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Diego Rivera: Un sentido homenaje en su 125 Aniversario
“el arte debe servir a la clase trabajadora y estar fácilmente disponible o a su alcance” Diego Rivera
Prensa Libre Cauca / Viernes 9 de diciembre de 2011
 

Este perfil del muralista mexicano DIEGO RIVERA es un esfuerzo por reconstruir la vida y obra de uno de los pintores latinoamericanos más preeminentes de este siglo. Es un esfuerzo por escudriñar en la historia y revivirlo como vivo sigue en nuestra memoria.

Iniciaremos por decir que DIEGO RIVERA nació en la ciudad de Guanajuato, el 8 de diciembre de 1886. Sus padres fueron don Diego Rivera y doña María del Pilar Barrientos. Desde muy temprana edad manifiesto gran afición para la pintura como excepcionales aptitudes para el dibujo; talento que lo llevó, cuando apenas contaba con diez años a obtener una beca del gobierno para ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, ciudad de México. Sin embargo, sólo permaneció allí hasta su expulsión en 1902 por haber participado en las revueltas estudiantiles que se desarrollaban por esa época.

Entre 1907 y 1920 estudió pintura en Europa, principalmente en España y Francia donde se familiarizó con las innovadoras formas cubistas de Pablo Picasso, el impresionismo de Renoir y la composición de Paul Cézanne que lo moverían a experimentar con el cubismo gris y otros novísimos estilos del post-impresionismo.

En 1920 identificado con el movimiento comunista, recogió la tradición india, negra y sin olvidar la técnica europea, expresó en forma plástica los sucesos de la revolución mexicana; ideas y esperanzas que lo trasladaron a Italia para estudiar los frescos[1] del Renacimiento e investigar la técnica mural del pintor Giotto, cuya influencia lo hizo apartarse del movimiento cubista para indagar con centenares de bocetos en los que enarboló el mural como estandarte de su indigenismo y su apostolado marxista. En tal sentido, Rivera decía que “el arte debía contribuir al proceso de habilitar a las clases trabajadoras para entender sus propias historias".

La oportunidad de poner en práctica sus nuevas tendencias se dio en 1921, con la inauguración de un programa cultural instituido por el gobierno mexicano para llevar el arte a las masas, en el que los artistas José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y el propio Diego Rivera fueron comisionados para pintar una serie de ciclos de frescos en edificios públicos e instigar lo que vino a llamarse el Renacimiento Muralista Mexicano. En dicho proyecto, estos grandes artistas pintaron sobre las paredes de edificios públicos de todo el país, creando con sus obras una nueva iconografía que representaba complejos temas sociales y nacionales, motivos religiosos y una perspectiva global prehispánica.

En 1922, Diego Rivera ejecutó su primera obra de pintura mural en el auditorio de la Escuela Nacional Preparatoria (Anfiteatro Simón Bolívar[2]) con el tema filosófico de la creación; desde entonces, empezó a alternar su labor de muralista con su intensa producción de dibujos, acuarelas y pintura de caballete. En esta misma época se une a Guadalupe Marín con quien tiene dos hijas, Lupe y Ruth.

Llegado el año 1927 crea los murales de la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, “Canto a la tierra y a los que la trabajan y liberan[3]”. En septiembre de este mismo año realiza un viaje a la Unión Soviética invitado por la Comisión de Educación Pública de este país, en donde produce una interesante colección de dibujos, acuarelas y óleos basada en las observaciones efectuadas durante las fiestas de conmemoración del décimo aniversario de la Revolución Rusa.

En agosto de 1928 regresa a México para terminar sus murales en la Secretaría de Educación Pública describiendo con sus conceptos la vida del pueblo mexicano, en esta época, se divorcia de la Sra. Marín y se casa con quien compartiría su militancia, su obra, su vida misma, la pintora Frida Kahlo, considerada una representante insigne de la pintura introspectiva mexicana del siglo XX.

Con su vigoroso y original estilo representa el mas genuino sentimiento popular; fijando en 1929 los murales del Palacio de Cortés, en Cuernavaca, Morelos, en los que expresa sus primeros conceptos sobre la historia de México e inicia la monumental decoración de la escalera del Palacio Nacional. En los años 30ta, decora el Salón del Consejo del Departamento de Salubridad con grandes desnudos simbólicos de la salud y la vida en los que reflejó una síntesis de los más distintivos movimientos culturales.

En 1931, se trasladó a San Francisco y expuso sus obras en el California Palace of the Legion of Honor; pintó la escalera del Luncheon Club del San Francisco Stock Exchange con una alegoría sobre la gran riqueza natural e industrial de California. Asimismo, realizó un fresco en la residencia de Mrs. Sigmund Stern. Decoró un muro en la California School of Fine Arts de San Francisco en homenaje a la industria moderna, aplicada a la construcción de edificios. Llevó a cabo en el Museum of Modern Art de Nueva York, su exposición más importante hasta ese momento en los Estados Unidos, para ello pintó cuatro tableros movibles como muestra de su obra mural.

En 1932, en la Academia de la Música de Filadelfia se presentó el Ballet H. P. (Horse Power), con música de Carlos Chávez y escenografía y vestuario de Diego Rivera. Tras una corta estancia en México, Diego inició el Retrato de Detroit que ejecutó en el patio del Detroit Institute of Arts; con objeto de documentarse debidamente, dedicó largas semanas al estudio de fábricas, talleres, máquinas y obreros, cuyas imágenes trasladó a esa magna composición, considerada por el pintor como una de sus obras más importantes. Diego pinta para la New Worker’s School y el Instituto de Arte de Detroit, 21 frescos movibles con la historia de los Estados Unidos. En el Rockefeller Center de Nueva York por encargo de sus propietarios pinta la obra "Hombre en la encrucijada", que recibe numerosas críticas por la semejanza de los rasgos de sus figuras con personajes como Lenin, Marx,Trostky, Engels; por eso es destruida antes de ser terminada y sustituida por una de Brangwyn, pero en 1934 regresa a México y lo pinta en el recién terminado Palacio de Bellas Artes.

En 1935, Diego Rivera y Frida Kahlo abrigaron la idea de convertir el resguardo de sus amoríos “la Casa Azul” en un museo que tuviese un gran teatro al aire libre, una galería y un espacio para talleres y conferencias. Proyecto que concluyó en 1963 y se inauguró en 1964 gracias a la generosidad de Dolores Olamedo. En el se exhiben más de 59 mil piezas de arte prehispánico. Esta"Ciudad de las Artes" es el punto de encuentro en el que Diego buscaba que se integraran y convivieran arquitectura, música, teatro, danza y artesanía. Sobre este recinto, el poeta Carlos Pellicier dijera: "La atmósfera de este museo creado por su genial donador, no tiene igual en el mundo entero. Su alta espiritualidad y belleza hacen del Anahuacalli un museo inolvidable… El esfuerzo personal, el genio artístico del coleccionista y su conmovedora generosidad se reúnen en este museo de manera monumental."

Entre 1936 y 1940 se dedica exclusivamente a la pintura de caballete. Crea paisajes de gran fantasía y notables retratos, así como la famosa serie de bailarinas negras. Obras que manejan un lenguaje preciso, directo, con un estilo realista, pleno de contenido social, razón por la que se le conoce como un pintor revolucionario que buscaba llevar el arte a las calles, edificios y al pueblo en general.

Entre 1947 y 1948 pinta en el comedor del Hotel del Prado en México un mural titulado “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central[4]”, refiriéndose a la historia nacional de su país donde incluye una frase de Ignacio Ramírez, prócer de la Reforma que expresa "Dios no existe". La gerencia del hotel cubre la pintura impidiendo que el público la contemple debido a que Diego se negó a dejar borrar la frase. En el año subsiguiente y hasta 1951, Rivera desarrolla en la sección de Chapultepec una decoración esculto – pictórica con el tema México apaga su sed (El agua origen de la vida), donde ejecuta un colosal altorrelieve en torno a Tláloc, la divinidad del agua de la antigüedad mexicana.

Durante 1952 pinta con técnica mixta y sobre tela, un mural titulado “Pesadilla de guerra y sueño de paz” sobre la guerra intervencionista en Corea. Por su intención crítica, la pintura es censurada, lo que causa escándalo internacional. Asimismo, Rivera decora la fachada del Estadio de la Ciudad Universitaria con técnica esculto - pictórica, utilizando piedras de colores naturales. Las obras son suspendidas, pero el artista deja a la UNAM[5] los dibujos para la ornamentación completa del Estadio.

En 1953 decora la fachada del Teatro de los Insurgentes con un mosaico de vidrio y pinta con técnica mixta sobre tela, el mural titulado “Gloriosa victoria”, sobre la intervención norteamericana en Guatemala, obra que se encuentra en la República Popular de Polonia.

Durante 1954 en la residencia del productor de cine Santiago Reachi en Cuernavaca, Morelos, Diego realiza en tela una serie de murales transportables y un mosaico en vidrio, “Baño en el río”. Durante este año muere Frida Kahlo, su esposa, cuya desaparición le causa un gran trastorno físico y moral; sin embargo, Diego continúa su labor muralista en el Palacio Nacional donde desarrolla uno de los temas centrales de la historia de México: la llegada de los conquistadores, esta obra incluye dos retratos de Hernán Cortés, cuya interpretación despertó una discusión apasionada. Pinta en el vestíbulo del hospital del Seguro Social el mural titulado “El pueblo en demanda de salud”.

Un año después en 1955 durante el mes de junio, el cirujano Ignacio Millán, especialista en cáncer, le descubre las huellas de este mal y le sugiere suspender todas sus actividades para dedicarse a su curación. Rivera no sigue el consejo del médico y prosigue activamente su labor en San Pablo Tepetlapa, al sur de la Ciudad de México e inicia en la casa de Coyoacán un museo consagrado a la memoria de Kahlo. En agosto de este año, viaja a la Unión Soviética para ponerse en manos del Dr. Funkin, cancerólogo afamado de Moscú, quien le aplica la bomba de cobalto para controlar el cáncer que empieza a invadirlo.

En 1957 celebra una importante exposición de 250 obras de caballete, continúa activamente sus proyectos para el corredor del Palacio Nacional, para el Museo Nacional de Historia, para la Escuela de Ciencias Químicas de la UNAM, para los murales sobre el Teatro Jorge Negrete y el proyecto de un fresco sobre Zapata en la casa del actor de cine Emilio Fernández.

Desarrolló en sus últimas pinturas un estilo indigenista y social de gran atractivo popular. El fresco de la historia de México para el Palacio Nacional, quedó inconcluso a su muerte acaecida en la Ciudad de México, el 25 de noviembre de este año, donde es enterrado en la Rotonda de los Hombres ilustres.

Los murales que Rivera pintó en México lo hicieron tan famoso que se convirtió, no sólo en jefe de la escuela pictórica, sino también en líder político. Sus actividades en este último orden lo han hecho centro de no pocas polémicas y peripecias, Diego Rivera fue miembro del Partido Comunista de 1923 a 1930 y de 1954 hasta su muerte.

Diego Rivera, en formas simplificadas y con vivo colorido rescató bellamente el pasado precolombino, al igual que los momentos más significativos de la historia mexicana, de la tierra, el campesino, el obrero, las costumbres y el carácter popular.

La técnica europea a la que debe su sabia estructuración decorativa, transforma la resolución de su ideario social que impregna en sus obras de mexicanismo, donde resuena la voz de la prédica social revolucionaria y de la resistencia a la opresión extranjera que hacen de su arte un vehículo de lucha popular y activa.