Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

La entrevista. Periódico Realidad Rural
César Jerez: “El modelo ideológico y de propaganda de la guerra, como única solución, fracasó” (*)
Realidad Rural / Sábado 22 de diciembre de 2012
 

César Jerez, uno de los líderes de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC), y gestor importante del proceso de reactivación e impulso de las Zonas de Reserva Campesina, desde la Asociacion Nacional
de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), expresa sus criterios en torno a los diálogos entre las Farc y el Gobierno.

César Jerez: En primer lugar hay que decir que el proceso de paz es un anhelo en la sociedad colombiana. Y se debe en gran medida a las movilizaciones ciudadanas por la paz que se dieron, sobre todo en los dos últimos años y que tuvo como hito referente el Encuentro por la tierra y la paz de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. Es además un reflejo del nivel de conciencia y madurez existente en grandes sectores de la sociedad colombiana sobre la necesidad de empezar un proceso que nos lleve hacia una paz estable y duradera. Esa misma sociedad ha opinado en más del 80%, según varias encuestas, que la salida política debe ser el camino para solucionar los problemas del país. Esto nos indica que el modelo ideológico y de propaganda de la guerra, como única solución, fracasó.

Realidad Rural: ¿Qué expectativa generan los diálogos entre los sectores políticos de oposición al gobierno?

CJ: Hay unos sectores políticos de oposición al gobierno para los cuales, si hay o no proceso de paz, da lo mismo. Yo diría que todavía hay un consenso mayoritario en que los diálogos son un proceso acumulado, que responde a esa movilización ciudadana por la paz, a ese anhelo sobre todo de organizaciones campesinas que son las que afrontan el conflicto y reciben el mayor impacto de la guerra. Hoy se tiene un sector aglomerado en el Movimiento Marcha Patriótica y también en Congreso de los Pueblos. Son las dos tendencias políticas actuales más protuberantes, con una tarea específica muy importante, que se basa en las organizaciones y los movimientos sociales para el accionar político. Las dos ven con mucha esperanza el proceso de diálogo con las Farc y eventualmente el que se iniciaría con el ELN.

RR. ¿Cómo lograr la participación efectiva en el proceso de paz de las organizaciones sociales y el movimiento popular?

CJ: Como está planteado el documento de agenda de diálogo, hay un instancia de consultas que permite que las partes en algún momento dado puedan elevar inquietudes de carácter técnico o político y conceptual, pero más allá no está previsto un escenario. Se ha escuchado decir que el Gobierno se opone a que haya participación del movimiento social. Las Farc han dicho que el problema de la guerra y su solución deben ser discutidos con los sectores sociales implicados. Ese es uno de los puntos que distancian a las partes. La metodología de cómo hacer la interlocución, la comparte una parte pero la desconoce el gobierno en el proceso. Este ha dicho que la participación debe ser en una tercera fase (recordemos las fases: la primera exploratoria; la segunda, los aspectos programáticos, y la tercera, la aplicación de los acuerdos), por lo que no se entiende cómo en una tercera fase va a participar la gente, cuando claramente los problemas tienen un diagnóstico y unas propuestas de solución, y estas distancian a las partes, incluso las propuestas que proponen las organizaciones sociales.

RR. ¿Qué condiciones deberían darse para que los diálogos sean efectivos?

CJ: Haberse puesto de acuerdo, en un tiempo relativamente corto y en un completo sigilo, es un gran avance y una condición favorables. Además, el hecho de que haya dos países garantes importantes como Cuba y Noruega, y dos facilitadores como Chile y Venezuela, resulta muy significativo. Otro avance importante es el apoyo de la comunidad internacional, incluso el respaldo de los Estado Unidos a través del Departamento de Estado y de alguno de sus voceros. Para bien del proceso, Obama revalidó un segundo mandato, porque su gobierno ha sido claro en un respaldo abierto al proceso de paz en Colombia.

Hay otro elemento clave que ya lo mencioné, como son las movilizaciones sociales. Marcha Patriótica está agitando toda una programación de constituyentes por la paz y de cabildos en todo el país. Un sector, así sea minoritario de la prensa oficial, se ha pronunciando haciendo comunicación y opinión en pro de la paz como salida política. Ese grado de conciencia que se ha adquirido sobre la inviabilidad de la solución militar, también es un acumulado valioso, y ahora solo resta que las partes tengan claro hasta dónde van a ceder en sus pretensiones. Esa claridad debe implicar un nivel de transformación que satisfaga a la parte antagónica, la que ha confrontado con el Estado durante más de 50 años como un opositor político militar que son las Farc, de lo contrario difícilmente va a haber un acuerdo.

RR. ¿Cuáles serían los requerimientos básicos para tener un acuerdo de paz perdurable?

CJ: He dicho que lo que requiere Colombia es un modelo de transición democrática, que implique un nuevo modelo de desarrollo y un proceso que lleve a la paz duradera y perdurable mediante la inclusión política de los sectores que históricamente han sido perseguidos y “represaliados” solo por ejercer la oposición política. Es ese proceso debe ser inherente un nivel de transformación política, económica y social, de lo contrario la paz no va ser perdurable. Si no se ejerce la oposición política con unas reglas del juego claras, donde se respete la vida en un marco de garantías, difícilmente vamos a avanzar. Si la inequidad en lo económico no se soluciona van a persistir las situaciones que generan violencia social, política y bélica. Habría que ver si las dos partes estarían dispuestas a llegar a ese nivel que signifique una transición democrática para el país.

RR. ¿En relación con las comunidades rurales, cuáles considera deben ser los principales aspectos que deben resolverse en las conversaciones?

CJ: Afortunadamente en el primer punto de la agenda tenemos el desarrollo agrario integral. Se entiende que ese primer concepto trata del enfoque territorial del desarrollo, de unos niveles iniciales de reforma agraria. En ese punto podría decirse que las Zonas de Reserva Campesina podrían ser ese elemento, como un paso inicial a un proceso de reforma agraria en ese modelo de transición democrática, que finalmente nos lleven a un nuevo ordenamiento del territorio, incluyente y generador de autonomías territoriales para los campesinos, negros e indígenas, que le dé también garantías a la empresa, pues no estamos hablando de un proceso que nos llevaría eventualmente a un nuevo modelo político o una fase revolucionaria.

Si las Farc comparten el concepto del enfoque territorial del que habla el gobierno, hay razones para tener esperanza. Uno diría que en ese primer punto hay un indicador para medir la voluntad política del gobierno y son las Zonas de Reserva Campesina. Porque resulta que las ZRC hacen parte de la política pública de tierras del Gobierno, concebidas en la nueva ley propuesta gubernamental de tierras y desarrollo rural, tienen un marco jurídico constitucional, son un proceso social y político, reivindicativo, que buscan generar desarrollo. Hablar de un nuevo modelo de ordenamiento es mucho más complejo, hablar del enfoque territorial del desarrollo, estructuralmente de modernizar el campo, sacarlo del atraso y la inequidad. Resulta que en ese primer punto hay una figura, las Zonas de Reserva Campesina, que si bien no tienen todas las herramientas institucionales necesarias, si tiene una reglamentación todavía muy restringida, pero que tiene enemigos dentro de la institucionalidad del Estado, digamos entonces que es lo que más está desarrollado, conceptual, política y socialmente. Eso son las Zonas de Reserva Campesina. Si en este punto se ponen de acuerdo sería fácil avanzar.

RR. ¿Cuáles son los principales obstáculos para lograr la paz con justicia social?

CJ: Uno diría que hay un sector mayoritario de la oligarquía colombiana y de la élite política y económica que claramente tienen la siguiente premisa: para qué reformar o para qué ceder si así estamos bien. Ahí está una de las principales trabas: tenemos el poder político, económico y militar, tenemos 20 guardaespaldas cada uno, con carros blindados, y dinero en los bancos y los paraísos fiscales. Entonces para qué cambiar. Digamos que hay un sector importante de la oligarquía que piensa diferente. Se hizo hace menos de un año una encuesta a empresarios donde la mayoría coincidieron en llegar a un acuerdo de carácter político con las guerrillas. Se percibe un nivel de conciencia superior ahora en diferentes sectores sociales populares, pero también en empresariales. Hay unos beneficiarios de la guerra que no solamente son civiles –digamos la gente política oligárquica- sino que están en las Fuerzas Armadas.

Hace poco en una entrevista dieron al portal de internet en inglés de la BBC de Londres el general Navas y algunos militares retirados, que se tradujo y se colgó en la página de Prensa Rural, hay notas muy importantes para tener en cuenta. De las declaraciones de ellos se da a entender que hay un nivel de conciencia en la élite militar que se reconoce como beneficiaria de la guerra. Una de las preguntas que se hacían: ¿qué vamos a hacer con un ejército tan grande que tendrá que desmovilizarse? Estamos hablando entre Ejército y Policía y organismos de seguridad del Estado de más de 500.000 hombres y mujeres. Y otro enemigo es el agente externo, el papel de los Estados Unidos que ahora está participando en el proceso y ha dado su visto bueno y esa benevolencia frente al proceso, podría explicarse como una hipótesis que tengan, y es que efectivamente las Farc efectivamente se quieran desmovilizar, por sentirse débiles y derrotadas. Esa hipótesis se corroborará en el proceso de paz. En la medida que se aborden los temas y se den las discusiones vamos a comprobar esta hipótesis.

RR. ¿Qué papel debería jugar la institucionalidad pública del sector agropecuario y en especial el Incoder durante los diálogos y ante un eventual acuerdo de paz?

CJ: Lo primero que hay que decir es que se tiene una institucionalidad pública del sector debilitada. Durante los ocho años der Uribe creo que fue la estocada final de la institucionalidad agropecuaria. Lo que tenemos está enferma, con muchos cánceres que la carcomen, con prácticas corruptas, funcionarios ineptos, carrusel de contratos que la hace en su gestión precaria. Creo que los diálogos podrían servir para elevar una propuesta de nueva institucionalidad, pensada en los requerimientos que implica el reto del desarrollo rural, de la integración a la sociedad colombiana de grandes extensiones de territorios de una población todavía muy considerable de campesinos que están por fuera del proceso de la modernidad capitalista en Colombia. Entonces se podría aprovechar ese proceso, para que entre sectores progresistas del Estado, de las organizaciones campesinas, con los funcionarios transparentes y efectivos que todavía tienen estas instituciones, podamos allegar una propuesta de nueva institucionalidad, que no es proponer un elefante, es proponerla en términos de lo que estamos diciendo.
Nosotros llevamos a cabo también un seminario programático nacional campesino, que abordó un marco global de una propuesta de desarrollo rural y el tema de las Zonas de Reserva Campesina. Ahí hay unos insumos que nos podrían ayudar a construir una nueva institucionalidad. Pero es que hay que ver lo que teníamos antes, pues no todo lo pasado fue peor. Pues si vemos el Incora y lo comparamos con el Incoder se pueden ver unos acumulados importantes que se podrían rescatar para aplicar a la nueva propuesta que están por el lado de la nueva autonomía y ordenamiento territorial que garantice el acceso al campesinado y a los grupos étnicos, el acceso a derechos económicos y sociales, pero también estamos hablando de un ordenamiento físico que garantice la justicia social, vigencias plena de los derechos civiles y políticos para todos. Y ese es el camino que tenemos que abordar para finalmente llegar a la paz de Colombia.

RR. ¿Cómo ve el futuro de las Zonas de Reserva Campesina?

CJ: Yo como muchas otras personas, soy un convencido de que las ZRC pueden ser el inicio de la solución del problema agrario, incluso del problema territorial. Tenemos que tener un comienzo que pueden ser las zonas, que nos lleven en una transición a unos niveles de reforma agraria aceptables para Colombia, porque sin reforma agraria ni pensar en modernizar el país para todos. Sin reforma agraria, el país se modernizaría para una élite, para la minería, la agroindustria y el saqueo, pero no para todos. Por eso hablo de un modelo de transición, que finalmente defina un nuevo modelo de ordenamiento territorial. Las ZRC, además de lo dicho tiene un acumulado político y organizativo, que puede también llegar a ser determinante, con experiencias de concertación e interlocución con el Estado, que pueden plasmar esa institucionalidad de la que estamos hablando, que a partir de la interlocución y los acuerdos solucionen problemas concretos, de acceso a la tierra y su formalización, de acceso a los servicios, a la salud y educación en los campos de Colombia.

La nueva institucionalidad son los acuerdos regionales de paz, que vuelvan definitivamente mucho más incluyente el país para todos, y que solucionen el problema estructural que vive el campo de Colombia. No hay otra figura, no hay otro acumulado, no hay otra experiencia. Estamos hablando de un proceso que tiene décadas, desde las guerrillas liberales que se organizaron para luchar por la tierra, su trayecto hacia guerrillas comunistas, fruto de la agresión contra territorios de autodefensa campesina; posteriormente, otras guerrillas que luchan por la tierra, pero todo el tiempo organizaciones y movimiento campesino que lucha por la tierra y en ese trasegar el acumulado se llama: las Zonas de Reserva Campesina. Con esto no estoy reconociendo que esta es una propuesta de la guerrilla, no, estoy diciendo que de esa lucha y en ese conflicto por la tierra, irresuelto todavía, ha habido muchas fases y muchos protagonistas, y de esos acumulados se tienen los resguardos indígenas y afrodescendientes con su ley 70, y otro acumulado, que se puede fortalecer y ser un referente para la modernización del campo, son las Zonas de Reserva Campesina, de lo que estamos plenamente convencidos que ese es el camino que el Estado tiene para darle vida a esa autonomía que reclama el campesinado y esa nueva institucionalidad que garantice su participación política.

RR. ¿Un mensaje para los trabajadores del Incoder en esta coyuntura?

CJ: Hay que ser propositivos, entusiastas y mantener la esperanza. Va a ser muy duro y difícil, en las primeras de cambio ya hay una muestra de lo que va a ser ese proceso. Se le ha hecho mucha propaganda el equipo del Gobierno como idóneo. Por ejemplo, a ninguno de ellos los he escuchado pronunciarse sobre las ZRC ni sobre el desarrollo rural. No vienen de ese sector. Aquí hay personalidades políticas que conocen más el sector agropecuario. Esa es una dificultad. Las Farc se han especializado toda la vida en la cuestión agraria. Su documento fundacional trata sobre el problema agrario, el ordenamiento y el desarrollo rural en Colombia. Ahora, de que se pueda hablar del desarrollo agrario integral sin que se hable del modelo económico y sin tocar el tema de la política minero energética, es muy complicado y una contradicción.

Propendamos para que los trabajadores organizados del INCODER a través del sindicato puedan participar, porque tienen mucho que decir. En el sindicato del instituto hay personas que conocen mucho de los problemas del desarrollo rural, que tienen propuestas incluso. Hay que propender para que el sindicato y todas las organizaciones que trabajan el tema, que lo conocen, que lo viven, que lo sufren, puedan participar en el proceso.

(*) César Jerez, líder de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC