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Reúne a los estados latinoamericanos al margen de sus diferencias políticas
CELAC: Estados Unidos pierde su patio trasero
La Celac, que excluye a EEUU y Canadá, podría sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA)
Nazaret Castro / Domingo 8 de enero de 2012
 

América Latina cuenta con una nueva plataforma: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que nació el pasado 3 de diciembre en Caracas, por iniciativa venezolana, para dar cabida a esa "patria grande" de la que hablaba Simón Bolívar.

Englobará a todos los países latinoamericanos y caribeños, excluyendo a Canadá y Estados Unidos: en total, 33 países que suman 550 millones de personas y una extensión de 20 millones de kilómetros cuadrados muy ricos en recursos naturales.

La primera cumbre no dejó ver grandes novedades: "Enérgica condena" al embargo comercial cubano, compromiso de lucha contra el narcotráfico, apoyo a la recla-mación argentina de soberanía sobre las Malvinas... Nada que no se haya repetido hasta la extenuación en otros foros. Pero la Celac aporta una novedad interesante: "Reúne a todos los países latinoamericanos independientemente de sus diferencias políticas", apunta Rafael Duarte Villa, profesor de Rela-ciones Internacionales en la Universidad de São Paulo (USP). Todos los gobiernos, de derechas o izquierdas, pueden asumir ese nacionalismo latinoamericano que enfatiza la idea de autonomía. Por eso cree Duarte que el organismo "nace fuerte políticamente", aunque carezca todavía de presupuesto propio y de los mecanismos institucionales necesarios para imponer una agenda independiente.

"Esta es la década de América Latina", proclamó en Cara-cas el presidente mexicano, Felipe Calderón. Es el espíritu que se respira en la región, que quiere liberarse de la dependencia secular respecto de Estados Unidos.

La Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948 por iniciativa de Washington, ha sido reflejo de esa situación de dominio. Y es precisamente sustituir a la OEA la intención confesa de Venezuela y Ecuador: "La Celac va a dejar atrás a la vieja y desgastada OEA", afirmó el presidente venezolano, Hugo Chávez. Esa vieja OEA que el diario mexicano La Jornada describió como virtual "Ministerio de Colonias" de Washington.

Izquierda y derecha pueden asumir el nacionalismo y la idea de autonomía

Es difícil pensar en la desa-parición de la OEA, menos aún cuando la Celac no pasa, por el momento, de ser un foro de diálogo, donde la nece-sidad de tomar las decisiones por unanimidad y no por mayoría, como pretendían los gobiernos bolivarianos hace prever que todos los acuerdos que se adopten serán de mínimos. Pero tampoco cabe duda de que Estados Unidos será "el gran perdedor a medio plazo de la creación de la Celac", según el profesor Duarte.

Interés brasileño

La propia creación de la Celac lanza un mensaje de soberanía impensable hace apenas unos años. Y es probable que la nueva organización redunde en relaciones bilaterales más independientes con Estados Unidos, en tanto que la OEA queda relegada a un instrumento para el diálogo entre el bloque latinoamericano y sus vecinos del Norte.

Estados Unidos será el gran perdedor a medio plazo, según algunos analistas

Algunos analistas aducen que la Celac ha sido posible gracias al vacío dejado por la Casa Blanca en los últimos años. Así, los senadores norteamericanos Robert Menéndez y Marco Antonio Rubio han criticado la "pasividad" de Barack Obama frente a un continente que se está quedando "fuera del control de EEUU".

Para Rafael Duarte, el factor esencial de la nueva estrategia latinoamericana tiene que ver con el rechazo de las iniciativas estadounidenses ("admi-nistración desastrosa del caso Honduras, Plan Colombia, manera arrogante de tratar a Haití, relaciones tensas con los países bolivarianos o con Argentina, etcétera"), pero también con la "emergencia de los países latinoamericanos en su conjunto, sobre todo Brasil, como actores fuertes y con capacidad de iniciativas propias".

Nadie duda a estas alturas de que el gigante suramericano está llamado a ejercer el liderazgo regional, en detrimento de la influencia de Washing-ton. En este sentido, un foro latinoamericano "viene a sumar-se a los intereses brasileños", dice Duarte. Sin embargo, Brasil prefiere la cautela. Ha recibido con prudencia la nueva institución, una frialdad que se refleja también en la indiferencia con la que la prensa ha tratado la cumbre. Aunque la presidenta, Dilma Rousseff, la calificó de "histórica", no permaneció en Caracas el segundo día de la reunión, como tampoco lo hizo su homóloga argentina, Cristina Fernández.

Brasilia ha dejado claro que dará prioridad a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que nació en 2008 impulsada por Brasil y que ha mostrado ya su eficacia en asuntos como la ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela en 2010. Rousseff prefiere que se consolide Unasur, mientras la Celac comienza a funcionar con una "estructura leve", sin secretaría ejecutiva ni presupuesto propio.

Rafael Duarte no cree, sin embargo, que sea un síntoma de desinterés por la Celac, sino más bien un intento de diferenciarse de los excesos verbales de Ecuador y Vene-zuela, para que "el surgimiento de la Celac no coloque a EEUU en una situación embarazosa". Brasil disputa silenciosamente la hegemonía en el continente: la pruden-cia es esencial para no poner en riesgo sus buenas relaciones con Washington.

La supremacía de Brasil

La Celac podría ser una plata-forma para que Brasil "defien-da su supremacía regional y consolide su posición como un BRIC relevante en la escena internacional", opina Maria do Socorro Souaza, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de São Carlos. Rousseff ha mantenido la línea de su antecesor, Lula da Silva, de "profundizar en las rela-ciones con los socios del Sur, tanto en la vecina Suramérica como en África y Asia, frente a la estrategia de gobiernos anteriores que privilegiaban el vínculo con Washington", según Souza.

En un continente tan polarizado políticamente, las visio-nes sobre la Celac son antagónicas. La prensa de izquierdas elogia la tentativa de supe-rar la hegemonía estadounidense: "El dilema es recolonización o independencia", ha escrito la periodista argentina Stella Calloni. Y los medios conservadores la califican de artimaña de los países bolivarianos para legitimar su discurso antiimperialista. La Nación opinó en un editorial que "quieren reemplazar a la OEA, cuya defensa de las libertades incomoda a líderes autoritarios", cuestionando incluso la utilidad de "otro mecanismo de diálogo".