Durante el (des) encuentro entre el gobierno y la Minga de los Pueblos en La María Piendamó, una de las actitudes más insultantes fue la del trato condescendiente del gobierno a sus interlocutores. Puso a los ministros a leer apartes de leyes y del TLC. Con ello pretendía demostrar la bondad de éstas para los indígenas. En realidad, les decía tontos, ni siquiera leen lo que hay ahí. No aprendió el gobierno la lección cuando la noche de domingo en que terminó la consulta en la que el 98% de los votantes le dijo "no" al TLC, llamó el ministro de Agricultura a pedir que lo dejaran hablar por radio. Adujo el ministro que les había faltado explicar el tratado y que había fuerzas oscuras detrás del referendo popular.
La respuesta que le dieron los líderes vale hoy de nuevo. Ante el querer explicar, expresa racismo y arrogancia. Asume que somos seres inferiores y por ello incapaces de entender por nosotras y nosotros mismos. Por eso hace falta que nos explique.
Frente a las fuerzas oscuras, había —hay— la amenaza velada. Quien se opone al gobierno es terrorista y si lo es, se le da tratamiento de represión. O tontos o terroristas o arrodillados. Esas son las opciones que deja.