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Conmemoración Masacre de la Rochela
Conmemoramos la Esperanza y la Dignidad
Documento Central
Agencia Prensa Rural / Sábado 21 de enero de 2012
 

A continuación transcribimos el documento central leído en la conmemoración de los 23 años de la masacre de la Rochela. "Que el miedo no justifique el olvido"


La invaluable riqueza de la región del Magdalena Medio la convierte en un territorio en disputa donde convergen diversos intereses económicos, sociales, políticos y culturales. Con un marco legal que desde finales de los años sesenta propició y estimuló la creación de grupos de autodefensa, hacía el año de 1982 con el apoyo de las instituciones militares y de terratenientes surge en el Magdalena Medio el fenómeno del paramilitarismo, que hasta el día de hoy ha dejado a miles de campesinos sin su territorio, asesinados, desaparecidos, el terror y la zozobra en las comunidades.

La región del bajo Simacota no ha sido ajeno a ello, la arremetida paramilitar auspiciada por altos mandos de los organismos de seguridad del estado Colombiano, contó con la financiación y el respaldo de narcotraficantes, en cabeza de Gonzalo Rodríguez Gacha alias El Mejicano, Pablo Escobar , la mal llamada Asociación de Campesinos y Ganaderos del Magdalena Medio –ACDEGAM- , al igual que reconocidos caciques políticos de la zona; quienes en su ambición de expansión territorial fueron sembrando el terror y apropiándose a sangre y fuego de las tierras más productivas para la implementación del latifundio y la ganadería extensiva.

Este camino del terror representado en detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, torturas, asesinatos, intimidaciones, ultrajes, violaciones hacía las mujeres, iba dejando a su paso la desesperanza, la desarticulación del tejido social, la disgregación de cientos de familias, entre otros hechos delictivos; eran tan evidentes las atrocidades ocurridas en el bajo Simacota que en el mes de diciembre de 1988 se ordenó la visita de una comisión judicial a la zona con el fin de investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos-

Los múltiples homicidios y desapariciones ocurridas en el Magdalena Medio, la retención y desaparición de campesinos que habían sido quemados con ácido, así como la desaparición de 19 comerciantes en la zona del municipio de cimitarra (Santander, fecha) , ameritaban la urgente y pronta presencia de funcionarios judiciales en la región con miras a esclarecer lo sucedido y castigar a los autores intelectuales y materiales de estos hechos.

Con la firme convicción de que representaban a la justicia y que su presencia contribuiría hacia la búsqueda de la verdad, Mariela Morales Caro, Arnulfo Mejía Duarte, Benur Iván Guasca Castro, Carlos Fernando Castillo Zapata, Cesar Augusto Morales Cepeda, Gabriel Enrique Vesga Fonseca, Yul Germán Monroy, Luis Hernández Muñoz, Orlando Morales Cárdenas, Pablo Antonio Beltrán Palomino, Samuel Vargas y Virgilio Hernández Serrano en la mañana del 18 de enero de 1989 (…) se dirigieron desde la localidad de Barrancabermeja hacia la Vereda La Rochela, con el propósito de recibir las declaraciones de los testigos citados el día anterior. Cuatro de los agentes investigadores fueron a la localidad de Pueblo Nuevo con el fin de llevar a La Rochela a varias personas que debían prestar declaración. En el trayecto, los referidos agentes fueron interceptados por un grupo de quince hombres fuertemente armados y uniformados que se identificaron e hicieron pasar como miembros del XXIII Frente de las FARC- EP. El hombre que se identificó como el comandante al mando de dicho “Frente” interrogó a los miembros de la Comisión Judicial, preguntándoles cuál era el motivo de su presencia y cuántas personas integraban dicha Comisión.

Una vez que todos los funcionarios de la Comisión Judicial se encontraban en La Rochela y se estaba terminando de recibir la declaración de los testigos, se presentó un grupo de aproximadamente cuarenta hombres armados, quienes se identificaron e hicieron pasar como miembros del referido frente de las FARC- EP (…) el mismo comandante que estaba al mando se dirigió a los miembros de la Comisión Judicial y les propuso que le entregaran los revólveres de dotación oficial, aduciendo que era con el fin de evitar confusiones al momento de que se encontraran en su desplazamiento con miembros del Ejército. (…) Media hora después varios hombres fuertemente armados y vestidos de civil llegaron al lugar, y uno de ellos se presentó como el máximo comandante del Frente XXIII de las FARC-EP, alias el Comandante Ernesto.

Seguidamente los miembros del grupo paramilitar “Los Masetos” mantuvieron encerrados y custodiados a los miembros de la Comisión Judicial en un cuarto de aproximadamente doce metros alrededor de dos horas y media. Los dos hombres que se hacían pasar por comandantes de las FARC-EP se reunieron con los funcionarios judiciales y les manifestaron que, en virtud de que se estaban verificando ciertos movimientos militares en la zona, resultaba necesario buscar un sitio seguro para que la Comisión Judicial continuara con las diligencias. Los comandantes convencieron a los miembros de la Comisión Judicial de la conveniencia de que se dejaran amarrar para trasladarlos, a fin de poder simular una situación de secuestro por las FARC-EP en caso de que se hiciera presente el Ejército.

Aproximadamente a las 12:00 horas los 15 miembros de la Comisión Judicial fueron atados con las manos por atrás de la espalda y obligados a subirse a los dos automóviles. En otros dos automóviles iban los paramilitares. Los miembros de la Comisión Judicial fueron llevados sin saber su destino durante aproximadamente unos siete kilómetros de la Vereda La Rochela, sobre la vía que conduce a la ciudad de Barrancabermeja, hasta que llegaron al sitio conocido como “La Laguna”. Cuando los automóviles se detuvieron, salieron de ellos los hombres armados. (…) se formaron a una distancia aproximada de diez metros de los automóviles y, después de señas que hizo uno de ellos, empezaron a disparar de forma indiscriminada y contìnua contra los miembros de la Comisión Judicial, durante varios minutos.

Seguidamente, los paramilitares les empezaron a dar el “tiro de gracia” a las víctimas. Esto duró aproximadamente un minuto y medio. (…)

De los quince miembros de la comisión judicial sobrevivieron tres: Manuel Libardo Díaz Navas, Wilson Humberto Mantilla Castilla y Arturo Salgado Garzón quienes en medio del desconcierto y a pesar de las heridas propiciadas lograron salir del lugar y resguardar sus vidas.

Hoy conmemoramos 23 años del asesinato de 11 hombres y una mujer, sus muertes develan como en otras masacres la responsabilidad del Estado Colombiano, no solamente por la omisión en brindarles la protección que les correspondía, sino por la obstaculización en la obtención de la justicia, de la verdad, por perpetuar la impunidad, y también por la errada creencia que únicamente la salida militar logrará la paz, su consigna la de exterminar al otro, a su enemigo, ha propiciado las condiciones para que desde hace más de cuarenta años, se considere necesaria la existencia de grupos de autodefensas y paramilitares, los cuales siempre han contado con su connivencia y respaldo.

Pero hoy, también conmemoramos la esperanza, la resistencia y la dignidad, aún cuando en nuestro país el conflicto social y armado subsiste. El paramilitarismo ha hecho el recorrido de la muerte, ahora nosotros hacemos el recorrido de la vida, recordando y remembrando a nuestras madres, a nuestros padres, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros compañeros y compañeras, a nuestros amigos y amigas, recordando sus ideales, haciéndolos realidad. La reconstrucción de la memoria histórica de las miles de víctimas de crímenes de estado es un proceso arduo y largo, pero necesario en la lucha contra la impunidad y el olvido.

La reconciliación y el perdón es la oferta institucional; pero para ello, es necesario un proceso real de búsqueda de la verdad, del fortalecimiento de un sistema judicial independiente del manejo mañoso del gobierno nacional, de reparación integral a partir de las propuestas de las víctimas y no de los intereses de los victimarios; asimismo para que estos lamentables hechos no se repitan el estado colombiano tiene que acabar con todas las estructuras paramilitares y su relación directa con diferentes sectores del poder público; debe generar escenarios de diálogos de paz con los grupos insurgentes, entendiendo que la paz no es un trofeo de los gobiernos de turno, sino un elemento fundamental para un desarrollo social incluyente en el marco de un verdadero estado social de derecho.

Hacemos llegar a los familiares de las víctimas de este atroz Crimen de lesa Humanidad y a las comunidades urbanas y rurales del Municipio de Simacota (Santander) nuestro más sincero mensaje de solidaridad y fraternidad de parte del movimiento social del Magdalena Medio y de las diferentes organizaciones sociales participantes de este Acto de Conmemoración de los 23 años de la Masacre de la Rochela. Que no sea solo un acto más, sino por el contrario el retomar de los procesos de organización social y de movilización hacia la búsqueda de la justicia social y el respeto por la dignidad del pueblo Colombianos

Reafirmamos una vez más nuestras luchas y las consideramos como luchas justas; estamos convencidos que EL DIÁLOGO ES LA RUTA.

Municipio de Simacota, Vereda La Rochela, Enero 18 de 2012
Muchas Gracias