Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Sobre el futuro y la perspectiva del Banco del Sur. Entrevista con Plinio de Arruda Sampaio Júnior, profesor de economia en la Universidade Estadual de Campinas, colaborador de los movimientos sociales y militante del Partido do Socialismo e Liberdade
“El Banco del Sur debe ser un banco para financiar una economía socialista”
Dick Emanuelsson / Martes 8 de mayo de 2007
 

El Banco del Sur ya es un hecho. Otro proyecto integracionista esta en camino en América Latina, dicen los entusiastas. Pero hay otros que son más escépticos y dicen que el Banco podrá convertirse en una “teta” para el gran capital latinoamericano.

La decisión la semana pasada en Quito de crear el Banco del Sur significa indiscutiblemente un nuevo paso en la integración latinoamericana. Ahora no solamente están los países que integran el ALBA sino también países como Argentina, Brasil, Ecuador y Paraguay.

¿Pero qué perspectiva hay de que el Banco del Sur no sea una repetición del FMI, BID o el Banco Mundial? ¿Cuales son las garantías para que las transnacionales regionales latinoamericanas no se aprovechen el capital de pensiones de los pueblos para su propio beneficio?

Son temas que inquietan a mucha gente, no solamente en América Latina, sino en todo el mundo que ve con mucha expectativa los múltiples proyectos integracionistas lanzados por el presidente venezolano Hugo Chávez y los demás integrantes del ALBA.

Sobre Banco del Sur hablamos con Plinio Soares de Arruda, economista de la Universidad Estadual de Campinas, Brasil, uno de los destacados economistas que participó como ponente en la conferencia internacional sobre globalización e integración en la Habana en febrero.

A quebrar la dominación imperialista

- ¿Cómo ha sido el debate sobre el Banco del Sur en Brasil desde el punto de vista gubernamental y del movimiento popular? ¿Cuáles han sido o son las expectativas de aquel banco? ¿Tiene posibilidad de ser un banco que reindustrialice a Latinoamérica o será un banco en donde el gran capital industrial local o regional saque provecho de los fondos que ahí se van a crear?

– Brasil es un país muy provinciano. Las relaciones de dependencia y dominación que caracterizan el sistema capitalista mundial no forman parte del debate político brasileño. Por eso, la discusión sobre el Banco del Sur es paupérrima, tanto en las esferas gubernamentales como en el movimiento social. Hasta el momento, la discusión se ha restringido a los economistas conservadores, preocupados por la ofensiva diplomática de Chávez en América Latina. Se teme cualquier iniciativa que pueda provocar arañazos en las excelentes relaciones del gobierno Lula con el FMI, el Banco Mundial y Estados Unidos.

La formación de un banco para administrar los excedentes de dólares de América Latina es una excelente idea. Tener un banco capaz de conceder crédito en moneda de curso internacional reduciría la dramática dependencia de los países de la región en relación a los organismos internacionales y a la comunidad financiera internacional. Pero es una ilusión imaginar que un banco sea capaz de resolver nuestros problemas. La autonomía financiera es una precondición para la articulación de políticas económicas vueltas hacia la atención de las necesidades del conjunto de la población.

Pero no es condición suficiente para quebrar la dominación del imperialismo en la región. Para interrumpir el proceso de reversión neocolonial que asola la región, es fundamental promover cambios más profundos, tales como la nacionalización de la economía, la denuncia de pactos internacionales espurios que maniatan el rayo de libertad de nuestros estados nacionales, la reforma agraria, la reforma urbana, etc. Sin tales medidas, en la mejor de las hipótesis, el Banco del Sur se convertirá en una institución para financiar los llamados “campeones nacionales” - grandes empresas que funcionan como transnacionales, con gran autonomía operacional y, prácticamente, sin ninguna responsabilidad nacional.

La verdadera preocupación brasileña

- El Clarín reportó el 17 de abril en las vísperas del inicio de la cumbre presidencial en Isla Margarita que ”Marco Aurelio García, asesor internacional del presidente de Brasil, Lula da Silva, desarmó ayer cualquier expectativa sobre una presunta disposición de ese país a participar del Banco del Sur, una iniciativa impulsada por Argentina y Venezuela, como socio fundamental” y comentó: ”No vamos a adherir al proyecto, no vamos a comer un plato hecho por otros”. ¿Qué lo que se esconde detrás de ese fuerte rechazo al proyecto del Banco del Sur y cuál ha sido la posición de Lula?

– Lula no tiene el menor problema de “comer un plato hecho por otros”. Él viene comiendo por la mano del FMI y de la banca internacional desde antes de asumir el gobierno, en septiembre de 2002, cuando suscribió la llamada “Carta a los Brasileños”, en la cual se compromete a continuación la cartilla neoliberal. El gobierno brasileño está más preocupado en consolidar su “credibilidad” junto a la comunidad financiera, internacional y nacional, que en experimentar salidas, más o menos heterodoxas, de la trampa del neoliberalismo. Por eso, Lula se resiste mucho en aproximarse a la revolución bolivariana y tiene serias desconfianzas en relación a Evo Morales y Rafael Correa.

- ¿En que sentido El Banco del Sur realmente podría ser una alternativa al FMI, el BID o el Banco Mundial en el sentido popular, de integración y desarrollo social para los pueblos de los miembros de ese banco? ¿O será una simple institución, como algunos han expresado, en donde se presta para obras de infraestructura?

– El Banco del Sur sería una alternativa a los organismos internacionales si sus recursos fueran utilizados para financiar un estilo de desarrollo donde “el norte fuera el Sur”, o sea, para financiar un patrón de incorporación de adelanto técnico que tenga como prioridad absoluta la atención de las necesidades del conjunto de la población de América Latina – tierra, trabajo, techo y soberanía nacional. De lo contrario, el Banco será sólo un instrumento a disposición de los grandes grupos económicos de la región para potenciar su capacidad de competencia en el escenario internacional. En otras palabras, para que el Banco del Sur sea un instrumento al servicio de los pueblos latinoamericanos, su construcción debe ser parte de un proceso más general de ruptura con el imperialismo. No veo la más mínima posibilidad de un cambio de esa envergadura sin la superación del capitalismo. El Banco del Sur debe ser, por lo tanto, un banco para financiar una economía socialista.

Poder político en el Banco para las economías más débiles

¿Cómo podrá ser un banco con participación igualitaria de los países que lo formen, basados en una representación ”proporcional”, como ha dicho Guido Mantega [1], el ministro de hacienda brasilero, a sus respectivas economías, para que todos los países estén ”en pie de igualdad”?

– La integración de los pueblos latinoamericanos debe ser concebida como una unidad dentro de la diversidad. Para tanto, es fundamental erradicar por la raíz cualquier tipo de actitud chauvinista y de pretensión hegemonista. Para que las economías más fuertes no engullan las más débiles, para que las minorías no sean masacradas por las mayorías, la integración latinoamericana exige un arreglo federativo, con altísimo poder político para los pueblos que poseen las economías más débiles. Es dentro de este espíritu que entiendo que debe ser concebido el proceso decisivo del Banco del Sur.

- Mantega también ha sugerido al gobierno de Brasilia, que de concretarse la institución financiera, deberá estar ligada al Mercado Común del Sur (Mercosur), según la agencia de noticias venezolana, ABN. ¿Cuál es su opinión sobre esa posición? ¿Por qué el interés de “amarrarlo” al Mercosur?

– El gobierno brasileño no tiene ninguna disposición de romper con el orden global. El interés de Mantega es subordinar el Banco del Sur a la lógica dominadora del Norte, pues el Mercosur es un acuerdo comercial que sirve a los intereses de algunas multinacionales y está perfectamente encuadrado en los marcos de la globalización neoliberal. Un banco para romper este orden no está en los planes del gobierno Lula.

¿Que camino elige Brasil?

- ¿Cuáles son los lazos que unen a Brasil y Venezuela en el espectro económico e industrial y en que áreas se puede crecer? ¿Hay una real integración de Brasil en América Latina?

– Los lazos económicos entre Brasil y Venezuela son tenues. Brasil es autosuficiente en petróleo y el mercado venezolano tiene participación minúscula en la pauta de exportaciones de Brasil. Brasil tiene interés en el gas venezolano para disminuir la dependencia del gas boliviano, y tiene interés en abrir nuevos mercados para sus industrias en Venezuela.

Los dos objetivos son complicados. El primero, sólo refuerza un modelo energético e industrial que debe ser superado. El segundo, si fuera implementado en las reglas ultraliberales del Mercosur, comprometerá la industrialización venezolana. Creo que Brasil y Venezuela tienen muchos frentes de cooperación económica, pero ellas deberían ser concebidas en los marcos de la ALBA.

El Mercosur y los demás países de América del Sur son importantes socios comerciales de Brasil. Pero esto no significa que la economía brasileña esté integrada con América Latina. Son las empresas multinacionales acogidas en Brasil que, para desgracia nuestra, están profundamente integradas en el espacio económico latinoamericano. Una economía amenazada de desintegración, como la brasileña, no puede integrarse a la otra, y viceversa.

Las dos agendas de Lula

- ¿Está jugando Lula con dos agendas? ¿Una con Chávez y la otra con Bush? ¿Qué importancia tiene un eventual acuerdo sobre el etanol entre Brasil y Estados Unidos para crear obstáculos en la integración latinoamericana?

– En la realidad, Lula sólo tiene una agenda: ganar la “confianza” del imperialismo para ser su socio preferente en América del Sur. Además del juego de escena para efectos internos, sobre todo con los segmentos populares que tienen gran simpatía por la revolución bolivariana, la “amistad” con Chávez sirve para aumentar el poder de la maniobra de Brasil junto a Estados Unidos. Caso de concretizarse, la opción preferente por el etanol significa una verdadera pala de cal (muerte) en los sueños de una mayor participación de Brasil en un esquema alternativo de integración latinoamericana.

El etanol casa el agronegocio con la industria automovilística – el nuevo latifundio con el viejo capital internacional - dando aliento adicional al patrón de acumulación neoliberal-periférico que condena a Brasil a profundizar el proceso de reversión neocolonial en curso hace más de tres décadas.