Agencia Prensa Rural

Actuaciones que van contra la resistencia civil y contra los trabajadores
Álvaro Morales Sánchez / Martes 12 de julio de 2011
 

El pasado 26 de mayo, el presidente de la Confederación General del Trabajo, CGT, Julio Roberto Gómez, firmó la Actualización del Acuerdo Tripartito de junio de 2006 suscrito por el gobierno, los empresarios y las centrales obreras. Por fortuna dos (2) de la tres (3) centrales obreras, la CTC y la CUT, no le caminaron a este otro engaño de Juan Manuel Santos. El mencionado acuerdo laboral, contiene una serie de manifestaciones de intención para resolver parte de los problemas contenidos en el “Plan de Acción de Colombia y Estados Unidos para derechos laborales” acordado por Obama y Santos. Algunas de las promesas ya fueron incumplidas, como el compromiso de terminar con las cooperativas de trabajo asociado, CTA, y la intermediación laboral o la de penalizar y castigar drásticamente las acciones que impidan los derechos de asociación y negociación o la de aceptar las recomendaciones técnicas de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, para la organización del nuevo Ministerio del Trabajo. El asunto va parando en mera burla y medidas inocuas, hasta el punto que la misma CGT ya envió una carta reclamando seriedad en lo prometido.

El interés de fondo con ese acuerdo era sacar un documento en que las centrales le reconocieran al gobierno de Santos supuestos progresos en la atención de la problemática laboral. Serviría, además, de sustento para implorarle a los parlamentos de Estados Unidos y la Unión Europea que le concedan la ratificación de los respectivos Tratados de Libre Comercio, TLC. Se presentaría también ante la OIT, tal como ocurrió en su 100ª Conferencia donde los voceros del gobierno y los empresarios no se tuvieron que emplear a fondo, pues el testimonio de la delegación de la CGT sobre los acuerdos con Santos, fue suficiente para calificar a Colombia como país en progreso en materia de derechos laborales y libertades sindicales. A los alegatos posteriores de los delegados de la CGT, argumentando que esa no fue su intención, se contraponen el despliegue mediático que el gobierno le dio al apoyo que recibió de esa Central, y los premios recibidos por sus dirigentes: sendos cargos en el Consejo de Administración de la OIT. No son menos evidentes las declaraciones de funcionarios de la Secretaría de Comercio de Estados Unidos felicitando al gobierno de Colombia, por cumplir las tareas del Plan de Acción impuesto por Barak Obama.

La censurable posición gobiernista de Julio Roberto Gómez, fue estimulada por Gustavo Petro: “El discurso de Santos en la CGT recoge lo fundamental de nuestra propuesta presidencial en materia laboral. Invito al movimiento del sindicalismo democrático, sin perder independencia del gobierno, a iniciar un dialogo con Santos para la reforma. Podemos como en Europa y EEUU concretar un pacto social alrededor del fortalecimiento de los trabajadores”. El señor Petro no sabe, o lo oculta deliberadamente, que en Europa y Estados Unidos a los trabajadores les arrebatan día a día sus derechos, en beneficio de los grandes ajustes impuestos por el FMI y los bancos. Así acaba de ocurrir en Francia, Grecia, Irlanda, Wisconsin. Donde sí hubo pacto fue en España, porque las centrales obreras, como lo hacen aquí Julio Roberto y la CGT, les dieron la espalda a las manifestaciones de resistencia y firmaron el raponazo del gobierno y los empresarios.

Julio Roberto Gómez y Gustavo Petro coinciden en haber abandonado el Polo y hacer toda clase de movimientos para ser aceptados por el gobierno de Santos. Hoy están en partidos distintos, el primero con la Unidad Nacional y el otro con los Progresistas, pero ambos dicen que el gobierno neoliberal y progringo de Santos es una administración de apertura y progreso. Ambos dejaron sus reclamos por la soberanía nacional y contra la desigualdad social: hoy se desloman por brindarle su respaldo a un gobierno que con “nuevas maneras”, engaños y maquillajes, profundiza el neoliberalismo y la entrega del país al capital financiero internacional, a las multinacionales y a los oligopolios criollos.

Pero los trabajadores y los militantes de la izquierda democrática sabrán desentrañar las falsas posturas de oposición que vayan apareciendo. El camino más directo para lograrlo es, aplicando el adagio popular de “dime con quién andas y te diré quién eres”, mirar bien cuál es la cercanía que tienen con el converso vicepresidente Angelino Garzón y con sus invitaciones a practicar un sindicalismo propositivo y colaboracionista, que tiene por premisa la renuncia a su naturaleza reivindicativa, democrática y patriótica.