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Combatiendo los prejuicios
El Arador / Sábado 7 de julio de 2012
 

Con nuestros cachetes cargados de una apetitosa y exquisita mambeada, escribimos con la intención de derribar los prejuicios que aun predominan sobre el uso de la hoja de coca en el departamento del Amazonas y en Colombia, invitando a abrir las mentes y a reflexionar con respeto. El alboroto lo ha armado el diputado Edilberto Suárez, quién ha solicitado que su colega el diputado indígena Camilo Suárez (advertimos que no son parientes), no consuma el mambe en las sesiones de la asamblea departamental. Pese a tantos estudios, declaraciones, análisis químicos y experiencias biológicas respecto al mambe, el diputado Edilberto Suárez aparece con una antigua confusión identificando el mambe (hojas de coca) con una sustancia maligna, con una droga. Pufff!!! ¡Cómo cansa estar todo el tiempo insistiéndoles a los políticos que lean y se informen un poco antes de salir con prohibiciones! Podemos sugerirle al diputado prohibicionista que se vaya a la biblioteca y se entere que las hojas de coca no son cocaína, que no se confunda a “mi mamá Ramona, con mi marrana mona”. Pero sentimos la responsabilidad ética y política de
no dejar que semejante prejuicio quede gravitando en el ambiente público amazónico. ¿Por qué al diputado Edilberto Suárez no se le ocurrió prohibir el racismo contra los indígenas y los negros?, ¿por qué no tuvo la lucidez para pensar en prohibir el machismo, la corrupción, la contaminación
de las aguas y la desnutrición infantil? Por dos razones elementales, porque esos temas a los políticos no les interesa, y porque Edilberto Suárez, diputado por el partido de la U. jamás ha disfrutado del mambe. Pero vayamos a los argumentos que nos ayudarán a erradicar el disparate
del diputado, porque el diputado de la U. prohíbe pero no dice por qué.

Coca y alimentación

Primero es evidente que las hojas de coca (mambe) no son la causa de la pobreza, ni del atraso y una larga lista de “alteraciones” físicas y mentales1. El mambe pese a tener propiedades alimenticias (calcio, hierro, potasio, fósforo, vitamina A, B¹, B², C y E), no reemplazará la dieta
integral humana, además el mambe se lleva a la boca a menudo después de comer, cuando el estómago está lleno y desempeña un papel digestivo parecido al del té o el café2. El consumo de hojas de coca, entre otras cosas, mejora las funciones metabólicas y acelera la transmisión
de los componentes alimenticios en la sangre. Los pueblos indígenas amazónicos lo consumen con propósitos estimulantes, mediante prácticas ligadas al trabajo físico, la comunicación, las actividades ceremoniales, curativas y religiosas. Es decir, es una práctica cultural que se ejerce con
total libertad y autonomía.

Coca, farmacología, alcaloides y salud pública

Empecemos aclarando que para extraer 700 gramos de clorhidrato de cocaína se necesita una tonelada de hojas de coca (1 ton.). Esto quiere decir que los mambeadores habituales, ingieren cantidades mínimas de alcaloide que se traduce en efectos estimulantes, mejorando la actividad
sensorial, la concentración y la actividad neuronal, nada parecido a los efectos tóxicos que genera la cocaína, sustancia motivadora de repentinas euforias y subsiguientes caídas depresivas. El mambe y el consumo de las hojas de coca es un hábito cultural que no genera adicción, cualquier
indígena mambeador puede pasar meses sin consumir mambe y no experimentar reacciones químicas en su cuerpo que reclamen desesperadamente la sustancia.

El debate no es moral, es de salud pública. ¿No es acaso más nocivo el chicharrón de marrano frito en aceite reutilizado que se vende en las calles de Leticia, que una inofensiva mambeada? ¡Ya es hora de que dejemos la hipocresía por favor! Hablan de “nuestro hermanos indígenas”,
de sus “valores culturales”, “de cómo nos ayudan con el turismo”, “somos un departamento multicultural”, pero no hacen más que negarlos e irrespetarlos. Reciben con reverencia a los turistas y tratan con arrogancia y desprecio a los indios amazónicos que bajan del monte a la ciudad. ¡Dan asco quienes solo aprecian la diversidad cultural del departamento en función del mercado, de la venta de servicios turísticos y el falso folclor, incapaces de entender la profundidad cultural de los pueblos amazónicos. Dicen defender la tradición, pero tradición entendida como el atraso, el analfabetismo, la exclusión! Vaya formas en las que ha sobrevivido el colonialismo, con la ignorancia de los habitantes del mismo país.

Prohibicionismo y mambe entre los blancos.

Las hojas de coca siempre han sido prohibidas por la ignorancia desde tiempos antiguos. El primero en denigrar de la hoja de coca fue el español Diego Robles en 1557, con la idea de que “la coca es una planta que el demonio inventó para la destrucción total de los nativos” 3.
Después vinieron muchas más incomprensiones, demonizaciones y crímenes, hasta la ONU en su Convención Única Contra Estupefacientes de 1961 condena y prohíbe el uso de hojas de coca. Y ni hablar de la historia reciente, en la que una estúpida propaganda afirmaba que la hoja de coca
era “la mata que mata”, hasta llegar a nuestros días a encontrarnos con la necedad del diputado Edilberto Suárez en el Amazonas.

Los pueblos indígenas que mambean siempre han compartido las hojas de coca como elemento que promueve el intercambio fraterno, la confianza y los vínculos de amistad. El primer no-indígena en mambear del que se tenga registro es Francisco Martín, uno de los miembros de la primera expedición española al nordeste de Venezuela (1529-1531)4, cuentan que el consumo de mambe le trajo benéficos efectos en su salud oral y en la agudización de su inteligencia, parece que compartir el mambe lo sacó del embrutecimiento

Las hojas de coca, el mambe, son herencia de la América indígena, como el chontaduro, el almidón de yuca, el tabaco, el tucupí –ahora no vengan con el cuento de que también los van a prohibir por ser asuntos extraños de culturas distintas. Salgamos al encuentro de nuestra Colombia indígena,
compartamos ideas, sentimientos, sustancias, sueños, que los compañeros indígenas tomen helados de chocolate y los no-indígenas recibamos una solidaria mambeada. Además como la hoja de coca ha sido tan criminalizada y perseguida, el solo hecho de ponérsela en la boca es un acto político, una toma de postura en defensa de la historia indígena y de la diversidad cultural del país, que todos sintamos el sabor de las hojas de coca en nuestra boca, que los corazones se endulcen y que superemos la ignorancia y la violencia. Mambea lo nuestro!!!

Cada cucharada de mambe en nuestras bocas es un billete menos en el bolsillo de los narcos

1 Henman Anthony. 2009. “Los mitos de la coca”. Programa de drogas y democracia. Transnacional Institute. Drogas y conflicto. Documento de debate, junio. No. 17
2 James, A., Aulick, D., Plowman, T., 1975 “Nutritional values of Coca”, Botanical Museum Leaflets, Harvard University 24 (6): 113-119.
3 Henman, Anthony. 2008. Mama Coca. Popayán. Editorial de la Universidad del Cauca.
Ibídem