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Pax caliente
César Jerez / Sábado 9 de junio de 2007
 

Fundador y redactor de la Agencia Prensa Rural. Geólogo de la Academia Estatal Azerbaijana de Petróleos (exURSS). En Bakú obtuvo una maestría en geología industrial de petróleo y gas. Es profesor y traductor de idioma ruso. Realizó estudios de gestión y planificacion del desarrollo urbano y regional en la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP de Bogotá. Desde 1998 es miembro de la ACVC. Actualmente coordina el equipo nacional dinamizador de Anzorc. Investiga y escribe para diversos medios de comunicación alternativa.

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El mundo está recalentándose y no es cuestión exclusiva del cambio climático. El intento del imperialismo de los Estados Unidos por reeditar la pax romana no se ha concretado, por el contrario es evidente la inestabilidad política mundial. Conflictos regionales en los cinco continentes, luchas de liberación nacional, resistencia contra los ocupantes en el Líbano, Palestina, Afganistán, Iraq. Muros que se levantan para alejar a los pueblos y sus reivindicaciones. Millones de personas marchando en todo el mundo contra la guerra, otro tanto en todo el mundo exigiendo salud, educación, empleo digno, servicios públicos, vivienda. Millones de personas desesperadas migrando desde el empobrecido Sur hacia el enriquecido Norte. Neocruzadas y resistencias culturales. Bombas preventivas y bombas vindicativas. Esto está que arde.

El encuentro del G8 en Rostock tenía como temas centrales previstos el calentamiento global y la dependencia energética del norte. Pero los Estados Unidos ya se habían encargado previamente de sembrar la tensión con el tema iraní y más recientemente con su propuesta de un escudo antimisiles europeo. En una reciente visita a Moscú, Condoleeza Rice le advirtió a Putin que el escudo era una decisión tomada. Putin respondió con el ensayo de un misil intercontinental de nueva generación y con la advertencia de que apuntaría nuevamente sus ojivas nucleares hacia objetivos europeos si el proyecto de escudo se mantiene. Bush, tan estúpidamente previsible como siempre, desafió a los rusos con un sarcasmo: “son amenazas inútiles”. Sin duda se trata de un libreto de guerra fría.

Si sólo se tratara de inexistentes armas de destrucción masiva, recreadas en las mentes retorcidas de los funcionarios de la inteligencia de los EU como justificación para invadir países, pues el problema no sería tan apocalípticamente grave. Desafortunadamente los nuevos juegos de guerra de la administración de los EU involucran de nuevo a Rusia, a un país con el segundo arsenal nuclear más importante del planeta. El 10 de febrero pasado, durante la conferencia de seguridad de Múnich, el mismo Putin advertía sobre el peligro de las intenciones de Washington: “Los planes para expandir ciertos elementos del sistema de defensa antimisiles a Europa no pueden dejar de inquietarnos. ¿Quién necesita el próximo paso de lo que sería, en este caso, una inevitable carrera armamentista?”

Los EU justifican el escudo europeo con un hipotético ataque de Irán o de grupos fundamentalistas islámicos. Argumento poco creíble. El concepto de defensa antimisiles apareció en los años 80, en plena guerra fría, cuando Ronald Reagan propuso un sistema de satélites en el espacio, de bases de radar en todo el mundo con estaciones de escucha y misiles de interceptación, para detectar y derribar misiles nucleares antes de que llegaran a su objetivo. Entonces se le llamó popularmente Guerra de las estrellas. El Pentágono se ha gastado oficialmente más de 130 mil millones de dólares en este tipo de sistema desde 1983. George W. Bush aumentó el gasto desde el 2001 a 11 mil millones de dólares al año, el doble del nivel durante los años de Clinton. Y ha presupuestado otros 53 mil millones de dólares durante los cinco años siguientes.

Lo anterior quiere decir que este tipo de sistemas ya están diseñados. Lo que está en juego es donde geopolíticamente imponerlos. Los rusos tienen un sistema de radares y de escuchas antimisiles en todas sus fronteras desde los 80. Se sabe que la ciudad de Moscú "goza" del primer sistema antimisiles que se construyó en el mundo. Por eso la propuesta de Putin a Bush durante la reunión de Rostock no debe sorprender a nadie: “si el problema de ustedes es un posible ataque iraní, pues les alquilamos nuestro sistema de radares antimisiles desplegado en Azerbaiyán, en la frontera con Irán”.

Es indudable que los belicosos dirigentes gringos están irritados con las pretensiones rusas de recuperar parte de su poder e influencia en el mundo. Rusia actualmente está en un proceso de renacionalización de sectores estratégicos como los hidrocarburos. Construye un gasoducto por el mar Báltico, tubo que llevará el gas ruso hasta Alemania, para distribuirlo a los necesitados consumidores europeos sin pasar por el territorio de ningún país hostil de Europa del Este. Putin acaba de constituir un cartel euroasiático del gas, conformado por Rusia, Kazajstán y Uzbekistán, abierto a nuevos socios que construirá un nuevo oleoducto hacia Europa por la cuenca del mar Negro. El objetivo de Rusia es claro: generar una fuerte dependencia europea del gas ruso. La dependencia energética será el arma que complementará una nueva generación de disuasivas armas nucleares rusas.

La cosa no está para relajarse, guerreristas en Washington y un régimen políticamente inestable en Moscú. Emergentes actores geopolíticos en el escenario como China. Intereses capitalistas que ponen en jaque a los pueblos y a un mundo en juego.

Los casquetes polares y las nieves perpetuas se volvieron efímeros, se siguen derritiendo allá arriba, poco a poco,lejos. Diez mil muchachos trataron de encerrar en su lujoso hotel a la gente más peligrosa del planeta reunida en Rostock. En los sótanos del mundo deberíamos prepararnos para salir, encerrarlos definitivamente y curar el mundo. Los expertos hablan de paz fría. Ojo, la pax caliente no es un remedio para la gripe.