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Instantáneas
Daniel Coronell / Lunes 24 de enero de 2011
 

Pocos días después de que se conociera la confesión de Yidis Medina sobre la compraventa del voto que hizo posible la primera reelección presidencial, apareció un curioso personaje. Se trata de un fotógrafo de Barrancabermeja llamado Jesús Antonio Villamizar. Vestido de amarillo pollito y con una cámara al cuello, Villamizar atendió en Bucaramanga a los corresponsales de los medios nacionales y a la prensa local.

Aseguró ante los micrófonos que la ex congresista -ya en ese momento detenida y clasificada como enemiga del gobierno de la época- lo había amenazado de muerte. Sostenía Villamizar que ella no lo había hecho directamente sino por interpuesta persona, para impedir que él entregara fotografías que había tomado en las que supuestamente Yidis Medina estaba acompañada por guerrilleros.

Villamizar no tenía las fotos que podían probar su versión. Solamente la historia. Aseguraba que había destruido las tres únicas imágenes, por un terrible temor. Sin embargo, logró superar ese temor para denunciar públicamente las amenazas. También aseguró que la detenida Yidis estaba buscando con desesperación imágenes del entonces mandatario con paramilitares, que según él tampoco existían, pero que de existir seguramente estarían en el archivo del inquieto reportero gráfico barranqueño.

A casi nadie le pareció curioso que fuera el DAS regional el que estuviera citando a la prensa para que oyera las declaraciones de un particular. Una función que no le correspondía y que se veía mal porque el DAS -que depende del Presidente de la República- era la entidad que invitaba a difundir afirmaciones para desacreditar a la testigo en un proceso contra el mismo Presidente.

Para despejar la inquietud, ese mayo de 2008, le pedí una declaración a María del Pilar Hurtado a través de la oficina de prensa del DAS. Unas horas después me comunicaron que la directora no hablaría en cámara, pero su vocero me autorizó la publicación de un párrafo, teóricamente elaborado por ella, en el que intentaba explicar el papel del Departamento en la difusión de las declaraciones del fotógrafo:

"El DAS llamó a los medios de comunicación por petición del señor Jesús Antonio Villamizar porque, como organismo de seguridad del Estado, está en la obligación de dar a conocer al país denuncias tan graves que lo único que buscaban era enlodar la honra y el buen nombre del señor Presidente de la República" (sic).

El galimatías no explicaba nada y en mi modesta opinión estaba por debajo de las capacidades redaccionales de la abogada Hurtado. El tema se habría quedado ahí sino fuera porque la última vez que pude ver a la ex directora del DAS, en un episodio ya narrado en esta columna, ella me aseguró que el fotógrafo de marras había recibido pago con cargo a gastos reservados.

El señor Jesús Antonio Villamizar, a quien tuve oportunidad de ver hace unos meses, me dijo que nunca recibió dinero y de paso me ofreció su concurso para conseguir unas fotos interesantes, gentil ofrecimiento que decliné.

Estaba ya por olvidarme del señor Villamizar y de sus pruebas fotográficas que jamás aparecen, cuando resurgió la semana pasada durante una conversación que sostuve con un interno en la cárcel de Palogordo, en Santander.

Orlando Moncada Zapata, alias ’Tasmania’, asegura que Jesús Antonio Villamizar estuvo en la cárcel de Itagüí por recomendación de alias ’Julián Bolívar’. Allí, según Tasmania, el fotógrafo se reunió con Juan Carlos Sierra, alias ’el Tuso’, y recibió instrucciones para desacreditar a Yidis Medina y así debilitar su testimonio.

También asegura Tasmania que desde Itagüí se han orquestado varios montajes, como el que él mismo protagonizó contra la Corte Suprema de Justicia.

Esa cárcel, según él, es una especie de fábrica nacional de montajes.

El mundo es un pañuelo. Hace unos días, Julián Bolívar salió de la penitenciaría para declarar que Yidis Medina en el pasado le había pedido ayuda no a la guerrilla, como decían antes, sino a los paramilitares. Mientras tanto, políticos del Magdalena Medio la emprendían en testimonios contra el magistrado investigador de la parapolítica, víctima del montaje en el que usaron a Tasmania.