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Agroecología: Resistencia social, fortalecimiento productivo y conservación en las Zonas de Reserva Campesina de Colombia
Miguel Fernando Mejía Alfonso / Jueves 9 de febrero de 2012
 

Resumen

Las Zonas de Reserva Campesina –ZRC- en Colombia son áreas de estabilización de la frontera agraria y fortalecimiento de economías campesinas; surgieron como producto de la movilización de campesinos y colonos cocaleros en un proceso de concertación social y política que quedo consagrado en la ley 160 de 1994. Desde entonces se han constituido seis ZRC ubicadas en contextos agroecológicos estratégicos como llanuras, la selva amazónica, áreas de amortiguación de páramo, bosques interandinos y zonas de rivera, en los departamentos de Putumayo, Guaviare, Caquetá, Cundinamarca, Magdalena y Bolívar. Las ZRC se caracterizan por estar inmersas en regiones de reciente colonización y donde el conflicto armado observa una especial intensidad en disputa por el control y la defensa de territorios estratégicos. El Instituto Colombiano de Desarrollo Rural -INCODER- se ha propuesto un proceso de reactivación de las ZRC, el cual comprende un programa articulador de formación campesina en Agroecología. La Agroecología como estrategia de formación propende por la defensa del territorio, la resistencia social y la permanencia de las comunidades en los ecosistemas estratégicos. Como iniciativa de fortalecimiento productivo, propende por la soberanía alimentaria y
los autoabastecimientos, así como la producción ecológica y la conservación. El programa se desarrolla en una Escuela Nacional Agroecológica itinerante bajo la pedagogía de campesino a campesino. Se busca demostrar, a través de un proyecto educativo construido socialmente, la vigencia de las economías campesinas y la agricultura familiar en diferentes contextos biogeográficos, su potencial frente al cambio ecosistémico y climático, así como la fuerza de la organización social.

Introducción

La Agroecología como ciencia emergente viene arando un terreno fértil en el ámbito intelectual del pensamiento social agrario alternativo (Sevilla & G. 2008) donde confluyen vertientes de conocimiento del humanismo, la biología, geografía, agronomía, economía, política, arte, entre otras. Esta base científica constituye uno de los soportes orientadores de una propuesta que propende por una relación entre la cultura y la naturaleza que permita producir y reproducir condiciones de existencia con dignidad para lo humano y para lo no humano.

De otro lado la Agroecología como practica social se viene materializando tanto en aspectos de orden técnico para la producción de alimentos y el manejo de los agroecosistemas (predios, fincas o parcelas etc.); como en aspectos sociales en cuanto a la organización y movilización social en la defensa del territorio y en busca de la soberanía alimentaria. (Wezel A., Et al., 2009)

En Colombia, en particular, estas expresiones de la Agroecología -tanto en el ámbito académico como en el ámbito de la organización social- se han erigido sobre diferentes
bases, las cuales hacen que dichas expresiones tengan en la actualidad matices de distinto orden conceptual y teórico, así como desde el punto de vista práctico y organizativo, lo anterior se expresa en factores diferenciales de tipo político, cultural y técnico. Un ejemplo de esta situación, son las experiencias cuya estrategia de desenvolvimiento ha sido la educación o la formación (Galeano A, 2007). El “matiz” de las experiencias educativas está determinado por los agentes involucrados en la promoción y enseñanza de la Agroecología como enfoque de trabajo. Existen propuestas educativas de carácter gubernamental, no gubernamental y otras de orden comunitario o de base social, las cuales a su vez tienen diferencias pedagógicas y conceptuales, que muy seguramente tienen raíces de carácter ideológico que le dan sentido a sus programas.

El presente trabajo tiene como propósito señalar la pertinencia e importancia que tiene la Agroecología como proceso de formación y articulación en las Zonas de Reserva Campesina –ZRC- de Colombia, dada la connotación especial que tiene esta figura jurídica y territorial, como producto de la resistencia de la organización campesina en defensa de la vida y del territorio. El interés es ubicar el contexto político organizativo de las ZRC, sus posibilidades para el fortalecimiento de la organización y economía campesina, la búsqueda de la soberanía alimentaria, la conservación y recuperación de ecosistemas estratégicos y de este modo su relación con la propuesta de la Agroecología como movimiento social.

Contexto organizativo de las Zonas de Reserva Campesina

La organización campesina en Colombia tiene una dinámica particular relacionada con la historia colonial y sus expresiones de resistencia. La formación del campesinado colombiano deviene de procesos de reconfiguración social y cultural que si bien forjaron una clase social; ésta se erigió en una identidad frágil producto de la división racial del trabajo en la colonia, entre otros matices de orden cultural interno en la diferenciación indio, negro, blanco.

La denominada “modernización capitalista” en el agricultura colombiana implementó los patrones coloniales de explotación agraria; la expansión del poder político y económico tiene como su principal eje la concentración de la tierra, cambio en los patrones de ocupación del territorio y en las relaciones sociales de producción. En Colombia este proceso devino en expresiones de correlación armada; de un lado brotes de resistencia armada que en la segunda década del siglo pasado erigieron las banderas de un movimiento armado con raíces agrarias, de otro lado estructuras armadas de carácter “mixto” – fuerza pública y ejércitos privados- como estrategia contra-insurgente y defensa del poder económico y político local regional, el estatus quo, lo que ha implicado despojo, estigmatización y exterminio de la organización campesina de carácter reivindicativo.

Se podría decir que la organización campesina en Colombia ha sobrevivido en medio del conflicto, lo cual hace que su estructura organizativa asuma diversos matices políticos y ritmos de acción que la llevan a tener un rasgo fragmentario, y de acción circunstancial o coyuntural. Una de estas expresiones de acción coyuntural se ha
manifestado en las áreas de reciente “colonización”, donde las economías campesinas han sobrevivido a través del establecimiento de cultivos de uso ilícito. El trato militar de la política antidroga del la década del noventa desató el levantamiento de miles de colonos-campesinos en diferentes partes del país y puso de manifiesto las raíces del problema agrario en la nación, dejando entrever la incapacidad de los gobiernos por solucionar estructuralmente la inequidad del acceso a los medios de producción en condiciones dignas y de justica social.

Es bajo esta coyuntura que en 1994, luego de un intenso debate y presión se introduce en un acto legislativo algunos derechos del campesinado, expresados en la creación y reglamentación de las “Zonas de Reserva Campesina”.

Pese al inconformismo de los sectores agroindustriales y terratenientes del país, el Decreto 1777 reglamentario de la Ley 160 de 1994, creo las ZRC, dándoles por objeto “fomentar y estabilizar la economía campesina, superar las causas de los conflictos sociales que las afecten y, en general, crear las condiciones para el logro de la paz y la justicia social en las áreas respectivas” y como objetivos “Controlar la expansión inadecuada de la frontera agropecuaria del país. Evitar y corregir los fenómenos de inequitativa concentración, o fragmentación antieconómica de la propiedad rústica. Crear las condiciones para la adecuada consolidación y desarrollo sostenible de la economía campesina y de los colonos en las zonas respectivas. Regular la ocupación y aprovechamiento de las tierras baldías, dando preferencia en su adjudicación a los campesinos o colonos de escasos recursos. Crear y construir una propuesta integral de desarrollo humano sostenible, de ordenamiento territorial y de gestión política. Facilitar
la ejecución integral de las políticas de desarrollo rural. Fortalecer los espacios de concertación social, política, ambiental y cultural entre el Estado y las comunidades rurales, garantizando su adecuada participación en las instancias de planificación y decisión local y regional.”

El anterior marco jurídico constituyó un avance y logro de las luchas campesinas en Colombia en la búsqueda de una reforma agraria integral, ya que la carta política nacional, constitución política de 1991 -en el marco de un proceso de reconciliación- había reconocido los derechos indígenas en relación con la tierra y el territorio; pero dejo en el limbo a los campesinos.

Contexto territorial de las ZRC

La delimitación y constitución de las primeras ZRC en el país estuvieron impulsadas por la presión frente al tratamiento de la política antinarcóticos por parte de campesinos y colonos cocaleros a finales de la década del noventa, donde la organización campesina a través de la interlocución de académicos e intelectuales comprometidos con la causa campesina, lograron incidir en algunos ámbitos de la institucionalidad gubernamental especialmente en el Instituto Colombiano de Reforma Agraria INCORA.

La conformación de las tres primeras ZRC, contaron con recursos de un préstamo del Banco Mundial en la línea de aprendizaje e innovación, el cual fue denominado como Proyecto Piloto que buscaba desarrollar las metodologías para el proceso de constitución de las ZRC, respondiendo al carácter participativo. Las primeras Zonas identificadas se ubicaron una en el departamento del Guaviare en los municipios de
Calamar, San José del Guaviare y El Retorno con 463.600 Has, y otra en el departamento de Caquetá, corregimiento el Pato del municipio de San Vicente del Cagüan con 88.401 Has. Estas dos regiones se caracterizan en su momento por ser áreas de reciente colonización; donde la siembra de cultivos de uso ilícito se había constituido en una de las principales fuentes de ingresos y donde el conflicto armado tenía una alta intensidad. De otro lado, el Proyecto Piloto del Banco Mundial priorizó la constitución de una ZRC en el departamento de Cundinamarca - al centro del país - en el municipio de Cabrera con 44.000 Has, área de amortiguación del Páramo de Sumapaz, el más extenso de los Andes y escenario donde la organización campesina de carácter clasista y reivindicativo tuvo una especial importancia para el país.

Las evaluaciones del Proyecto Piloto reconocieron la importancia de la figura jurídica y territorial de las ZRC como propuesta de fortalecimiento organizativo de las comunidades y el ordenamiento ambiental y productivo de la propiedad. El Proyecto generó importantes instrumentos de planeación del territorio como la Evaluación Socio- económica Ambiental Participativa – ESAP - y los Planes de Desarrollo Sostenible - PDS - por Zona, algunos de ellos ejecutados hasta en un 90% (Ortiz et al., 2004). Pese a que el gobierno no dispuso de nuevos recursos para apoyar el programa de ZRC; se constituyeron otras tres Zonas en el país. Una al Sur Occidente en el departamento del Putumayo en el municipio del Puerto Asís, corregimiento del Bajo Cuembí y Comandante con 22.000 Has, ubicado en la Amazonia Colombiana, donde los colonos cocaleros protagonizaron una de las protestas de mayor intensidad frente a las fumigaciones de cultivos de uso ilícito en el año 1996.

Las otras dos ZRC se constituyeron en la región del Magdalena Medio, al margen de la cuenca del río más importante del país, una en el departamento de Bolívar, municipios de Arenal y Morales con 29110 Has. La otra en la región del Valle del Rio Cimitarra municipios de San Pablo y Cantagallo, departamento de Bolívar, que incluye jurisdicción de los municipios de Yondo y Remedios, departamento de Antioquia; con una extensión de 184.000 Has. Allí las organizaciones campesinas también protagonizaron su propio éxodo, a comienzos del año 2000, como consecuencia frente a la política militar antinarcóticos, que venía implementando el destierro de campesinos, masacres contra sus organizaciones y donde la concentración de la tierra con la ayuda de grupos paramilitares. La constitución de estas dos últimas ZRC fue posible al apoyo del Programa de Paz y Desarrollo del Magdalena Medio – PDPMM - con recursos de cooperación internacional, especialmente de la Unión Europea.

El cambio de gobierno en Colombia en la primera década del presente siglo, dejó un panorama funesto en los logros de las luchas campesinas. La intensificación del conflicto armado en el territorio nacional trajo nuevamente la estigmatización de la organización campesina de carácter reivindicativo, su desarticulación, persecución sistemática, asesinato selectivo de líderes, montajes judiciales, destierros y desapariciones; lo cual efectivamente tuvo implicaciones directas en organizaciones de ZRC, lo que las llevo durante ocho años a un proceso de inactividad, pérdida de identidad local, desconfianza y miedo.

Solo dos organizaciones mantuvieron acciones entorno a la figura jurídica y territorial, la Asociación Municipal de Colonos del Pato – AMCOP- y la Asociación Campesina del
Valle del Rio Cimitarra – ACVC-.

La primera de ellas, AMCOP ubicada en la ZRC del Pato - Balsillas adelantó procesos autogestionarios con fortalecimiento productivo solidario y de conservación. Por su parte, ACVC en el Magdalena Medio, pese a que sufrió una de las agresiones mas fuertes, tanto en el ámbito jurídico por la suspensión de la Zona y la judicialización de sus principales líderes, y en el ámbito territorial por la incursión paramilitar, el asesinato y destierro de gran parte de sus habitantes; esta organización gracias al trabajo, especialmente de mujeres lideresas campesinas, lograron mantener acciones como ZRC -de hecho- fortaleciendo el proceso de legitimidad social y apropiación de la figura territorial a través de recuperar proyectos productivos de economía campesina con sistemas cooperados y de autogestión, rescate de la soberanía alimentaria en medio del conflicto y promoción de la importancia de la figura territorial de ZRC, en el contexto nacional e internacional, como estrategia de defensa del territorio, la pervivencia y permanencia del campesinado en el mismo.

La ACVC, pese a tener la suspensión de la Zona en medio de una persecución política, realizó el primer encuentro nacional de ZRC (2010), que puso sobre el escenario público y gubernamental nuevamente los derechos colectivos de los campesinos, reafirmar el tema de la victimización del campesinado en Colombia y el problema agrario no resuelto. Estas acciones entre otras llevaron a la ACVC a recibir el Premio Nacional de Paz del año 2010 y a convertirse en uno de los referentes de resistencia campesina para el siglo XXI en Colombia.

Es bajo el contexto anterior que el INCODER adelanta la “reactivación” de las ZRC y constitución de nuevas Zonas en un proceso de concertación social con las organizaciones campesinas que hacen parte del comité nacional de impulso de ZRC.

Esta reactivación además de la actualización de los Planes de Desarrollo Sostenible por Zona, incluye la generación de un proceso articulador de fortalecimiento organizativo y productivo, que comprende un programa de formación agroecológica en ZRC.

La Agroecología como estrategia organizativa - productiva en ZRC
Son varios aspectos que ubican la importancia de la Agroecología para el fortalecimiento de las ZRC. Entre otros, se puede mencionar la naturaleza misma en que surge esta figura jurídica a partir de las luchas campesinas en Colombia por una reforma agraria integral, la defensa del territorio y el fortalecimiento de la economía campesina, la búsqueda de la soberanía alimentaria y la necesidad de conservación y restauración ecológica de ecosistemas estratégicos - como en los que se ubican las ZRC - en Colombia.

Programa de formación en Agroecología

Desde la perspectiva anterior los enfoques pedagógicos que promuevan una propuesta de formación agroecológica, deben partir de la construcción del territorio, la cultura y la identidad como elementos centrales de la acción educativa. Lo anterior implica plantear que para la construcción del proyecto educativo con enfoque agroecológico, es necesario elevar su condición a un proyecto político organizativo. Un principio pedagógico que promueva la Agroecología debe partir por promover: el reconocimiento del territorio para su apropiación y defensa, el reconocimiento de la cultura para revalorar la condición de clase y la construcción de identidad, tanto territorial como organizativa entorno a la ZRC.

Las pedagogías que promueven este tipo de valores hacen parte de una corriente denominada las pedagogías críticas (constructivistas, activas entre otras) y de estas, es importante considerar el papel que desempeña la “pedagogía popular”, inspirada en la necesidad de reconocer la lucha de clases y la construcción colectiva de conocimiento sobre las realidades, en el marco de procesos emancipatorios o liberadores (Freire, 1984 – 1987). En este sentido el programa educativo en Agroecología debe acoger los postulados de la lectura del mundo, lectura de la realidad, la Investigación Acción Participativa IAP (Fals, 1994), la educación como un proceso colectivo horizontal, construido socialmente, que finalmente se exprese en un proyecto pedagógico político, que parta de investigar la realidad para transformarla en la praxis (Mejía, 2009).

En cuanto a las particularidades del contexto de las ZRC, los principios pedagógicos deberán partir del reconocimiento de la diversidad cultural; un enfoque intercultural que teja una trama de diferentes visiones del mundo, sistemas de creencias, formas de pensamiento y de acciones en relación con la naturaleza, donde lo “campesino” tiene un sentido especial en cuanto a los ritmos locales de la organización y los calendarios agrarios de producción. (Toledo & Barrera 2008)

La enseñanza y aprendizajes sobre los usos y manejos de los ecosistemas, así como el diseño de sistemas productivos, implica acudir a la memoria biocultural, la etnoecología (Toledo opCit), la pedagogía de los saberes campesinos (Núñez, 2005), la pedagogía de la tierra, la biopedagogía (Gadotti, M. 2002) y la pedagogía de campesino a campesino (Holt., 2008). Estos postulados, no como meros enunciados de referencia, sino como propuestas pedagógicas y didácticas que partiendo de preceptos como la condición de
clase, la defensa de la vida, el reconocimiento cultural que ya se están materializando como proyectos educativos alternativos a los modelos hegemónicos, homogenizantes y desruralizantes, a través de estructuras organizativas como escuelas campesinas e indígenas, escuelas de campo, jornadas de formación, foros, talleres, encuentros, redes de formadores, intercambios de saberes, rituales, fiestas y carnavales, entre múltiples expresiones pedagógicas.

Finalmente se considera que para la construcción social del programa de formación agroecológica la metodología Campesino a Campesino hace parte de estas iniciativas educativas alternativas que crecen en América Latina; para las ZRC paulatinamente deberá ir pasando de las experiencias de productores individuales a un proceso colectivo de movimiento social, donde los sistemas de producción estén articulados en redes de productores, procesos cooperativos de comercialización y transformación, orientados a su vez desde el proyecto pedagógico y político, el cual debe afianzar iniciativas locales de soberanía alimentaria, defensa de los territorios y la permanencia de las comunidades en las ZRC. Para esto es importante re-valorizar: el papel de la familia, la formación de cuadros, el rol de las mujeres y los jóvenes, los intercambios de experiencias, las estrategias comunicativas que convoquen el diálogo intercultural. Esta propuesta parte de identificar casos “exitosos” de sistematización y difusión; como lo realizado en Cuba con la ANAP (Rosset, et al. 2010). Esta experiencia marca una pauta respecto a rasgos sobre los cuales se puede re-significar la practica agroecológica, en cuanto a sus estrategias de promoción.

Consideraciones Finales

El reconocimiento del campesinado en Colombia es un problema en la construcción de identidad nacional; el desarrollismo, el tratamiento político y la estigmatización de la resistencia social han puesto en detrimento la unidad de acción, así como visibilizar el campesinado como sujeto político en la construcción de nación. Sin embargo, su papel en la producción de alimentos y la generación de fuerza laboral sigue siendo de suma importancia. La producción de alimentos de economía campesina es fundamental para la alimentación y el sustento del país, es esta fuerza productiva y cultural la que garantiza el anclaje territorial y la disponibilidad de alimentos básicos en el ámbito nacional, regional y local.

Pese a esta realidad -a veces desconocida-, en regiones donde el conflicto observa una especial intensificación, las dinámicas de producción agraria y los circuitos de comercialización y distribución se ven duramente afectados por factores como el desplazamiento, en control militar, la desarticulación organizativa, la marginalización política, que en ocasiones hacen que los campesinos estén sujetos a la inserción en las economías extractivas de recursos naturales o de cultivos de uso ilícito; este es el caso de las ZRC donde es necesario recuperar la producción local y garantizar la disponibilidad de alimentos y la pervivencia de las comunidades en el territorio.

Los beneficios de la economía campesina trascienden los aspectos eminentemente productivos e instrumentales del intercambio de mercancías, sino que reflejan otros beneficios en términos ecológicos, culturales, sociales y políticos; sin embargo el desarrollismo, la estigmatización, la negación política de la importancia del campesinado
como sujeto político, ha hecho de esta realidad un fenómeno poco visible. Las ZRC constituyen un proceso de resistencia social y un escenario de reivindicación y reconocimiento político del campesinado; por su parte la formación agroecológica en ZRC constituye una estrategia para el fortalecimiento de la organización campesina y de las formas de producción que pueden garantizar un futuro digno, sano y soberano en el actual escenario económico y ecológico local - global.

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