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Masacre de las bananeras: El tamaño sí importa
Los documentos oficiales norteamericanos sobre los hechos que rodearon la masacre de las bananeras nos presentan la visión del embajador y otros funcionarios americanos sobre la huelga contra la United Fruit Company
Tatiana Acevedo / Martes 1ro de mayo de 2012
 

Desde Gaitán hasta García Márquez, pasando por militares, académicos, activistas y testigos, cientos de personajes se han pronunciado extensamente sobre la masacre de las bananeras. Son tantas las versiones acerca del “verdadero” tamaño de la matanza oficial, que algunos han optado por restarle importancia al número de víctimas y heridos que dejó, reivindicando, en cambio, la importancia de recoger los distintos recuerdos, significados y memorias que la rodean. Otros, como el reconocido historiador Eduardo Posada Carbó, han subrayado el carácter exagerado de algunas narraciones y han puesto las palabras masacre y represión entre comillas, preguntándose, “¿qué tan apocalípticos fueron realmente estos eventos?”.

Lo cierto es que, pese a los ochenta y cuatro años que han transcurrido desde la masacre, ocurrida en diciembre de 1928, siguen apareciendo descripciones. Así, los documentos oficiales norteamericanos desclasificados, recopilados y publicados por el abogado norteamericano Paul Wolf en 2002 nos presentan la visión del embajador y otros funcionarios americanos sobre la huelga contra la United Fruit Company. Los gringos, que sí estaban preocupados por el tamaño que podrían tomar huelga y represión, nos presentan nuevos números. Algunos de éstos son:

Uno. Un barco de guerra pidió el consulado norteamericano en Santa Marta, al secretario de Estado en Washington, en telegrama del 6 de diciembre de 1928, argumentando que no se podía confiar en el ejército colombiano, pues éste podría llegar a simpatizar con el proletariado: “El sentimiento contra el Gobierno y a favor del proletariado, que es compartido por algunos de los soldados, es encumbrado y es dudoso si podemos depender del gobierno colombiano para la protección. ¿Puedo sugerir respetuosamente que mi solicitud de la presencia a poca distancia de un buque de guerra estadounidense se conceda (…) el carácter de la huelga ha cambiado y las alteraciones son una manifestación con una tendencia subversiva”.

Cero. Fue el número de navíos que se enviaron, pues tan sólo días después la petición fue rechazada por el Departamento de Estado: “El Departamento de Estado no (repito, no) desea enviar un buque de guerra a Santa Marta. Mantenga al Departamento informado de cualquier evolución de los acontecimientos por la vía telegráfica”.

Veinte. Eran los norteamericanos presentes en la zona bananera en los momentos de mayor desorden y represión. El embajador en Colombia, Jefferson Caffery, le informa al secretario de Estado: “Situación fuera de la ciudad de Santa Marta, sin duda, muy seria (…) militares que tienen órdenes de ‘no escatimar municiones’ (…) Gobierno habla ahora de ofensiva general contra los huelguistas, tan pronto como todas las tropas ahora en camino lleguen temprano la próxima semana. Estoy preocupado por unos 20 estadounidenses todavía en la zona exterior”.

Quinientos. Hacia finales de diciembre el embajador Caffery informa al secretario de Estado que, según el asesor jurídico de la United Fruit Company, el número total de huelguistas asesinados en la reacción de las autoridades militares colombianas puede oscilar entre 500 y 600. Dos meses después, el mismo Caffery corrige esta información, afirmando que de acuerdo con lo que le ha contado el representante en Colombia de la United Fruit, el número de muertos era mayor: “Tengo el honor de informar que el representante en Bogotá de la United Fruit Company me dijo ayer que el número total de huelguistas muertos por el ejército colombiano superó el millar”.

Cien. Tras leer los balances sobre la huelga presentados por el embajador Caffery al Departamento de Estado, es posible concluir que, al final del día, la United Fruit recibió el ciento por ciento de respaldo por cuenta del gobierno colombiano. En palabras del señor embajador: “En cuanto a mis informes anteriores relativos a los recientes levantamientos comunistas, tengo el honor de declarar que las autoridades colombianas han venido demostrando entusiasmo inusitado en la protección de nuestros intereses: las tropas adicionales fueron enviadas por fin a Santa Marta para la protección de las propiedades de la United Fruit Company, así como a Barrancabermeja para la protección de las propiedades de la Tropical Oil Company”.

La masacre de las bananeras

La huelga contra la United Fruit Company, ocurrida en diciembre de 1928 y que degeneró en masacre, ha sido descrita y analizada desde distintos ángulos. El escritor Gabriel García Márquez, nacido en inmediaciones de la zona bananera, le dedicó un capítulo de su novela Cien Años de Soledad. También la encontramos en La Casa Grande, de Álvaro Cepeda Samudio, escritor costeño menos conocido en el extranjero pero de quien García Márquez dijo alguna vez que había heredado su afición por el cine y el periodismo. La masacre de las bananeras recibió bastante atención de parte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, también fue objeto de diversas representaciones teatrales, hace unos años se conmemoraron sus ochenta años con conferencias, debates, foros y documentales, y es ya un lugar común de la historiografía nacional aceptar que fue la causante definitiva del fin de la hegemonía conservadora y el paso a la república liberal (1930-1946).