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Del Polo electoral y el Polo Alternativo
Juan Carlos Villamizar Alarcón / Miércoles 12 de septiembre de 2007
 

Como un importante aporte al debate sobre los conversos, reproducimos este artículo de Juan Carlos Villamizar, quien se desempeña actualmente como coordinador de juventudes del PDA en el Estado español (Nota de la Agencia Prensa Rural).

Últimamente ha sido habitual encontrar opiniones de diferentes calados en torno al momento álgido por el que atraviesa el conflicto colombiano y el torbellino que genera en la arena política.

Me ha llamado especial atención las opiniones de los dirigentes del polo y uno que otro miembro de la dirección con respecto a las tareas y prioridades del PDA, su carácter y la visión con respecto al conflicto y la insurgencia. Esas posiciones revelan matices en la configuración de la "unidad" de la cual tanto presumimos pero a su vez de la que tanto carecemos en la práctica política. Por eso es importante que se tengan presentes diferentes elementos conceptuales que permitan hacer un análisis más profundo y responsable de la realidad colombiana a la luz de una visión de izquierda, cosa de la cual adolecen las sendas declaraciones que se han venido publicando a modo de "imperativo categórico".

El PDA nace a portas de una contienda electoral a raíz de una reforma a la ley de partidos que sin una coalición electoral haría prácticamente desaparecer a las fuerzas hasta ese momento dispersas de la izquierda colombiana. En principio fue un acuerdo parlamentario con miras a las elecciones, esto no hay que olvidarlo, como no hay que olvidar que fue la respuesta contundente de la gente, de los estudiantes principalmente, del vecino de barrio, del indígena, de la organización local, del viejo comunista de voto disciplinado, del lustra botas o de artistas e intelectuales, ellos quienes con su voto consolidaron al polo como oposición y obligaron a constituirlo como partido. Esa derrota con sabor a victoria puso a la dirigencia del Polo a acariciar la posibilidad real de llegar a la casa de Nariño en el 2010 y por otro lado puso a su base social y popular a trabajar por la construcción de un proyecto alternativo donde depositar sus reivindicaciones durante muchos años guardadas en la arenga, expresadas en la resistencia, oprimidas en el Estado.

Así como existe un país nacional y un país político, donde uno se mueve por su realidad concreta y el otro por la interpretació n que hace de ella, existe un Polo electoral y un Polo alternativo. El Polo electoral ha venido engrasando su maquinaria con miras de ponerla a punto para las locales de octubre y las próximas elecciones presidenciales. Y faltaría más que un partido político no se planteara el ejercicio del poder para lograr las transformaciones que plantea en su plataforma programática, ese no es el problema, lo realmente preocupante es que se haga a cualquier precio, eso no sólo puede ser un error que nos lleve a un galimatías insuperable sino que además puede ser una alta traición a la innegable esencia popular que conforma al PDA. Mientras la bancada hace su aritmética electoral, mientras negocia candidatos, mueve fichas, pierde y gana pulsos, se deslinda para lograr su punto gravitatorio en el centro, mientras se alinea con un discurso "políticamente correcto", existe un Polo alternativo creciendo con esfuerzo y tesón en las bases sociales que busca cambios sociales y en el que hacer político, por eso emergen diversas formas de expresión de esencia popular que dan el verdadero carácter al PDA.

En últimas la necesidad de una co-relación de fuerzas que le de envergadura a la oposición política, que neutralice la acción del gobierno y que aísle a éste de posibles aliados ha convertido al polo en un frente antiuribista por encima de un frente popular de izquierda, graso error en la conducción estratégica impulsada por nuestra máxima dirigencia.

Es necesario replantear este desarrollo puesto que dentro de los sectores que le hacen oposición a Uribe existen reductos marginados de la plutocracia nacional que no sólo NO hacen parte de ningún proyecto de izquierda, sino que además han sido artífices de los problemas estructurales que erigen al estado colombiano. No es responsable que se aliente una vinculación al polo pescando a la militancia en el río revuelto de la oposición al gobierno, sino que nuestra grandeza ética y alternativa real esta en seducir a la ciudadanía con un programa de hondo calado social que mantenga la esencia transformadora y soberana de una sociedad con anhelos de una democracia popular.

Las salidas insulsas y electoreras de miembros de la dirección del polo demuestran que la "unidad" tan celosamente cuidada esta condicionada. La militancia del polo debe tener claro que al interior del PDA hay corrientes revolucionarias que buscan el camino al socialismo, diferentes tendencias que han sido decisorias y relevantes en la configuración de dicha unidad, y protagonistas de primera mano del devenir histórico de nuestro país. Son sectores que si bien han escogido con alegría y optimismo el camino del ejercicio político y público no por ello han renunciado ni renunciaran a los principios revolucionarios, ni a la lucha contra el imperialismo, ni a la resistencia popular ni mucho menos a la construcción del socialismo. Desdeñar ésta realidad con argucias y debates desactualizados y paranoicos es fundamentalmente hacer caso omiso a una parte significativa de la sociedad colombiana y eso trae sus consecuencias.

Sorprende ver como vociferamos con tanta destreza para condenar a la insurgencia, con mucho menos aspavientos en el caso, penoso hay que decirlo, de las pugnas por las candidaturas de una buena parte del territorio nacional, la falta de rigurosidad a la hora de escoger hojas de vida de los candidatos y candidatas, debates mal llevados, compromisos clientelistas, negligencia en temas de comunicación, formación y ética etc.

No se ha tenido en cuenta que la aparición de la insurgencia no ha sido gratuita ni arbitrario su desarrollo en las condiciones actuales. Esas fuerzas insurrectas están compuestas por gentes humildes venidas de esos "sectores populares" que dirigentes del polo pretenden "cuidar" de confusiones, olvidando el hecho de que han sido muchos de ellos obligados a tomar el fusil para defenderse de las arbitrariedades del establecimiento. O ahora como plantea el compañero M. Trujillo las nuevas generaciones tendremos que "olvidar". La dignidad que se forja en la resistencia no se olvida, muchos de los jóvenes que estamos aquí "frenteando" lo hacemos porque no sólo no nos parece digno olvidar sino que consideramos un deber moral y ético lograr las demandas de quienes perdieron la vida por defenderlas. No, las cosas en sus debidas proporciones, la insurgencia colombiana tiene un carácter político-militar, confundir su esencia y ubicación en el plano político con sus desarrollos tácticos en el conflicto sólo contribuyen a la tendencia que hay en parte de nuestros dirigentes de hacer análisis coyunturalistas, contestatarios y superfluos. Nosotros debemos proponer fórmulas que puedan garantizar condiciones óptimas y reales para la salida del conflicto y la superación de las causas que lo generan, no hacer llamados alarmistas como si durante más de cuarenta años de conflicto no se hubiesen aplicado técnicas de guerra vejatorias en una confrontación de por si violenta e injusta por antonomasia. No es la hora de rasgarse las vestiduras con alaridos electoreros compañeros y compañeras, hay que ir al fondo del asunto a través de un debate responsable y sereno para vislumbrar el camino a la reconstrucció n nacional. La salida de éstos dirigentes ha sido el facilismo de seguir la senda del gobierno, de denunciar lo que el gobierno denuncia, de levantar la voz cuando el gobierno la levanta, como si de su sombra de tratara, que hace lo mismo pero a la inversa.

El papel de la dirigencia del polo no es sólo recoger votos debajo de las piedras, ni limitarse a contestarle al gobierno, nuestra responsabilidad es la construcción de un partido de izquierda que haga las transformaciones necesarias que requiere el país y allane el camino para acoger en su seno a la insurgencia, toda ella en su conjunto, cuando estén dadas las condiciones para deponer las armas. En el caso de Europa el papel de nuestro representante en la DNP no es la de ser caja de resonancia de todo lo que diga Petro ni hacer su precampaña, para eso ya habrá tiempo. Aquí hay una tarea de fondo que no se ha impulsado a escala regional, es brindar los elementos necesarios para que se de una discusión profunda y de alto nivel en los órganos locales. Si de algo se ha caracterizado la izquierda es en su análisis "raizal", como dice el maestro Fals Borda, es decir, de las raíces mismas del problema. Ahora resulta que las desigualdades sociales, la inexistencia de derechos fundamentales y el terrorismo de estado están en segundo plano porque lo fundamental es acabar con el secuestro y el narcotráfico y sus promotores, la insurgencia y los paramilitares.

Osados o ingenuos en sus apreciaciones han sido al decir que en Colombia hay un estado social de derecho y que desde 1991 existen garantías para la lucha política, esta apreciación parece más una alucinación veleidosa de un converso que una realidad comprobable. Qué nos dirán las familias de miles y miles de asesinados, desaparecidos, desplazados o exiliados en estos dieciséis años de "Estado social de Derecho", espero que estos dirigentes se tomen el trabajo de preguntarles.

Por eso es necesario generar debates rigurosos, análisis detallados de las causas del conflicto para salir del coyunturalismo al que nos someten nuestros dirigentes. Construir el polo alternativo, el que se esta desarrollando en los pueblos y localidades, el que promueven los jóvenes y artistas, el polo de las mujeres o LGTB, indígenas y campesinos, ese polo que recoge a la burguesía consciente y a los intelectuales, negritudes, gitanos, comunistas, empresarios etc. Su solidez en la base podrá apaciguar muchas desmesuras en el polo de bancada y direcciones, ese polo con tintes de oportunismo, contestatario y encerrado en el laberinto de sus propias ambiciones. Por eso siempre será mejor una oposición bien llevada, ante todo muy digna que un poder logrado con la impronta de la politiquería tradicional.

Por eso es indispensable un escenario para la discusión política de estos y otros temas, por eso es necesario convocar a la militancia del polo europeo a que se reúna para debatir a profundidad y aclarar criterios, actualizar debates, identificar en últimas que implica ser de izquierda, porque eso de ser de izquierda es mucho más que decirle a todo el mundo "compañero", es una cuestión de mística que no puede ser negociable ante una coyuntura electoral.