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Colombia, entre el acuerdo humanitario y la guerra
César Jerez / Jueves 1ro de noviembre de 2007
 

Fundador y redactor de la Agencia Prensa Rural. Geólogo de la Academia Estatal Azerbaijana de Petróleos (exURSS). En Bakú obtuvo una maestría en geología industrial de petróleo y gas. Es profesor y traductor de idioma ruso. Realizó estudios de gestión y planificacion del desarrollo urbano y regional en la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP de Bogotá. Desde 1998 es miembro de la ACVC. Actualmente coordina el equipo nacional dinamizador de Anzorc. Investiga y escribe para diversos medios de comunicación alternativa.

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El pasado 15 de octubre, la comunidad internacional conoció del más reciente intercambio humanitario realizado en el marco de un conflicto armado. Dos cadáveres de combatientes de Hezbolá y un preso político libanés eran canjeados por el cadáver de un desafortunado veraneante israelí que se ahogó en aguas del Mediterráneo y fue arrastrado por la marea hasta aguas libanesas bajo control de Hezbolá.

Diversas fuentes señalan que es muy probable un intercambio de dos soldados, prisioneros de guerra israelíes en manos de Hezbolá, por centenares de presos políticos libaneses. El optimismo frente a este canje se fundamenta en la voluntad política manifestada por las partes para realizarlo, pese a que la captura de los soldados israelíes fue el detonante de la última guerra líbano-israelí, con centenares de víctimas civiles y multimillonarias pérdidas económicas y sociales, sobre todo para la parte libanesa.

Los acuerdos humanitarios que desembocan en canjes o intercambios de prisioneros son un hecho frecuente en la historia de la humanidad y de las guerras. Para su realización se requiere como puntos de partida mínimos la voluntad política de las partes, la confianza y una metodología, que algunas veces implica concesiones mutuas pero que al final permite el objetivo humanitario. El acuerdo humanitario es un hecho político en medio de la guerra, es un dialogo entre antagonistas, una negociación política que excluye las posiciones de fuerza de las partes por un tiempo y en un espacio predeterminados.

En Colombia existe un conflicto de carácter político, social y armado que se extiende ya durante más de cuatro décadas. Durante mucho tiempo las guerrillas colombianas actuaron como pequeños grupos de autodefensa y resistencia. Desde la década de los 90 la implementación de un plan estratégico y un contexto de condiciones objetivas y subjetivas favorables le permitieron a las FARC fortalecerse y asestar duros golpes a las Fuerzas Militares. En 1998 el gobierno de Andrés Pastrana se ve abocado a iniciar un nuevo proceso de paz con los rebeldes y al mismo tiempo iniciar un replanteamiento táctico bajo la orientación de la administración Clinton-Gore con el nombre de Plan Colombia.

En el transcurso del conflicto armado han sido miles los prisioneros de guerra de las partes, centenares de soldados y algunos guerrilleros han sido liberados y canjeados en acuerdos anteriores. Con el fracaso del proceso de paz, la élite del poder político y económico del país opta por la solución militar contando con el apoyo incondicional de los Estados Unidos. Uribe Vélez es elegido con el lema de la derrota militar de la guerrilla, cerrando las puertas a cualquier tipo de dialogo y acuerdo humanitario con los insurgentes.

Esto explica que decenas de militares, policías y políticos se encuentren, algunos ya cerca de 10 años, en "cárceles silvestres" a su suerte, en poder de las FARC, mientras que más de 500 guerrilleros encarcelados no ven la hora de que un canje les permita quedar en libertad. De este drama no se hubiera enterado nadie en el mundo, ocupado en otras guerras "más importantes", sino es porque entre los canjeables se encuentran tres contratistas militares estadounidenses y una mujer colombiana que fue candidata presidencial y que tiene nacionalidad francesa.

La presión internacional encabezada por sectores demócratas en Estados Unidos y por el presidente francés Sarkozy han minado un poco la intransigencia mostrada frente al intercambio por Uribe. A tal punto que recientemente solicitó la intermediación del presidente venezolano Hugo Chávez, quien ha tomado el tema del acuerdo humanitario como uno de sus objetivos prioritarios en la agenda internacional.

Esta semana arribó a Caracas, procedente de La Habana, Rodrigo Granda, miembro de la Comisión Internacional de las FARC, para reunirse con Hugo Chávez. Se espera que de esta reunión salgan algunos acuerdos que permitan la entrevista entre el mandatario venezolano y Manuel Marulanda. Chávez ha manifestado que ve imprescindible la reunión con el fundador de las FARC para poder desenmarañar el proceso.

La senadora Piedad Córdoba visitó el martes 30 de octubre de 2007, en la corte federal de Washington, a Simón Trinidad.

Mientras tanto, en Washington, la senadora colombiana Piedad Córdoba se reunía con Simón Trinidad, uno de los dos guerrilleros extraditados por Uribe a Estados Unidos. El tema de los contratistas militares estadounidenses prisioneros y de los guerrilleros extraditados representa uno de los principales escollos para lograr el acuerdo, pues las FARC han manifestado que Simón Trinidad y Sonia son sujetos de canje.

Uribe sigue negándose a despejar militarmente los municipios de Pradera y Florida y a que una vez liberados los guerrilleros regresen a las filas rebeldes, como lo exigen las FARC para poder llegar al acuerdo humanitario. Lo cierto es que sin acuerdo, la guerra se profundiza y la política va a tener que esperar más tiempo. Los presos y los muertos poco importan en un país donde se acostumbra a solucionarlo todo a tiros.