad por creerla un terreno seguro. Nixon nunca tuvo problemas. Sus compañeros de la vereda lo recuerdan con amor y aprecio como un hombre trabajador que amaba a su familia, se sentía orgulloso de su hijo y esperaba envejecer en las alturas de la vereda La Esmeralda junto a su compañera.

Este hecho violento y atípico, por la manera en que se dio, espera justicia. La comunidad está dispuesta a resistir, no dará un paso atrás y, mientras su seguridad este garantizada, seguirá organizando y trabajando en pro del progreso de todos.