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Una piedra llamada ignorancia
Jorge Montenegro / Viernes 28 de septiembre de 2007
 

Cuentan que cierta vez estaba Diógenes en la esquina de una calle riéndose a mandíbula batiente. Su amigo Aristipo le preguntó: “¿De qué te ríes?”. Contestó Diógenes: “¿Ves esa piedra que hay en medio de la calle? En el rato que llevo aquí ya han tropezado en ella diez personas. Todas se han irritado, pero ninguna de ellas se ha tomado la molestia de retirarla para que otros no tropiecen”.

En épocas preelectorales, como en la que nos encontramos, sucede algo similar a lo que narra la historia. Los políticos hacen las veces de Diógenes, que se ríen a carcajadas al vernos tropezar una y otra vez en la piedra de la ignorancia. Todos nos enojamos cuando nos tropezamos, pero ninguno nos tomamos la molestia de quitarla del camino.

La ignorancia está en cualquier rincón de esta querida patria, tierra del Sagrado Corazón. Todos nos tropezamos con ella, no una ni dos veces, sino muchísimas veces, es más, tal vez la llevamos prendida en el zapato. Hasta aquí no pasa nada, pero lo curioso es que nos hemos acostumbrado a vivir con ella, a encontrarla a cada rato, la hemos hecho una amiga más. Es duro decir esto, pero no hay que evitarlo.

Pero, ¿qué tiene que ver esta lección de vida con la época preelectoral? Pues que los políticos saben cuál es la piedra, dónde se encuentra y cómo se puede quitar, pero no quieren hacerlo, pues se les acabaría la risa. ¿A qué honorable edil, concejal, alcalde, gobernador... le parecerá gracioso “abrirle” los ojos a sus “electores”?

En estos días todos los candidatos, sin excepción –pues es una ley del mercado–, prometen “puentes donde no hay ríos”, como dice la canción, y juran ante lo más sagrado (el dinero) que ellos no siguen la tradición, que ellos quitarán la piedra de la ignorancia a todos, que no se reirán de “su pueblo”. Pero, cuando salgan elegidos y algún Aristipo les pregunte de qué se ríen, ellos contestarán con el cinismo que los caracteriza: “Ninguno es capaz de quitar la piedra”.