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Crónica del retorno
Melkin Castrillón / Domingo 22 de julio de 2007
 

Luego de un mes de toma, los campesinos del nordeste antioqueño, el valle del río Cimitarra y sur de Bolívar levantaron el campamento de refugio humanitario en Barrancabermeja y regresaron a sus parcelas. El 12 de julio se dio la partida rumbo a sus veredas. Fue una larga jornada de camino, pues las vías de acceso a las zonas rurales no son muy buenas.

En el casco urbano de San Pablo, a donde arribaron las comunidades movilizadas del sur de Bolívar, esperamos el transporte que nos llevaría a las parcelas. Allí había varios policías, podían actuar en represalia contra nosotros, pero la gente estaba tranquila y sin miedo. Los campesinos estaban contentos por volver a sus casas, aunque cansados y consternados porque las fumigaciones acabaron con las cosechas que habían dejado atrás. Ahora les toca empezar de cero.

Por el camino se comentaba sobre el temor a que el gobierno no cumpla con los acuerdos de la mesa de negociaciones. Si el gobierno no cumple, volveremos a la ciudad hasta que se solucione el problema de raíz. Esta es la voluntad del campesino.

De camino a casa, en el corregimiento Cerro Azul, paramos a tomar agua, cuando vimos tropas del Batallón Caldas del Ejército Nacional, que estaban en el caserío. Un teniente se acercó al camión y señaló a un muchacho, llamándolo por su nombre: Raúl Gallego. Le dijo "usted bájese", y lo retuvieron durante hora y media en el cuarto de la casa de un campesino, donde lo acusaron de ser guerrillero de las FARC. Le dijeron que era mejor entregarse o terminar muerto o en la cárcel.

Finalmente, el campesino fue puesto en libertad, aunque este hecho puso en duda la verdadera voluntad de las Fuerzas Militares en dejar de maltratar y perseguir a los líderes comunitarios y a la población civil.