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“La Andi y todo el gran empresariado debe pedir perdón”
Lanzan libro sobre la reparación colectiva del movimiento sindical que contó con el apoyo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
Roberto Romero Ospina / Domingo 16 de diciembre de 2012
 

Las paradojas de la violencia. El mismo día que acababan de enterrar al activista sindical de la USO y líder comunal, Milton Enrique Rivas Parra (en la foto), en Puerto Gaitán, víctima de los sicarios, se presentaba uno de los trabajos más serios sobre reparación colectiva de los crímenes contra la dirigencia obrera.

El pasado 12 de diciembre, coincidiendo con las honras fúnebres de Rivas, la CUT, CTC y Fecode lanzaban el libro “Sindicalismo es democracia: elementos de política pública para la reparación individual, colectiva y política de la victimización del movimiento sindical colombiano”.

Rivas era operario de la contratista de Pacific Rubiales, Termoeléctrica y recibía amenazas constantes por encabezar la asamblea permanente contra la patronal. Domingo Tovar, presidente de la CUT y luego de que todos los asistentes al acto expresaran su rechazo al crimen denunciado ese día con un fuerte y prolongado aplauso al dirigente sacrificado, señaló que “la reparación al movimiento sindical pasa necesariamente por la recuperación de todos los derechos de los trabajadores y la posibilidad real de la reconstrucción del tejido social laboral”.

Como se recuerda, Colombia es el país del mundo más peligroso para la actividad sindical y en menos de veinte años han sido asesinados más de 2.500 dirigentes y activistas del movimiento.

Miguel Morantes, presidente de la CTC, a su vez, llamó a no cejar en el camino de la organización de los trabajadores pese a las amenazas y persecuciones. “No entendemos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos saca a Colombia de la lista negra de las naciones que violan los Derechos Humanos cuando aquí no cesan las agresiones contra los trabajadores”.

Cuatro trabajadores, víctimas de la violencia antisindical, dieron sus testimonios. José Dávila, de la multinacional Drummond, refrendó las acusaciones contra la empresa de aliarse con los paramilitares para asesinar a la dirigencia.

Nelsy Ceña relató cómo fue el crimen de su esposo, el dirigente del magisterio de Córdoba y la impunidad reinante mientras ella y sus hijos no saben nada de reparación por parte del Estado. En ese departamento pasan del centenar los educadores asesinados.

El empleado público de Jamundí, Valle, Julio César Quintero, relató la continua persecución al sindicato de los trabajadores del municipio. “A nosotros nos mataron nuestro presidente y en el último año han sido despedidos 23 compañeros”, denunció.

Sor Yaneth Ospina, líder de los trabajadores de la salud del Tolima, expuso su caso de agresiones y amenazas que condujeron al deterioro de su salud.

Cerró el acto Héctor Fajardo, ex dirigente nacional de la CUT, coordinador del proyecto “Reparación colectiva del movimiento sindical en Colombia: memoria histórica y garantías de los derechos de las víctimas”. Fajardo llamó la atención sobre la urgente necesidad, ahora en este proceso de paz, que se encuentre la verdad sobre lo que llamó el sindicalicidio en Colombia.

“La ANDI y todo el gran empresariado deben pedirle perdón a la Nación y en particular al movimiento obrero por su complicidad en los crímenes contra sindicalistas pues muchos de ellos tienen velas en este entierro”, enfatizó.

El libro, llamado a ser un herramienta clave en el proceso hacia la reparación colectiva del movimiento sindical colombiano, contó con el auspicio de Iscod, el Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo, Codhes, Aecid, la agencia española para la cooperación, y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, entre otras instituciones.