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Debate: Horacio Serpa entrevista a a Alejo Vargas sobre el proceso de paz
Explicaciones necesarias sobre la paz
Horacio Serpa / Martes 16 de octubre de 2012
 

Todo lo que se requiere saber sobre el proceso de paz con las FARC, lo comenta con claridad el profesor y analista Alejo Vargas Velásquez.

HORACIO SERPA: Esta semana comienzan en Oslo las conversaciones de paz entre gobierno y FARC. Usted, especialista en la materia, ¿cómo ve esta nueva oportunidad?

ALEJO VARGAS: Con optimismo realista. Es decir, hay hechos que muestran condiciones favorables: 1) el aprendizaje de todos, gobierno, sociedad y guerrilla; 2) un contexto internacional que no deja espacio para apoyar a grupos que utilizan la violencia y gobiernos de centro-izquierda latinoamericanos con posiciones igualmente claras de rechazo al uso de la violencia; 3) un Estado y una Fuerza Pública fortalecidos y con una alta capacidad militar para defender a la sociedad de cualquier amenaza o riesgo; 4) una opinión pública que mayoritariamente apoya la institucionalidad; 5) la guerrilla, si bien no está derrotada militarmente, sí ha recibido golpes muy contundentes y hoy no existe posibilidad de ninguna hipótesis de triunfo por la vía armada; por consiguiente la negociación aparece como la salida viable y honorable; 6) en los acercamientos iniciales las FARC ha dado muestras de querer avanzar en serio (dos hechos son contundentes, haber continuado los acercamientos con el gobierno después de la muerte de su comandante, que los había iniciado, y aceptar la dejación de las armas como punto de llegada del proceso. Pero en forma realista hay que aceptar que no es fácil concluir un enfrentamiento armado de medio siglo, con heridas, dolores y costos sociales altos. Por eso el papel de los negociadores en la Mesa va a ser muy importante para lograr superar las prevenciones y los escollos y construir los consensos.

HS: ¿Qué opina de la Comisión negociadora del Gobierno?

AV: Me parece buena, porque son personas que conocen el conflicto armado colombiano, representan sectores relevantes del país (militares y policiales, empresarios y al gobierno nacional) y sobre todo le dan confianza a los sectores hoy día más críticos, pero poderosos, de la sociedad colombiana.

HS: ¿Cómo ve la Comisión de las Farc?

AV: Es una comisión de veteranos negociadores de anteriores procesos, lo cual es una ventaja y la encabeza el segundo comandante de las FARC, Iván Márquez, que compromete al conjunto de esta organización.

HS: Hay quienes dicen que ya hay un acuerdo “cocinado”. ¿Será cierto?

En cerca de 55 reuniones, que al parecer hicieron los delegados del Gobierno y FARC en las pre-negociaciones, es altamente probable que se hubiera conversado y eventualmente avanzado sobre algunos de los temas de la agenda, cosa que me parecería muy buena. Si fuere así, puede ayudar a que la Mesa funcione más fluidamente.

HS: Se especula mucho sobre que Iván Marquez será el duro de las Farc en las conversaciones. ¿Lo cree así?

AV: Sí, esa especulación se ha escuchado, que en cierta medida habría ”heredado” la línea dura de Marulanda y el Mono Jojoy, pero realmente no lo creo, pues él ha sido históricamente un dirigente guerrillero propenso a la negociación.

HS: Recuerdo a Márquez en el Congreso y en Tlaxcala comprometido con la paz. Usted lo conoció cuando la Unión Patriótica. ¿Cómo lo recuerda?

AV: Efectivamente, creo que él ha sido siempre una persona propensa a los acuerdos y a la negociación, si se quiere más inclinado a lo político que a lo militar. Al respecto vale la pena señalar que con frecuencia se especula que hay un ‘ala militar’ y otra ‘ala política’ en las FARC. Creo que eso no es cercano a la realidad, es más una construcción mediática.

HS: Por los documentos que ha escrito a raíz de su designación como comandante general de las FARC, ¿Cómo ve a Timochenko frente al proceso?

AV: Estoy convencido de que va a ser el comandante guerrillero adecuado para el momento adecuado; si bien por las circunstancias del conflicto armado le tocó asumir la conducción de las FARC, creo que lo ha hecho bien y con sus pronunciamiento públicos, bastante heterodoxos, ha ayudado a animar el debate nacional acerca de la necesidad de una salida negociada. Creo que el Gobierno tiene un buen interlocutor y además alguien con gran legitimidad interna por su trayectoria en las FARC.

HS: ¿Quién es el duro del gobierno en esa negociación?

AV: Es un equipo negociador muy equilibrado y no veo que haya unos que van a hacer el papel de ‘chicos malos’ y otros el de ‘chicos buenos’. Sin embargo, el liderazgo estará en Humberto de la Calle y en Sergio Jaramillo. Pero no hay duda que la experiencia de Luis Carlos Villegas va a ser fundamental.

HS: ¿Los generales van a apoyar? ¿O van a estar muy ‘escamosos’?

AV: Creo que los generales no van a desentonar dentro del equipo y el protagonismo mayor lo esperaría del general Naranjo cuando se trate el tema de ‘cultivos ilícitos’, y del General Mora en el tema de ‘terminación del conflicto’, pero van a ser un complemento importante al equipo gubernamental.

HS: ¿Será que en esta oportunidad las FARC ya decidieron abandonar la lucha armada y buscar en la democracia el logro de sus objetivos políticos y sociales?

AV: Si eso no lo han definido positivamente, la negociación no va a funcionar. Pero yo espero que a estas alturas del conflicto estén convencidos de que su única mejor opción es la salida negociada y por lo tanto dejar la lucha armada y entrar en la vida política legal.

HS: ¿Cómo ve a lo institucional: gobierno, políticos, empresarios, academia, sectores sociales, estarán firmemente comprometidos con el logro de la paz?

AV: Ahora hay un sector de lo institucional que está vacilante. Dependiendo de cómo vayan las negociaciones, van a consolidar su apoyo o se desplazarán a fortalecer el sector de los adversarios del proceso de diálogo.

HS: ¿Hay quienes ganan con la continuidad del conflicto? ¿Quiénes?

AV: En ese terreno nadie gana. Quizá los que vivan del negocio de la guerra; pero la gran mayoría de los colombianos, incluyendo los militares y policiales que ponen los muertos y heridos del lado de la institucionalidad, y los miembros de la guerrilla, todos perdemos si se prolonga esta confrontación.

HS: Todo el mundo está de acuerdo en que no se puede hacer la revolución por acuerdos ni la paz a cualquier precio. Pero la paz tiene precio. ¿Cuál es, a su juicio, ese precio?

AV: Sí, la paz no es gratis. Pero el precio no es algo que haya que pagárselo a los grupos violentos. El precio son las reformas que debemos hacer para beneficio de la mayoría del país –facilitar el acceso a la tierra de los campesinos sin tierra, un nuevo Código Electoral, mejorar los sistemas de financiamiento de los partidos, por ejemplo- y la capacidad que debemos tener todos los colombianos de mirar hacia adelante, sin olvidar el pasado y sus impactos negativos, para construir el país en el que todos nos sintamos cómodos.

HS: ¿Cómo le parece que las conversaciones se den en Cuba?

AV: Creo que es el lugar más apropiado, porque las partes pueden sentirse tranquilas para abordar los complejos temas de la agenda y ninguno de los dos se va a sentir hostigado; históricamente los cubanos han sido buenos y respetuosos anfitriones para la búsqueda de la paz en Colombia.

HS: ¿Fidel y Raúl Castro meterán la mano a favor del Acuerdo?

AV: Completamente de acuerdo en que van a ser un apoyo para la paz. No sólo están convencidos que la lucha armada no tiene futuro, sino que pueden ganar en términos de imagen internacional, con un resultado positivo de las conversaciones.

HS: ¿Chávez tiene influencia en las FARC? ¿Será positiva su intervención?

AV: El rol del Presidente Chávez ha sido determinante para el proceso hasta el momento y lo seguirá siendo de manera positiva. Él, como los dirigentes cubanos, gana mucho internacionalmente con un acuerdo de paz en Colombia. Y el presidente Santos ha logrado construir una buena relación con él.

HS: Chile, ¿para hacer equilibrio?

AV: No sé si lo fundamental de la presencia chilena tenga que ver con ser actualmente el presidente de la CELAC –presidencia que el año próximo la asume Cuba-, aunque también para equilibrar con un gobierno de centro-derecha. Pero de repente resulta una revelación y puede ser un aliado muy importante.

HS: ¿Y Estados Unidos? ¿Es importante la opinión de ese país sobre el proceso? ¿Cómo podrían apoyar?

AV: Ya sea la guerra o la paz en Colombia, se debe hacer contando con Estados Unidos, por el peso que tiene la potencia hemisférica en Colombia y en la región en su conjunto. Y creo que está comprometido a fondo con el presidente Santos.

HS: ¿Será lo mismo Obama que Romney?

AV: No. Lo que más nos conviene para apoyar la paz en Colombia es la reelección de Obama; con los republicanos siempre hay el riesgo de que se les salga el ‘halcón’ que llevan dentro.

HS: ¿Ve viable la presencia de Simón Trinidad?

AV: Sí, pero después de que pasen las elecciones norteamericanas –por ahora sería una interferencia en la campaña y no creo que el gobierno norteamericano quiera referirse al tema-, pero también va a depender de lo positivo o no que anden las cosas en la Mesa.

HS: Comprendo que los acuerdos pasan por unos reconocimientos a las FARC, como garantías para hacer política. ¿Cómo explicarle eso a mucha gente que no lo acepta?

AV: Hay que insistir en que ellos son actores de un conflicto armado de naturaleza política y que una negociación es justamente buscar que un actor ilegal se transforme –previa la dejación de las armas- en un actor legal. Para ello se requieren garantías políticas y de seguridad, como para todo movimiento de oposición.

HS: ¿Cómo explicarles que se dialogue con unas personas comprometidas en muertes, narcotráfico y actos terroristas?

AV: Es que justamente la existencia del conflicto armado conlleva hechos de violencia, que han producido tantas heridas y dolor en los colombianos y que a estas alturas nos tienen fatigados. La negociación es una alternativa de salida a un conflicto armado interno; la otra sería persistir en una especie de ‘guerra perpetua’.

HS: ¿Es lo mismo negociar con la guerrilla que con narcotraficantes, terroristas y delincuentes comunes?

AV: No. Está establecido que la violencia de connotación política es la única que tiene una posibilidad ética de negociarse, y los grupos guerrilleros están incursos en delitos políticos, además de otros delitos comunes, por supuesto. El delito político parte del supuesto de desconocer la institucionalidad y en la negociación el presupuesto es reconocer esa institucionalidad.

HS: ¿Qué pasará si hay acuerdos? ¿El país como se beneficia? ¿Qué ganará la gente del común?

AV: Primero, habrá un clima de mayor tranquilidad y seguridad –no se va a acabar la violencia totalmente a corto plazo, pues los factores de violencia son diversos. Segundo, el Estado podrá dedicar más recursos a dar respuestas a las demandas sociales represadas históricamente. Tercero, tendremos una democracia más incluyente y un país más amable para todos.

HS: ¿Qué pasará con el país y con la población si no se logran los acuerdos buscados?

AV: Sería lamentable, porque sería otra frustración y vendría un recrudecimiento de la violencia y muy seguramente más degradación.

HS: Es más costosa la guerra que la paz?

En lo humano y social es mucho más costosa la guerra. No necesariamente en lo económico, si la paz se entiende como una tarea de dar respuesta en el mediano plazo a demandas sociales insatisfechas de la sociedad.

HS: ¿Funcionará lo de no levantarse de la mesa hasta lograr los acuerdos? ¿Existen antecedentes en otros países?

AV: Puede ser un mecanismo útil para frenar que a la menor dificultad se suspendan las conversaciones –usted vivió la experiencia en Tlaxcala, Horacio-, pero en últimas lo que prima es la decisión política de las dos partes de insistir en la búsqueda de los acuerdos. Sin embargo, no serán conversaciones exentas de tensiones.

HS: ¿Sí funciona hacer la paz con las cúpulas?

AV: Sí, por supuesto, pues las guerrillas son organizaciones de carácter nacional y tienen unos mandos responsables que normalmente sus miembros acatan. Otra cosa es que en toda negociación de este tipo siempre hay el riesgo de que algunos pequeños grupos de disidentes no se acojan a los acuerdos, y se trata justamente de que el peso de estos disidentes sea el mínimo.

HS: Mucha gente pide ir a la Mesa de Negociaciones. Las mujeres, los sindicatos, los campesinos, los empresarios, los políticos, la juventud. El gobierno ha dicho que en la tercera etapa. ¿Como explicarles que no puedan estar allí desde ahora?

AV: Estoy convencido de que no se debe congestionar la Mesa con la presencia de diversos actores –los actores de la negociación son Gobierno y Guerrilla-; por supuesto, la Mesa y el proceso con seguridad va a prever que se hagan consultas con diversos sectores sociales y que haya mecanismos para hacer llegar ideas o iniciativas. Aprovechando esto, todos los sectores que consideren que tienes algo que aportar lo pueden hacer, pero de manera organizada.

HS: ¿Que se puede ir haciendo mientras termina la nueva etapa? ¿Cómo canalizar tantas ganas de ayudar?

AV: Una tarea de todos es generar un gran movimiento de apoyo a la Mesa de Dialogo y una discusión sobre los problemas nacionales a abordar en lo inmediato y la pertinencia de comenzar a pensar en el postconflicto.

HS: ¿Va en la dirección correcta la decisión de la SEAP de crear conciencia sobre el posconflicto y trabajar en ello desde ahora?

AV: Es fundamental empezar a discutir en serio las dimensiones del postconflicto, porque la implementación de los acuerdos –lo que el documento denomina la tercera fase- puede estar muy cerca en el tiempo y la sociedad colombiana va a tener unos desafíos muy grandes en distintos campos: lo político, lo económico, las reformas de la Fuerza Pública, el conocimiento de la Verdad de los hechos de violencia, la reconciliación de los colombianos. Y debemos prepararnos.

HS: Un mensaje positivo a los negativistas.

AV: No hay que buscarle un problema a cada solución, más bien debemos ayudar a mejorar la solución que se encuentre. Por supuesto, sin negarle a nadie el derecho a la crítica.

HS: Cuando terminó el gobierno del doctor Uribe, ¿de verdad estábamos en el fin del fin?

AV: No. Creo que fue una desafortunada frase de un alto comandante militar. Incluso un especialista norteamericano antiterrorismo que se reunió con algunos colombianos en esa época nos señaló eso como una equivocación. Una cosa era que hubiera evidentes golpes militares contra las FARC y otra que estuviéramos al borde de la derrota de esta organización guerrillera.

HS: ¿Por qué cree que el expresidente Uribe está tan opuesto al proceso?

AV: Por desconfianza en la guerrilla, especialmente de las FARC. Pero además porque equivocadamente cree que su ‘política estrella’, la seguridad democrática, va a ser minimizada. Creo que se equivoca en eso, porque en buena medida la negociación está viabilizada por los resultados de la política de seguridad y defensa del Estado colombiano.

HS: ¿Se pueden ir haciendo acuerdos sectoriales y de ejecución inmediata, mientras se logra el acuerdo total?

AV: Desafortunadamente acordaron el procedimiento de ‘nada está pactado hasta que todo no esté pactado’. Ello impide que se hagan acuerdos parciales de vigencia inmediata, que fueron muy útiles en las negociaciones centroamericanas. Pero ese es un procedimiento que las partes si quieren lo pueden modificar, cuando a bien tengan.

HS: ¿Cabe la llamada humanización del conflicto mientras llega la paz? ¿Cómo ve la propuesta del expresidente Samper?

AV: La posibilidad de ‘acuerdos humanitarios’ de cumplimiento del DIH serían recomendables para buscar la disminución del daño, pero también pueden darse acuerdos informales de desescalamiento del conflicto armado y sus efectos negativos en la población civil. Todo ello en la medida en que acordaron negociar en medio de la confrontación armada, y esto sitúa el proceso en una gran fragilidad.

HS: ¿Cómo ha visto las manifestaciones de la Marcha Patriótica? ¿Es el remplazo de la UP?

AV: La Marcha Patriótica es un movimiento social y político con fuertes raíces agraristas y comunistas y seguramente con presencia de poblaciones donde la influencia de la guerrilla es muy relevante, pero no me parece conveniente compararla con la Unión Patriótica, ni por el origen, ni por la composición de sus miembros.

HS: ¿La doctora Piedad Córdoba puede ser útil?

AV: Ya lo ha sido, por su valioso papel en la liberación de los secuestrados políticos y miembros de la Fuerza Pública. Y puede ayudar a generar un movimiento de apoyo al proceso de negociación. Pero en principio no creo que en la Mesa sea necesaria su presencia, así como la de otros colombianos. Puede serlo en las sesiones de consulta, que seguramente se van a considerar y a reglamentar.

HS: ¿Cuál debe ser el aporte del Congreso y de los políticos?

AV: Ayudar a crear un clima de opinión favorable a la negociación –es importante lo que están programando las Comisiones de Paz del Congreso- y estar prestos a tramitar las iniciativas legislativas que a solicitud del Presidente se deban tramitar para desarrollar los acuerdos de la Mesa.

HS: El ministro Carrillo dijo que el gobierno no permitiría otro exterminio como el de la UP. ¡Magnífico! ¿Como podría el gobierno ser efectivo en este propósito?

Por supuesto, los colombianos no podemos repetir ese horror que fue el genocidio de la UP. Por tanto, se deben dar garantías de seguridad a los dirigentes de los movimientos de oposición o que surjan de los Acuerdos de Paz. Pero sobre todo se debe avanzar en una campaña de educación política, para que todos tengamos claro que las organizaciones políticas que actúen en la legalidad deben ser respetadas y su tarea es encomiable para la democracia. No pueden hacer carrera opiniones como que se trata de ‘terroristas o guerrilleros de civil’.

HS: ¿Debe buscarse al ELN para negociar?

AV: Sin duda. Como lo dijo el presidente Santos, “una paz sin el ELN es una paz coja”. Hoy es de la mayor prioridad que se esté trabajando en esa dirección por parte del gobierno. Ojalá lo esté haciendo.

HS: ¿Por los documentos y declaraciones de los ‘elenos’, cree que están interesados en un proceso de paz con el gobierno?

AV: Sí. Estoy seguro de que el ELN ha llegado a la decisión de que la paz es la prioridad del momento. Lo que no se puede interpretar es que están que se negocian, no. Ellos esperan lograr que la paz produzca efectos positivos para los colombianos más desfavorecidos, pero igualmente están convencidos de la necesidad que tenemos de una democracia de mejor calidad para todos, por supuesto, incluyéndolos a ellos como un actor relevante.

HS: Por favor, recomiéndenos algo para que los colombianos lleguemos a la paz.

AV: Primero, debemos diferenciar la negociación del cierre del conflicto armado, que compete fundamentalmente al Gobierno y a la Guerrilla como actores relevantes, con la construcción de la paz, que es una tarea de mediano y largo plazo y que es una tarea de todos los colombianos. Segundo, creo que no hay recetas, pero sí hay experiencias de nuestra propia historia y de otras sociedades, que nos pueden ayudar a avanzar positivamente en ambos frentes.