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El Pacto de Bogotá
Alberto Pinzón Sánchez / Jueves 29 de noviembre de 2012
 

El pacto de Bogotá que hoy el gobierno colombiano denuncia y rechaza, fue el pacto de sangre anticomunista hecho hace 64 años entre el Imperialismo norteamericano y la oligarquía colombiana, para asesinar al gran dirigente popular Jorge Eliecer Gaitán, e instaurar con apariencias de legalidad, la sanguinaria y reaccionaria dictadura bipartidista de Colombia.

El 7 de febrero de 1948, J. E. Gaitán encabezó una manifestación de más de cien mil personas en Bogotá, llamada la “Marcha del Silencio”, para protestar por la ola de violencia oficial iniciada desde la presidencia de la república por el conservador Ospina Pérez, contra los sectores populares y gaitanistas de ambos partidos tradicionales: “El hambre no es Liberal ni Conservadora”, había dicho a sus seguidores mucho antes. Ese día, Gaitán pronunció su conmovedora oración por la Paz, la que todavía debe resonar en los oídos de los oligarcas que urdieron su sacrificio inútil.

"... Señor Presidente: Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad. Os pedimos que no creáis que nuestra tranquilidad, esta impresionante tranquilidad es cobardía. Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia....".

Ocho días después, esta vez en Manizales, Gaitán pronunció la "Oración por los Humildes" como homenaje a 20 liberales masacrados en ese departamento por los paramilitares oficiales se esa época llamados “Chulavitas” y, un mes después, pidió el retiro de los Liberales del gobierno bipartidista y dictatorial de Ospina Pérez; la respuesta presidencial no se hizo esperar y el jefe Falangista colombiano Laureano Gómez, es nombrado ministro de relaciones exteriores o Canciller del régimen.

El 30 de marzo, se inaugura en Bogotá la IX Conferencia Panamericana de 1948, organizada por el gobierno de los EEUU con el principal objetivo de convencer a los países latinoamericanos participantes, de realizar un acuerdo para declarar el Comunismo como una actividad criminal e ilegal, crear la OEA como su ministerio de Colonias con todo el andamiaje jurídico correspondiente, como la Carta de la Organización de los Estados Americanos, el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. La conferencia fue presidida por el Canciller colombiano Laureano Gómez quien vetó a Gaitán y solo invitó a los dirigentes tradicionales del liberalismo y colaboradores del gobierno; entonces la delegación colombiana fue dirigida por el Liberal Carlos Lozano y Lozano.

Los acontecimientos posteriores de crimen de Estado y asesinato de Gaitán, como mecanismo de manipulación y presión por parte del Imperialismo para que las conclusiones jurídicas y tratados fueran aprobados por todos los países asistentes a esta conferencia, son bien conocidos por la historia como el “Bogotazo del 9 de abril de 1948”. Inicio del actual conflicto social y armado de Colombia, que hoy 64 años después, se intenta finalizar en las actuales conversaciones de la Habana.

La paradoja es que, 64 años después de que la oligarquía lacaya cumpliendo ordenes imperiales, hubiera asesinado inútilmente al gran dirigente popular Jorge Eliecer Gaitán, para hacer aprobar el Tratado Americano de Soluciones Pacificas y la carta de la OEA; esté denunciando y solicitando su retiro de ellos, como respuesta al reciente fallo colombo nicaragüense de la Corte Internacional de Haya.

Como debe de estar en atormentando a los “vendepatria” en estos momentos, el fantasma erguido de Gaitán y su grito agudo y certero: Aquellos gobernantes quienes “tienen la metralla homicida para los hijos de la patria y la temblorosa rodilla en tierra ante el oro yanqui”.